3 sept 2009

LEY DE MEDIOS - COMPARATIVO

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12 abr 2009

ARGENTINA PARA TODOS

Logros y medidas de gobierno 2003-2008



ECONOMIA

  • Más de 5 años de crecimiento sostenido a un promedio superior al 8,5% anual; el período más largo de crecimiento de los últimos 100 años.
  • Equilibrio macroeconómico en el área fiscal y externa: Superávit gemelos inéditos: superávit primario de 3% del PIB en promedio y un saldo positivo en la cuenta corriente de la balanza de pagos, que promedió un 4,8% del producto.
  • El superavit fiscal se mantuvo a lo largo de 5 años en torno al 3,2% del PBI. En octubre de 2008 creció 20% respecto a igual mes del año anterior.
  • Tipo de cambio real competitivo y estable que favoreció la producción y el empleo.
  • Reservas internacionales: Nivel récord. Pasaron de U$S 14.000 millones en el 2003 a U$S más de U$S 50.000 millones en el 2008 y se mantienen por encima de los U$S 46.000 millones.
  • Se duplicaron las exportaciones y se diversificó su composición. En el 2007 superaron los U$S 55.000 millones y de enero a octubre de 2008 alcanzaron u$s 61.169 millones, un 37% más que en igual período de 2007. L a balanza comercial fue superavitaria en u$s11.362 millones.
  • La recaudación alcanzó máximos históricos.
  • Más inversión. En el 2007 superó el 23% del PBI. La inversión pública creció a tasas anuales superiores al 50% y el 2008 fue record en materia de porcentaje de PBI en inversión pública. En el 2008 se incrementó.
  • Desendeudamiento. La Argentina salió del default reestructurando su deuda por más de U$S 67.000 millones y canceló la deuda con el FMI. La deuda externa que en el 2003 representaba el 130% del PBI hoy es inferior al 50% del PBI.
  • Se presentó un plan para cancelar la deuda con el club de París y con los hold outs.

PRODUCCION

  • La industria fue el motor de la recuperación. Creció por 5 años ininterrumpidos. En el 2008 siguió creciendo: en los primeros diez meses registró un crecimiento acumulado del 5,9% en comparación con el año anterior.
  • La construcción ha sido el sector más dinámico de la economía en los últimos años.
  • La producción de automóviles pasó de 160.000 unidades en el 2003 a 540.000 en el 2007.
  • Recuperación de las economías regionales.
  • Se lanzaron planes para fomentar la producción local de motocicletas y motopartes.
  • Creación del Ministerio de la Producción.

FRENTE A LA CRISIS INTERNACIONAL

  • Plan de Obras Públicas: 110 mil millones de pesos que provocará un aumento de trabajadores ocupados, que irá de los 400 mil actuales a 780 mil.
  • Moratoria impositiva y previsional y repatriación de capitales.
  • $13.200 millones para un plan de incentivo a la producción, la inversión, el trabajo, el empleo y el consumo.
  • $3.100 millones para impulsar el sector automotriz y la compra de autos.
  • Creación del Ministerio de la Producción.
  • Sector agropecuario: reducción en la alícuota de retenciones del trigo y el maíz en cinco puntos porcentuales y $1700 millones para refinanciación de exportaciones y capital de trabajo.
  • Plan de créditos para turismo; planes de crédito para el consumo y acuerdos de precios para productos navideños con supermercados.
  • Plan de Renovación del Parque Automotor de Taxis.
  • Eliminación de la “tablita de Machinea”.

EMPLEO

  • Reducción de la desocupación a menos de un dígito por primera vez después de más de 13 años, pasando del 20,4% en el 2003 al 7,8% en el 2008. Hace 8 trimestres que está por debajo del 10%.
  • Creación de empleo de mayor calidad y lucha contra el trabajo no registrado.

POLITICA DE INGRESOS

  • El salario mínimo que era en 2003 de $360 se elevó a $1.240 en el 2008.
  • Asignaciones Familiares: Desde el 2003 aumentaron más del 100 por ciento. En el 2008 se aumentó el 50% de las asignaciones por matrimonio, nacimiento y adopción y 35% en el valor de las Prestaciones y cambio en los valores de la escala de hijo, prenatal, hijo discapacitado y cónyuge.

POBREZA E INDIGENCIA

  • La pobreza se redujo de casi el 55% en el 2003 al 17,8% en el primer semestre de 2008.
  • La indigencia que alcanzaba al 27,7% de las personas es hoy del 5,1%.

JUBILACIONES Y SISTEMA PREVISIONAL

  • 12 aumentos de jubilaciones: un 360% pasando de $200 a más de $690 que llega a $700 con el subsidio de PAMI.
  • A fin de este año los jubilados y pensionados recibirán una suma fija excepcional y por única vez por 200 pesos.
  • Se estableció la Movilidad jubilatoria para calcular los futuros aumentos.
  • Se eliminó el sistema de capitalización y se creó el SISTEMA INTEGRADO PREVISIONAL ARGENTINO.
  • INTERVENCION DEL PAMI.
  • Mejoras en las prestaciones y aumento de la cobertura, importante ahorro y recuperación de recursos.
  • Subsidio para los afiliados con jubilación o pensión de un monto inferior a los $600 pesos.
  • Entrega gratuita de medicamentos para afiliados.

EDUCACIÓN

  • Ley de Financiamiento Educativo: se estableció un aumento progresivo de la inversión en educación hasta alcanzar el 6% del PBI. Ya llegamos al 5,2% del PBI en el 2007.
  • El presupuesto universitario se duplicó.
  • El salario de maestro de grado se triplicó.
  • Se construyeron mas de 400 escuelas.
  • Restitución del régimen jubilatorio para científicos y docentes.
  • Ley de Educación Técnica

CIENCIA Y TECNOLOGIA

  • Jerarquización de la actividad científico tecnológica: aumento del presupuesto recursos y de los salarios de investigadores.
  • La Secretaría se convierte en Ministerio.
  • Plan para repatriar científicos.

JUSTICIA Y CALIDAD INSTITUCIONAL

  • Renovación e independencia de la Corte Suprema. Nuevo sistema para selección de los jueces, reducción de la cantidad de sus miembros.
  • Modificación del Consejo de la Magistratura para incrementar su transparencia eficiencia y agilidad.
  • Reglamentación, luego de trece años de sancionada la reforma de 1994, los decretos de necesidad y urgencia, decretos delegados y veto parcial.

REESTATIZACIONES

  • Aysa. Ante incumplimientos reiterados, se rescindió el contrato de Aguas Argentinas y se creó la empresa nacional AYSA.
  • Correo Argentino.
  • Thales Spectrum: El Estado recuperó el control del espacio radioeléctrico.
  • Aerolíneas Argentinas.
  • Tandanor.
  • Ex area Material Córdoba.
  • Creación de ENARSA.
  • Yacimientos Carboníferos Río Turbio.
  • Recuperación del 30% de Aeropuertos Argentina 2000.
  • Rescisión contratos de concesión de algunos ferrocarriles por incumplimientos. (Metropolitano S.A. en el ramal del ferrocarril San Martín y la ex Línea Roca y Belgrano Sur)
  • AFJP.
  • Incremento capital argentino en Repsol-YPF.

RECUPERACIÓN DE LA INDUSTRIA NAVAL

  • Por la dinamización de la industria naval desde el año 2003 la actividad del sector se incrementó del 30% al 75% y fueron construidos y reconstruidos en astilleros nacionales, 51 unidades que se incorporaron a la Matrícula Nacional.
  • Se reabrió el Astillero Río Santiago.
  • Se recuperó Tandanor.

DERECHOS HUMANOS

  • Comenzaron los juicios por violaciones de los derechos humanos y se produjeron las primeras condenas.
  • La Argentina adhirió a la convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de lesa humanidad.
  • Se estableció el 24 de marzo como el Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
  • Se creó el MUSEO DE LA MEMORIA – ESMA y el ARCHIVO NACIONAL DE LA MEMORIA así como la unidad especial de investigación de la desaparición de niños.
  • Se les asignó reparación a hijos de desaparecidos, de las victimas del 19 y 20 de diciembre del 2001 y de las que fallecieron entre el 9 y el 12 de junio de 1956.
  • Participación en el rescate humanitario de los rehenes de las FARC.

OBRA PÚBLICA

  • La inversión en obras públicas representa diez veces más de lo que fue ejecutado en el 2002.
  • El nivel de actividad en el sector vial alcanzó el máximo histórico producto de las inversiones públicas y privadas.
  • Construcción de autopistas: 2.400 nuevos km de importancia estratégica para la integración territorial.
  • Construcción de escuelas

ENERGIA

  • Plan Energético Nacional 2004 - 2008, con una inversión prevista de más de $27.400 millones.
  • Elevación cota de Yacyretá a 78 metros sobre el nivel del mar, adicionando 350 megavatios de generación.
  • Creación de ENARSA.
  • Plan de Reactivación Nuclear.
  • Plan Petróleo Plus y Gas Plus para incentivar la producción.
  • Río Turbio: Reinició sus actividades el Yacimiento Carbonífero Río Turbio.
  • Acuerdos con Petrobras para exploración offshore.

POLITICA EXTERIOR

  • Integración latinoamericana. Participación activa en foros regionales (Grupo de Río).
  • Participación en el rescate humanitario de los rehenes de las FARC y en misiones humanitarias en la región.
  • Reafirmación del multilateralismo en defensa de los intereses nacionales. Participación en el G20 y en la ronda de Doha.
  • Fortalecimiento del MERCOSUR. Nuevos miembros.
  • Creación UNASUR.
  • Creación Banco del Sur.
  • Fortalecimiento relación con Brasil: eliminación del dólar en el comercio bilateral.
  • Intensificación relaciones comerciales con países del Hemisferio Sur.

DEFENSA

  • Luego de dieciocho años de demora, se reglamentó la Ley de Defensa Nacional.
  • Se incorporó la problemática de los derechos humanos en la formación de las Fuerzas Armadas.
  • Se adecuaron las condiciones de ingreso y permanencia a las Fuerzas eliminando requisitos discriminatorios.
  • Se derogó el Código de Justicia Militar.
  • Se cambió la Doctrina del Ejército asignándole la defensa de los Recursos Naturales como prioridad.

6 feb 2009

EL DEBATE SOBRE EL TEMA PALESTINO


06/02/2009


Filosofía y ejército

En el debate sobre Gaza entran en juego la lucidez de la condena a la destrucción del pueblo palestino, el reconocimiento de la fuerza oscura de la historia y la capacidad filosófica de una paz que no sea meramente bienintencionada.

 Por Horacio González *

A finales de la década del 40, Menajem Beguin escribió un libro, Rebelión en Tierra Santa, que en la Argentina fue leído con fruición por personas y grupos políticos destinados a no coincidir en ninguna otra cosa. Me refiero a Rodolfo Walsh, por un lado, y al grupo político del peronismo ortodoxo llamado Guardia de Hierro, por otro. En ambos casos, esas memorias de Beguin habían sido leídas con apasionamiento. Se trataba del implacable jefe de un sector de las fuerzas armadas insurrectas y clandestinas de Eretz Israel, el Irgún, uno de los antecedentes del actual ejército israelí. Modesto pero vivaz escritor, Beguin desplegaba una crónica de la “lucha por la liberación nacional”, a la que alternativamente llama Rebelión o Revolución. Se trataba también de “la construcción de la Nación”. Una nación errante, según dice, que había deambulado de país en país, por dos mil años.

El libro está repleto de alternativas y casos propios de la lucha de las guerrillas del siglo XX. Los árabes son el trasfondo difuso, un “tercer factor” en penumbras, a los que por momentos se los se ve aliados a Gran Bretaña y a los que por eso mismo hay que combatir, en tanto componían una coalición “británico-árabe”. Los ingleses son nombrados como “el poder de ocupación” o “los enemigos de la Liberación”, un lenguaje que por la misma época –las diferencias las sabemos, veamos las resonancias semejantes que hacen eco en nuestra memoria– mantenía texturas homólogas a las que practicaba Raúl Scalabrini Ortiz.

Sin embargo, en Palestina, pocos años antes, había sido diferente. Eran tiempos en que los ingleses tenían como aliados a los futuros combatientes judíos. El ejército israelí se estaba amasando lentamente en las brigadas judías que el ejército inglés organiza al principio de los años ’40, en los últimos tramos de la guerra contra el nazismo. Ya existía una denominada “cuestión árabe”, a la que en su momento se le había destinado la política la Havlagá, la “autorrestricción”. El inexorable Beguin la cuestionará. Con ese nombre, se trataba de no atacar o no responder con represalias específicas a los grupos árabes que operaban militarmente en la zona. Tema crucial y hoy impensable. Principalmente la Haganá, el otro gran sector partisano israelí y a la que le decía algo la palabra socialismo, en aquella oportunidad y en un breve lapso, se propuso “autocontenerse” respecto de los ataques de los grupos árabes de la región. En la historia militar del siglo XX, otro ejemplo inusitado de la misma índole llama la atención. Es el del mariscal Rondón, militar brasilero considerado héroe de la educación en Brasil por el gran antropólogo Darcy Ribeiro. Al mando se sus soldados en la expedición a Rondonia –esa región tomaría su nombre—, Rondón los instruye en la máxima socrática: es justicia no proporcionar violencia, siendo preferible recibirla. Rondón atravesaba la Amazonia con su pequeño ejército, zonas en ese entonces inexploradas, hogar de desconocidas comunidades indígenas que una década después serían recorridas, siguiendo el mismo itinerario de Rondón por Claude Lévi-Strauss, menos inspirado por Sócrates que por la filosofía oriental.

Retomemos a Beguin. Luego, muchos de aquellos mismos sectores árabes, según se lee en Rebelión en Tierra Santa, formarían parte de una estrategia inglesa para contener la insurrección guerrillera del “ejército de las sombras”, que sería el brazo armado del futuro Estado israelí. Había entonces que combatirlos o disuadirlos. Con este trasfondo, el libro de Beguin retrata la vida del combatiente furtivo. El que desplaza en medio de imprentas secretas, reuniones sigilosas, contrabando de armas por túneles y expropiaciones al “enemigo inglés”. En ese intenso período de acciones clandestinas, los combatientes armados volaron el hotel Rey David en Jerusalem, sede el comando inglés –con numerosas víctimas, aunque se había enviado un aviso—, la estación de ferrocarril de Ramalá e innumerables objetivos en todo el mundo, inclusive la embajada británica en Roma.

Un arma antitanque llamada Piat, inglesa, es capturada. “Aquel Piat inglés y aquellas pocas granadas del mismo origen se habían convertido en hebreas.” Muchos de estos párrafos recuerdan las reflexiones de León Trotsky, en su Autobiografía, uno de los escritos políticos, militares y morales más importantes del siglo XX, quien presenta el problema militar soviético como el de una herencia técnica del ejército anterior, incluso con sus oficiales zaristas, si decidieran cruzar la trinchera. Esos combatientes, ¿eran terroristas? Es el tema moral permanente de Rebelión en Tierra Santa. Para Beguin, no era posible confundir el “terror” con una “guerra revolucionaria de liberación”.

Por más que intentemos separar situaciones, en estos relatos hay un lenguaje demasiado familiar, un ensordecedor retumbo enclavado en las lenguas que alguna vez escuchamos o balbuceamos. Es el aire de familia de las luchas de liberación, el de las revoluciones nacionales y el hombre clandestino armado. Supongo que los hermeneutas de Guardia de Hierro gozaban al reconocer un lenguaje que podía ser de todos nosotros o de toda una época, en ese notorio militante sionista, discípulo de Jabotinsky y Herzl. Era el lenguaje del hombre subrepticio con su fusil, del militante clandestino de la era de las naciones. Que a la vez escribe sus memorias, muestra una determinación militar absoluta y reflexiona sobre la muerte. Beguin comenta un célebre párrafo de El manifiesto comunista, respecto de que en la lucha no hay nada que perder, sólo las cadenas. ¿No sería demasiado pedirles ese sacrificio a los pueblos o a los combatientes? Sin embargo, Beguin acepta finalmente que la lucha es a muerte y hay que estar dispuesto a perderlo todo.

Podemos entonces conjeturar, como ejercicio de buceo en los caprichos de nuestra memoria lectora, cómo habría sido examinado este libro impresionante por Rodolfo Walsh. Es que en Rebelión en Tierra Santa están insinuadas claramente las formas del actual conflicto y las que tenía cuando Walsh visita esas tierras en los años ’70. El lenguaje del libro es el de los combatientes que se mueven en la ciudad “como pez en el agua”; la determinación es la de los ejércitos misionales. Pero Beguin no guarda entonces ni guardará después ninguna condescendencia con los árabes. En todo momento, detrás de la lucha de liberación nacional contra los ingleses está la sombra árabe a la que habrá que combatir. No tiene ninguna esperanza de una composición en esas tierras que no sea, primigeniamente, el establecimiento de una Nación Hebrea. Para eso han empeñado la Guerra de Liberación Nacional, y el enemigo visible, en ese momento específico, no era otro que una de las potencias vencedoras de la guerra mundial.

Rodolfo Walsh utilizará varias citas de este libro, en su escrito de 1974 sobre la resistencia palestina, como enviado del diario Noticias. Como es obvio, Walsh es severísimo con Beguin, al que percibe, en tanto producto del conjunto de la política estatal israelí, como un entusiasta propiciador de masacres. Como remate de su escrito, el autor de Operación masacre cita a Moshe Menuhin, el padre del violinista Yehudi Menuhin, un destacado pensador judío antisionista, quien había escrito: “En lo que a mí concierne mi religión es el judaísmo profético y no el judaísmo-napalm”. Era un jasidim, como de alguna manera lo habían sido Martin Buber y otros antisionistas que mantenían un judaísmo de humanistas filosóficos. Era el caso, quizá, de Hannah Arendt, aunque ésta y Buber no coincidirían finalmente en un tema conmocionante, la posibilidad de que Israel, con su Estado armado, complementara en sus pesadillas circulares las conductas que eran propias del nazismo. Difieren ambos en la resolución postrera que adquiere el enjuiciamiento a Eichmann en Jerusalem. Asordinada, ya estaba la discusión que ahora nos estremece, tratada por los mismos sabios judíos, y que nada serviría fuera de esa consternación espiritual. Si no está colmada con el lenguaje desvelado que corresponde, para recrear una conciencia contemporánea con mayores cuotas de lucidez ante el drama de Palestina, es mera ociosidad equiparante. Víctimas y victimarios, roles inciertos de la vida histórica, en vez de ser una interrogación para todos los hombres del universo, se transformaría en un tema de ocasión para la diatriba al paso. Debemos salir de eso, pues para desarmar la infinita matanza debemos considerar que todos podemos confirmar el sueño terrible de ser el reverso de lo mismo que criticamos.

A mediados de los años ’20, el coronel T. E. Lawrence (“Lawrence de Arabia”) escribió un libro de guerra con la sabiduría de un arqueólogo, el capricho magistral de un aventurero del desierto y el esteticismo exquisito de un guerrero que buscaba investigar en un tipo sutil de violencia, la de la transmutación del yo personal a través de refinadísimas intimidaciones espirituales. Para George Bernard Shaw, ese libro –que se llamaría Los siete pilares de la sabiduría– lo convertía a Lawrence en el más importante escritor en lengua inglesa, mayor incluso que los del círculo de Bloomsbury. Comandó legiones árabes para combatir a los turcos en la primera Guerra Mundial, tomó Damasco y llegó a participar de los tratados de Versalles, lamentando como compungido aristócrata su propia gesta heroica, que le recordaba el hecho aciago de servir a dos amos, al Foreign Office y al rey Feisal. No escapó a un ramalazo de seducción que el nazismo pudo ejercer sobre él en sus inicios. Actuó en la misma zona de ocupación inglesa que veinte años después será la sede del relato bélico de Beguin.

Estos dos libros, Los siete pilares de la sabiduría y Rebelión en Tierra Santa, hay que leerlos ahora en conjunto. Son lecturas “argentinas”. Beguin es tajante y atroz, bruscamente redentor y autosuficiente. Lawrence es autodestructivo, busca transmutar y aniquilar su “personalidad inglesa”. Los árabes de Lawrence son sensualmente misteriosos. No son los de Fanon. Este podría ser criticado porque su planteo de liberación implicaba un tipo de violencia existencial sartreana, “europea” aunque negara a Europa. Mientras, los árabes de Beguin surgen brumosos, amenazadores, objeto de disuasión o represalia, un tratamiento que anticipa el desastre. Pero todos estos escritos arrojan resonancias conocidas, contienen una perenne filosofía de la guerra que se separa si la vemos al trasluz de sus proyecciones ideológicas, pero se conjuga si la vemos apta para discernir el perfil trascendental del hombre armado, el militante y su sacrificio, el militante y sus creencias. Esto es, la nación que hay que crear, librar de la opresión o dejarla en el umbral o la disposición de practicar otra opresión. Terrible tema, tanto más inextricable si se presta a la trinchera de banales equiparaciones. Lo que hay, en cambio, es el fantasma reversible de la historia, que si no lo reconocemos en su fatídica tentación circular, no nos provee la eficacia y eticidad necesarias para denunciar las masacres ni nos permite comprender que el destino de la víctima no es tornarse en la futura culpable.

Para Sartre, Lawrence era una figura sugestiva. Para Hannah Arendt es un ser atormentado por la época: “Nunca un hombre tan bueno había cumplido tareas tan comprometidas con la condición siniestra de los servicios secretos occidentales”. Leído en la Argentina por el grupo de la revista Sur, Victoria Ocampo también consagrará al tortuoso coronel como un héroe literario. No tan de pasada, toma su filosofía militar para contrastarla con la del peronismo. Lawrence pertenecía a un ejército imperial cosmopolita, que dominaba zonas para mimetizarse literariamente con los pueblos dominados y llevarlos a su secreta realización. Se diferenciaba del ejército alemán, con su “cosmovisión nacional, la nación en armas”. Esta última era la materia del peronismo originario.

El fecundo y recordable escritor egipcio-palestino Edward Said, en la cumbre de sus años y de su notoriedad académica, había elegido una imagen suya para difundir, arrojando piedras de la Intifada junto a un grupo de jóvenes palestinos. Said consideró a Lawrence uno de los tantos casos en los que fluía la falacia de una visión “orientalista”. Con ella traducía una idea de dominación simbólica sobre los pueblos árabes. No necesariamente seguiríamos a Said en este razonamiento. Creo que Borges roza muy bien, y mejor, el tema de Lawrence en su “Deutsches requiem”, escrito en 1949. Es la historia del intelectual nazi Otto Dietrich Zur Linde, subdirector de un campo de concentración y lector de Nietzsche, que mata al poeta judío David Jerusalem, “porque era una zona detestada de mi propia alma”.

Leer es un insondable acto interpretativo, una tregua voluntaria de la vida corriente en nombre de una pepita de oro, que no es la “ilustración” ni “la moral edificante”, sino la posibilidad de llegar a la cruda verdad de una época. En el debate que nos sacude sobre Gaza, guardémonos de la facilidad de decir cosas –está en juego la lucidez de la condena a la destrucción material y simbólica del pueblo palestino—, que no se originen en el reconocimiento de la fuerza oscura de la historia y en la capacidad filosófica de una paz que no sea meramente bienintencionada. ¿Qué entonces? Quizás una palabra amasada en la fuerza de ruptura con las equiparaciones imaginarias que están al acecho. Quizás un socratismo que no se intimide por la violencia pues su misión es detenerla. Y que, frente a los ejércitos, les arroje la piedra vigorosa que los obligue siempre a autocontenerse.

* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.

3 feb 2009

TRANSFORMAR LAS POLÍTICAS SOCIALES

03 Feb 2009

POLÉMICA EN SERIO: ¿QUÉ HAY QUE DECIR?, ¿QUÉ HAY QUE CALLAR?

Blog de Nelson Nogar

Transformar las políticas sociales

José Luis Coraggio *

Los gobiernos pasan y se sigue actuando como si la política social fuera la cara pública que mira a la pobreza y atiende a los reclamos audibles de los pobres, mientras la política económica es la otra cara, la que mira a la riqueza y negocia con los ricos en silencio.

Otra concepción indica que la política social y la económica deben converger en una política socioeconómica participativa, que construya una sociedad vivible y deseable. Hoy ni los pobres ni los ricos son llamados a participar ni dicen todo lo que pueden decir en la esfera pública. Unos por silenciados y chantajeados con la amenaza de situaciones aun peores, otros porque los medios hablan (o callan) por ellos y porque sus intereses son inconfesables.

No podemos seguir atribuyendo todo los males a la dictadura y al menem-cavallismo. En su conjunto, coherentemente, la política pública (con vacas flacas o gordas) ha seguido generando una sociedad de ricos exitosos cada vez más ricos y de masas estigmatizadas de pobres y excluidos, y los sostiene juntos pero cada vez menos mezclados. La desigualdad aumenta y la pobreza estructural se reproduce y profundiza por la misma inercia de la destitución intergeneracional y la baja calidad de los bienes públicos de acceso universal.

Aunque su nombre podría inspirar otras ideas, la política social no está siendo una política que construye sociedad, sino una que hace que esta misma sociedad fatalmente desigual e injusta aguante con remiendos las tensiones de la fragmentación y las amenazas a la gobernabilidad por la latente rebelión de las mayorías sin esperanza.

Su eficiencia consiste en lograrlo con el menor costo posible, otra muestra de la penetración de la lógica economicista en la política social. La política se está convirtiendo en el arte de calcular cuánto podrán aguantar los pobres y excluidos para operar en esa cornisa de gobernabilidad (claro que, cuando toca ser oposición y sólo se produce discurso, suena distinto).

En todo caso, tanto para el poder político como para el poder económico, la amenaza creíble del hambre es una condición de su reproducción (¡cómo explicar, si no, la complicidad con el clientelismo o la protesta de los empresarios porque el Plan Jefas y Jefes los dejaba sin trabajadores!).

No puede entenderse la creciente pobreza de las mayorías sin el creciente enriquecimiento de los menos. No hay otra explicación de por qué hay hambre y pobreza masiva en la Argentina, cuando podría resolverse sin un costo fenomenal medido en ingreso.

Los equilibrios políticos se han venido asociando a los equilibrios macroeconómicos y la acumulación de reservas para cuidarlos (la utilidad e inteligencia de la Caja es innegable). Los valiosos análisis del grupo económico de Carta Abierta o del Plan Fénix son progresistas, luchan contra el neoliberalismo. Pero comparten un supuesto que habría que debatir: se basan en la creencia de que el sistema de mercado capitalista, regulado desde el Estado, proveerá una sociedad justa.

Nada hace plausible esa hipótesis si no se construyen las condiciones políticas que requiere. En una economía global de mercado, lo que el Estado nacional periférico puede hacer manipulando parámetros es limitado. Incluso la acción simultánea de varios Estados centrales no pudo parar una movida especulativa del capital financiero y de hecho las probabilidades de avanzar realmente en Unasur están fuertemente limitadas por el inmediatismo político de los partidos gobernantes. Las recientes acciones de los Estados del centro tampoco implican un regreso a los años dorados, sino una vuelta más del torniquete que el capital le pone a la sociedad. Salvar al capital y sus instituciones aparece como la condición para “salvar” apenas a los integrados al sistema de mercado.

La teoría del derrame que todo esto supone (lo que es bueno para el capital revierte por goteo en los trabajadores) fue descalificada oportunamente por el mismísimo Robert Mac Namara cuando se hizo cargo del Banco Mundial. No sólo no funciona sino que lo opuesto es verdad, decía: el desarrollo económico se genera de abajo hacia arriba. Pero plantear una opción entre “de abajo arriba” o “de arriba hacia abajo” es solo invertir una flechita abstracta cuando la estructura de poder permanece intocada. La economía es una actividad que produce y reproduce sujetos sociales y políticos que combinan de diversas maneras el arriba y el abajo, cosmovisiones, derechos y responsabilidades, valores morales.

No genera los mismos sujetos sociales la inútil y tan festejada actividad de cavar y tapar pozos que arar y sembrar la tierra, ni limpiar hasta el cansancio las calles de la ciudad como trabajo comunitario que asumir una empresa recuperada. Ni la exportación a paladas de nuestras montañas, tierras y equilibrios ecológicos que su transformación racional por una industria integrada para el mercado interno.

No es lo mismo hacer obras de infraestructura que faciliten el transporte de mercancías del capital global a través de un canal interoceánico que construir caminos y sistemas de riego rurales, ni invertir en el irracional sistema de transporte basado en los intereses corporativos del sector automotor que en los ferrocarriles al servicio de las economías regionales. No es lo mismo mejorar la competitividad de algunos trabajadores (capacitación individual en oficios) que propiciar la mayor participación de los colectivos de trabajadores en el Estado y las empresas, la autonomía del trabajo organizado, el desarrollo de la capacidad de autogestión y empresa de los trabajadores cooperantes.

No es lo mismo jugar a los microemprendimientos (a lo que se ha reducido la política de “economía social” para el Gobierno) que propulsar con políticas socieconómicas integrales el desarrollo de sistemas productivos regionales, redes de productores en cooperación reflexiva, vinculaciones entre producción y necesidades priorizadas por comunidades políticas democráticas. No es lo mismo exportar alimentos y cuidar el abastecimiento de la demanda interna existente que redistribuir tierra, agua y crédito y generar redes solidarias de autoabastecimiento alimentario que alcancen a todos. No es lo mismo encuadernar un listado de proyectos de infraestructura atendiendo a los intereses del gran capital y los caciques locales que tener una estrategia de desarrollo nacional.

Construir otra economía no se logra creando una economía pobre para pobres, sino que supone, como política pública, articular economía, política y sociedad, reconociendo que ni el Estado ni el mercado nos pueden sacar por sí solos de esta crisis de la vida en sociedad, convocando con credibilidad a la efectiva y consciente participación de sujetos múltiples y diversos, organizaciones formales y redes informales, dirigentes sociales y comunidades, intelectuales, técnicos, maestros, médicos, empresarios y trabajadores organizados y no organizados.

Supone no bloquear sino facilitar que se constituyan sujetos locales, regionales, nacionales, alrededor de proyectos intergeneracionales que impulsen la mejor calidad de vida aspirable, movilizando cooperativamente sus recursos y capacidades y demandando con autonomía lo que legítimamente se requiere para ejecutarlos con responsabilidad. Propiciar la formación de alianzas progresivas que pongan límites éticos a la tasa de ganancia ilimitada y la destrucción del medioambiente, limiten la especulación y favorezcan la producción, propugnando una racionalidad fundada en objetivos sociales trascendentes antes que en ocultamientos e intereses inmediatos inconfesables.

Armar sistemas productivo-reproductivos donde no existen, cambiar valores del egoísmo a la solidaridad es difícil y suele considerarse utópico. Pero si el progresismo se limita a diseñar políticas macroeconómicas para ser aplicadas desde arriba, dejando al libre juego de fuerzas actuales el reparto de sus resultados y a lo sumo remendarlo con alguna redistribución marginal de ingresos, no salimos de la misma economía periférica dependiente, aunque podamos hacer importantes gestos de soberanía. Si no intentamos lo difícil, habrá que preparase para vivir en (o lo más lejos posible de) las catacumbas.

El pragmatismo realista es mortal para muchos. Para al menos un cuarto de los argentinos no hay manera de integrarse a este modelo, lo regulemos como lo regulemos. Las políticas del régimen actual han mostrado hasta dónde puede llegarse sin salir del modelo. Queda poco o ningún margen y ya comienza a verse la fatalista inclinación al poder monopólico políticamente amigo y a los aparatos políticos que minimizan riesgos. No habrá pleno empleo con salarios decentes, menos aún sostenidos a lo largo de la vida con seguridad social, sobre la base de esta estructura productiva, de esta pobreza de bienes públicos, de esta alienación entre la ciencia y la sociedad, de este manejo clientelar que reproduce en la economía los mismos sujetos corporativos que nunca reconocieron que sin democracia no se construye democracia.

Otra economía capaz de sustentar otra sociedad requiere otra política social y otra política que permita la formación de nuevos sujetos sociales con suficiente autonomía para dar forma y fuerza a otros proyectos de vida. Se trata de construir entre todos otra economía a partir de esta economía mixta con dominancia capitalista. Fortalecer y complejizar la economía nacional, proporcionar recursos productivos (tierra, conocimientos, crédito, capacidad político-técnica para organizarse con libertad sindical, cogestionar y autogestionar) a los trabajadores potenciales y vincularlos directamente con las necesidades insatisfechas de millones de argentinos.

Esto no es exclusivo para pobres, debe incluir a los sectores de clase media (profesionales, técnicos, pequeños y medianos empresarios) que se ubican de este lado de la línea divisoria político-ética, superando la lectura mecánica de su interés inmediato estrechamente entendido, como si la calidad de la sociedad no afectara su calidad de vida o su posibilidad de desarrollo.

* Economista, director de la maestría en Economía Social (UNGS).

21 sept 2008

DEBATE: EL MANEJO DE LOS RECURSOS ENERGÉTICOS EN LA REGIÓN

ESTRATEGIA ENERGÉTICA - MAGAZINE DE DEBATE
http://www.eenergetica.com.ar

Recopilado por José María ingcavalleri@yahoo.com.ar en
reconquista-popular@lists.econ.utah.edu

Enfoques y perspectivas en la encrucijada energética sudamericana

Estratega Energética convocó a Enrique Devoto y Félix Herrero para debatir sobre la integración energética en la región. Un cruce de miradas para analizar la perspectiva de recursos en el continente en pos de diagramar un abastecimiento que le otorgue una relativa tranquilidad a esta parte del mundo.

El mapa energético sudamericano y sus adyacencias transitan en estos tiempos con anuncios de descubrimientos petroleros gigantescos, con intentos de unión continental en pleno debate, con escasez de recursos en algunos países, con inversiones inciertas, entre otras muestras de perspectivas aún sin determinar. En razón de este contexto, Estrategia Energéticaconvocó a una charla entre uno de los referentes del Grupo Moreno, Félix Herrero, y el ex Secretario de Energía del gobierno de Eduardo Duhalde, Enrique Devoto. Los puntos en común y las miradas diferentes.

¿Cómo se analiza el panorama regional actual?

Félix Herrero: hay tres tipos de programa. El tradicional, liberal, ya fracasado. Está también el bolivariano, basado en la idea de la unión sudamericana, con Venezuela a la cabeza. Es un proyecto desde América Latina para América Latina, se esté de acuerdo o no. La idea se basa en una unión petrolera de América Latina, que se da como producto de la unión política. El otro proyecto lo encarna el modelo de Brasil, con un desarrollo impresionante de energía. Brasil ha descubierto tres grandes yacimientos impresionantes: Tupí, Júpiter (gasífero) y Carioca (petrolero), los tres, cada uno por su lado, tienen más reservas que las de Brasil y Argentina. El proyecto de Brasil, que se tienta a una integración ahora con estos descubrimientos mucho más allá de la región, lo seduce la idea del BRIC: Rusia, China, India y Brasil. Esto puede tornar más flojas las relaciones con América Latina, teniendo en cuenta que Brasil posee un 25% en esa sociedad.

Enrique Devoto: Comparto la clasificación que hace Félix. Pero diría que soy ideológicamente un firme partidario y realísticamente un gran escéptico, porque para integrar se necesita que haya cierta estabilidad en las normas, en las leyes, y desde ese punto de vista la Argentina es el país más inestable de la región, salvando los casos de Uruguay y Chile. El modelo liberal es obsoleto. El modelo bolivariano podría ser considerado una interesante pieza literaria carente de todo realismo. Carente de todo realismo porque el personaje que lo encarna no representa nada de ese ideal, parece más un jeque árabe que un estadista latinoamericano, con lo cual es un modelo descartado.

Lo que visualizo como más interesante es el brasileño. Ese esquema también pone al resto de América Latina como proveedor de energía para la industria brasileña. Pero no existen posibilidades de integración más que por cuestiones físicas, que finalmente entran en lo más antiguo de la economía, y eso no es integración. Solamente lo que hacen es intercambio entre vecinos, pero es lo mismo que venderle soja a China, electricidad a Brasil o comprarle electricidad a ellos.

¿La integración política podría acelerarse a partir de una mayor integración energética, o es al revés?

Enrique Devoto: yo creo que es al revés. La Unión Europea ha avanzado muchísimo en la idea de la integración política, pero todavía tiene dificultades en la integración económica, todavía se habla de exportaciones-importaciones de electricidad entre esos países. En el caso sudamericano, las articulaciones jurídicas las veo como un escollo, pero son superables. Hay un dato innegable: la región posee los recursos como para desarrollarse en todo sentido. Si bien todavía persisten grandes diferencias de entendimiento, la región sigue siendo ventajosa a la hora de compararla con otras regiones.

Félix Herrero: yo separo también integración de unión. El camino de la integración comercial no ha sido próspero para lograr una mayor integración política. La entrada de Venezuela puede revitalizarla, pero si el proyecto sigue siendo comercial no se visualiza una idea de unión sudamericana. El proyecto de estilo brasileño es más bien estático, pero el que promueve Venezuela es un proyecto más bien político, con ideología política más que desarrollismo de inversión. Eso se está por ver, nadie puede decir que ha fracasado o no. Desde el punto de vista energético, tiene una capacidad increíble. Si Venezuela (con la faja del Orinoco) pasa a Arabia Saudita, estamos diciendo algo. El cambio de paradigma indica que las empresas estatales son las que hacen el gran desarrollo energético. Es por eso que está tan cerca de lo político. Hasta el año pasado, las empresas petroleras del mundo manejaban el 80 por ciento de las reservas del crudo, y esto es todo lo contrario que hace 20 años. Ahí hay una capacidad de integración y de unión fantástica. El modelo Mercosur ha fracaso, como el de la ALALC. Pero hay que gestar algo nuevo.

¿Cuán importante es el cambio de titularidad de empresas petroleras con mayor peso estatal?

Enrique Devoto: Si bien eso es cierto, si bien hay un cambio en la titularidad accionaria por llamarlo de alguna manera, hay que ver si hay un cambio en la forma de manejo empresario, si no conservan las mismas características?.

Félix Herrero: Hay un cambio de propiedad de los yacimientos. Cuando hablo del 80 por ciento, hablo de la propiedad del petróleo. ¿Qué es lo que aparece? El derecho latinoamericano, donde el Estado es dueño de la superficie. Y también emerge una nueva teoría británica: van a la Antártica y clavan banderitas para argumentar que esos recursos son de todos. Quieren cambiar el derecho porque han perdido la capacidad de manejar las reservas internacionales. Es cierto que pasa esto, pero la industrialización y la refinación no ha cambiado de manos. México tiene el 100 por ciento del petróleo de PEMEX, pero no tiene ninguna destilería, entonces compra todo a la Exxon Mobil. Hay un cambio tan grande que Petrochina, la empresa estatal china que cotiza en bolsa, tiene 700 mil millones de dólares en activos fijos y la Exxon Mobil 400 mil. Es un cambio sustancial: una empresa estatal china tiene el doble que la más grande empresa privada del mundo.

Hoy estamos viviendo otra era. El petróleo es estratégico en todos los lugares del mundo, menos en la Argentina. Y parece ser que va a venir una era de muchas energías. Y además estamos viviendo una crisis del modelo de paz de las Naciones Unidas, por eso es que van a seguir las guerras del petróleo, porque se sigue buscando ese bien estratégico. Y Estados Unidos establece una nueva teoría: la guerra preventiva, acompañado de un unilateralismo global-militar, es decir, ataco solo aunque no me ayuden los europeos. El caso de las FARC en Ecuador es ejemplar: Ecuador entró hace dos meses a la OPEP, oh casualidad.

El cambio de concesión jurídica de las petroleras es un nuevo paradigma. La recreación de la OPEP. La OPEP fue creada por Juan Pablo Pérez Alfaro, ese famoso hombre autor de la frase de ¿el petróleo es el excremento del diablo?. La OPEP está funcionando mucho, sus cuotas se obedecen, las decisiones de no aumentar la producción o la extracción se obedecen.

El caso del eventual gasoducto sudamericano es objeto de debate. ¿Cómo hay que analizarlo en esta perspectiva?

Enrique Devoto: yo tengo dos prevenciones. Respecto a Brasil, temo que termine una vez que entre en ese país, o sea, que el gasoducto sea el gran abastecedor del norte brasileño para instalar todo un sistema eléctrico, y el uso de ese gas en otros usos petroquímicos, básicamente en la producción de energía, que le daría a Brasil un liderazgo continental notable. No creo que Brasil deje pasar ese gasoducto más allá de su frontera.

El otro tema es la realidad del gas venezolano. No son yacimientos ?rápidos? tipo Loma de la Lata, es decir, gas mezclado con petróleo. Ahí se necesitan cuantiosas inversiones de explotación, incluso de exploración, más la separación de líquido y gas, y eso a su vez llevarlo a lo que sería la cabecera de ese gasoducto. No me preocupa lo que muchos han argumentado sobre el costo que pueda tener ese gasoducto, porque a los valores crecientes de gas y petróleo finalmente ese costo que nos parece hoy exagerado se puede diluir.

Es decir, ves límites políticos desde la voluntad brasileña, y técnicos desde el gas venezolano.
Enrique Devoto: tiene un costo para Venezuela que tendrán que asumir todos los compradores, porque el gas no es que surja al pie de ese gasoducto. Venezuela lo tiene que recolectar a lo largo de varias cuencas donde está mezclado con petróleo, más allá de que tengan reservas importantes de gas en ese sentido.

Félix, ¿a vos te entusiasma más esta idea?

Félix Herrero: me entusiasma muchísimo el gasoducto. Primero, no veo que haya muerto en la voluntad de ciertos sectores brasileños y venezolanos. Creo que al gasoducto hay que leerlo en proporción mundial. Si uno toma el mapa de los gasoductos del mundo (sacando Sudamérica, África y el sur de Asia) todo el mundo está cruzado por miles y miles de gasoductos. La inversión en los gasoductos es una inversión de unión y de integración porque es permanente. Estas obras no son más caras que establecer puertos gasificadores, licuadores, regasificadores y buques. Se necesitan 16 barcos metaneros diarios para reemplazar a un gasoducto como el de Brasil-Argentina. En Estados Unidos se están haciendo hasta dos gasoductos con dimensiones kilométricas bastante parecidas, y Rusia está largando para China y Japón dos gasoductos del mismo kilometraje. O sea que lo que pueden hacer los países desarrollados, nosotros no podemos hacerlo... Creo que este gasoducto va a renacer. Comparto que Brasil va a ser un gran demandador de gas, va a tener el gas venezolano en el norte, el gas de Bolivia en el sur. A Argentina le convendría el gasoducto largo, a Paraguay, Bolivia y Uruguay también. Pero la realidad es que esto no lo va a fijar Argentina, sino Brasil.

¿Cuánto pesa el factor de los plazos para poder lograr un programa energético más planificado y tranquilizador?

Félix Herrero: los latinoamericanos no sabemos establecer políticas de estado. Un gasoducto es una inversión larga, y por lo menos tiene que estar proveyendo 30 o 40 años.

Enrique Devoto: ahí soy más escéptico respecto a varios países, que no tienen políticas de largo plazo. El único jugador importante con políticas de ese estilo es Brasil, y Chile en menor medida.

Félix Herrero: no puede haber políticas de corto plazo en energía. La energía es por naturaleza una política a largo plazo. Ninguna obra puede ser de corto plazo. Quienes manejan a corto plazo es porque no tienen la madurez energética. La estrategia es un concepto de largo plazo, que se opone a la táctica.

El más liberal de los liberales planificaría en el largo plazo.

Félix: si hay un país petrolero planificado es Estados Unidos. Los pozos cumplen órdenes de política energética. Las políticas de coyuntura son respuestas dentro del concepto del largo plazo. Y esto es lo que sufrimos. Y cuando los países no son soberanos en la política energética, no hay largo plazo.

Hay ejemplos recientes en la región de Estados que redefinieron sus planteos frente a los recursos naturales, hechos que generaron disputas aún sin definir. ¿Cómo analizan este panorama?

Félix Herrero: Ecuador está haciendo la Constitución nueva. Plantea además la soberanía de territorio, de los derechos naturales del subsuelo y del cielo, del mar y la militar. Con ello, la base de Manta se tiene que ir. El ingreso de Ecuador a la OPEP rajo sus complicaciones, basta con ver el conflicto como excusa de la incursión de las FARC en su territorio.

Enrique Devoto: nadie va a negar el rol y la necesidad y fortaleza de la estrategia del Estado. Pero el problema es que acá se confunden Estado fuerte con gobierno fuerte. El gobierno apuesta a la coyuntura y el Estado mira el largo plazo. El gobierno tendría que tener la obligación de acompañar al Estado en largo plazo y de administrar la coyuntura. Si prevalece la coyuntura, a la larga debilita la idea de Estado fuerte.

¿Qué conclusiones deja la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia?

Enrique Devoto: La realidad de Bolivia es que está fragmentada. Todo el oriente con Santa Cruz a la cabeza es un sector muy fuerte que inevitablemente toda medida nacional pasa por su ¿veredicto?. El gobierno se equivoca cuando divide en vez de lograr unidad, es un error que no le costaría nada corregir. Pero también hay ¿algunos? que alimentan ese espíritu secesionista, no quiero nombrar específicamente al vecino, pero no me sorprendería que a Itamaraty le gustase esta idea.

Félix Herrero: todo proceso de nacionalización no es un proceso perfecto. A mí me gustaría que algún día todos los yacimientos sean públicos, toda la renta sea 100 por ciento del país, toda la producción sea nacional. Pero la verdad es que Bolivia recuperó el 82 por ciento de la renta petrolera, los 4 yacimientos grandes están quedando en manos del Estado. Nosotros tenemos apenas una renta del 34 por ciento. Además recuperó las dos refinerías, que las tenía Petrobrás con la privatización corrupta de Sánchez de Losada. Ahora están por perfeccionar con la participación mayor de las empresas extranjeras que quedan. Todos estos son procesos que no se dan de un día para otro, y las técnicas de recuperación del sector energético son muy distintas. Me quedo con lo que dijo Evo Morales: primero tenemos que nacionalizar el Estado para luego nacionalizar la energía.

En los últimos tiempos creció el debate sobre los biocombustibles. ¿Qué significan en este entramado regional y qué riesgos o posibilidades emergen con ello?

Enrique Devoto: dos puntos de preocupación. Por primera vez se da un enfrentamiento entre alimentos y energía en términos del insumo básico. El otro punto es qué significa expandir fronteras agrícolas a costa de qué. Si uno dijera duplicamos la producción de maíz, de soja, ¿pero a costa de eliminar bosques, desiertos? Ahora han aparecido algunos yuyos que se pueden ver en zonas desérticos, que tienen ciertas virtudes, que ha mejorado los ingresos de la gente en zonas paupérrimas. Si es ese el camino, es interesante. Si es a costa de superficies con explotaciones tradicionales, ahí pondría por lo menos una luz amarilla titilante.

Félix: pasa por la moral y la ética de la política. Aceptamos la posición de Cuba, que es un país que tiene caña de azúcar y que podría hacer etanol para combustible y sin embargo no lo hace a pesar de que llegó a hacer 6 millones y medio de toneladas. Pero Cuba tomó una posición ética y moral: frente a alimentos y energía, están los alimentos. No es un tema de ideología. Hay alguna producción que no compite con la producción de alimentos. Hay que ver si es para aumentar el modelo agroexportador o agrobusiness o si es para aumentar el consumo interno.

La alianza de Brasil y Estados Unidos en este tema, ¿es una señal de alarma?

Félix Herrero: el acuerdo es muy intenso, y esto está generando un calentamiento de la tierra. Pero hay que ver un Brasil con petróleo y un Brasil sin petróleo. Funcionarios de Lula tienen aceitados contactos con los promotores de este negocio en Estados Unidos. Pero la cuestión cambia si Brasil entra en la OPEP y magnifica su producción petrolera.
Mientras tanto, ¿cómo se debería manejar Sudamérica con los otros recursos? El ejemplo de la hidroelectricidad es uno.

Félix Herrero: hay que tomar el cuadro de la dependencia hidrocarburífera en nuestros países. En el mundo, en energía primaria el 60 por ciento proviene de la energía de gas y petróleo, el otro 40 de las restantes. Acordémonos de Francia: 80/90 por ciento energía nuclear; buena parte de Europa que no puede hacer más desarrollo hidroeléctrico; Brasil, 70 por ciento hidroeléctrico. Los dos países de América Latina que son más dependientes del petróleo y del gas son México (88%) y Argentina (83%). Pero Argentina tiene capacidad de hidrógeno, eólica, hidroeléctrica. Es un país con todas las potencialidades, pero no escapa de la dependencia que decía antes. Y vuelvo al principio: si se puede pasar del paradigma del petróleo, con una economía monofósil, a una economía más compleja y más completa. Si la decisión de inversión no la tiene el Estado argentino y la tienen las empresas que detentan la renta petrolera, el futuro es incierto. Ese es el caso de México. Brasil tiene una dependencia del petróleo del 54 por ciento, Venezuela de un 73!!!

Enrique Devoto: no comparto la forma, pero de alguna manera se han encarado algunas obras, como las de Campana. Se piensa en la central en sí misma, y se desconoce el origen de los insumos que la van a abastecer. Se plantean centrales a gas de ciclo combinado sabiendo que no va a haber gas. Creo que ahí ya hay un error de base en un momento en que se podría haber pensado con mucho más calma y realizar esas inversiones. Una enseñanza que da la regulación: ya vía mercado no había señales de inversión, y es la regulación como función del Estado la que alienta más inversiones. Cuando el precio de mercado estaba dando 20/21 dólares el megawatt hora en el 1 a 1, claramente eso ya no era una señal para realizar inversiones. O sea que ese era el momento de sentar al sector y haberle dicho ?nosotros necesitamos tantos miles de megawatts instalados por año?¿de qué manera lo vamos a hacer??. Porque esto es claro: la última central de importancia en energía se inauguró a fines del 2000 en Paraná, lo cual significa que fue una inversión prevista en el 97´o 98´. Después de ahí no hubo ni siquiera planes salvo Caracoles en San Juan, que es prácticamente una pila de linternas.

Félix Herrero: hay que tener cuidado con estas ?privatizaciones al paso?. Se privatiza apareciendo el Estado y dando garantías. Aparece Camessa, pidiendo al BNDES brasileño, toda una apariencia del Estado, pero la obra termina privatizada. Es curioso. Es raro impulsar una central que funciona a gas y sabés que no va a haber gas.

Después de todas estas complejidades descriptas, ¿la energía nuclear no es una posibilidad que merece más atención? ¿No es una política de largo plazo a implementar?

Enrique Devoto: el largo plazo en energía es mañana. Estoy convencido que con todo lo que hablamos del petróleo, la energía nuclear vuelve. Debería volver. Se debería estar pensando en una Atucha III, y no me parece mal.

Félix Herrero: Brasil esta inaugurando nuevas centrales.

Enrique Devoto: Corea inauguró otras dos, Japón lo mismo. A 100 dólares, cualquier proyecto deja de ser delirante.

Félix Herrero: sin descuidar el impacto ambiental, Argentina tiene que aprovechar el relativo grado de desarrollo nuclear. Se le puede encontrar la vuelta al control de los desechos. Tengamos en cuenta que el calentamiento de la tierra no viene por la energía nuclear, sino todo lo contrario.
Enrique Devoto: apostaría que cualquier deforestación por los biocombustibles es más peligrosa que centrales nucleares. Si fuera autoridad no dudaría en inclinarme por la nuclear.

*Publicado por Estrategia Energética No. 2 Julio 2008

19 sept 2008

COMO PUEDE EL PJ SER SIMULTÁNEAMENTE TAN DÉBIL Y TAN FUERTE

INTRODUCCIÓN

Abel B. Fernández

http://www.reconstruccion2005.com.ar/0809/introduccion.htm





Septiembre 2008

“El peronismo es el hecho maldito del país burgués” La frase de John William Cooke fue pronunciada en una Argentina diferente, a propósito de un peronismo diferente, antes de la Renovación de los ´80, antes de Menem y antes de Kirchner. Sin embargo, conserva una cierta vigencia, por lo menos en el plano cultural. Ha sido repetida, con mezclas diferentes de fastidio y de orgullo, por no peronistas y por peronistas de posiciones muy distintas a las de Cooke.

Una cosa es segura: sigue siendo el hecho maldito de los analistas y de los intelectuales, que no pueden ponerse de acuerdo entre ellos ni con la realidad. Cada vez que alguno llega a una definición o un esquema que le satisface, aparece un hecho, una figura o un conflicto que lo contradice. Entonces llegan a una solución fruto de la desesperación: Eso que está allí, gobernando o peleando por el poder, privatizando o estatizando, levantando viejas banderas o nuevas consignas, no es el peronismo. Hasta he oído a viejos peronistas decir, con amargura, que el peronismo terminó el 1º de julio de 1974, con la muerte de Perón. Y a algunos otros, no tan veteranos pero más ideologizados, que en realidad terminó el 22 de agosto de 1952, con el renunciamiento de Evita.

Yo mismo, hace algo menos de 3 años, frente a la decadencia del P.J. y la preferencia que Kirchner mostraba en ese momento por lo “trasversal”, especulé en El hijo de Reco, en “Después del peronismo”, qué nuevas formas podía tomar lo que se llamaba antes el movimiento nacional. En teoría, todo puede discutirse. Pero queda en pie la conveniencia de conocer eso que está ahí, lo que los hombres y mujeres que lo forman llaman peronismo, que marcó con su presencia más de 60 años de historia argentina y que aún hoy es una fuerza política nacional mayoritaria (o la primera minoría, si alguien quiere ser exquisito). Digo conocer, entender un poco mejor. La tarea de definir “Qué es el peronismo” me parece superior a mi capacidad. Y asume que hay una especie de esencia peroniana, o por lo menos una historia concluida; un hegeliano de izquierda como J. P. Feinmann no debería cometer ese error.

Creo que nos complica la convicción que tenemos los argentinos según la cual lo que nos pasa a nosotros es muy distinto de lo que sucede al resto del mundo. ¿Hay una buena definición del socialismo, por ejemplo, que abarque a Mitterrand, Stalin, Salvador Allende, Tony Blair y Hugo Chávez? Y los cinco han llamado a sus gobiernos “socialistas” en algún momento.

A mí se me ocurre que podemos encararlo mejor si pensamos en el peronismo como una identidad forjada por una historia común, una de las formas de ser argentino (otra es ser antiperonista, claro). Después de todo, los peronistas nos reconocemos entre nosotros por una forma de hablar y de sentir, antes que por definiciones. Y en el plano teórico, su fundador, Perón, insistió en la diferencia entre doctrina – lo que él elaboró – e ideología, a la que veía como un corsé que se quería imponer a la realidad. Y para la doctrina, incluyó la cláusula de su necesaria actualización.

Sin creer que estoy en condiciones de hacer aportes a la doctrina, en “El hijo de Reco” y en mi blog he tratado de analizar – desde mi experiencia personal y algunas lecturas de la historia - las transformaciones pasadas, y las posibles futuras, de eso que llamamos peronismo. Y apuntar algunas deudas que tenemos con nuestra patria, porque – debo decirlo – además de los logros, algunas macanas hemos cometido.

Pero ahora quiero señalar que ha sido justamente en blogs donde encontré en estos años planteos y discusiones – entre océanos de palabrería trivial, es cierto - que enriquecen y critican, que contribuyen, en la forma desordenada y contradictoria que siempre se dan estos procesos en la realidad, a esa actualización doctrinaria que Perón planteaba. Mi intención es subir a esta página alguno de esos aportes, para alargar algo la vigencia de lo que se escribe en los blogs. Fue en el de mi amigo Manolo (http://deshonestidadintelectual.blogspot.com/), muy conocido en ese mundo bloguero y del que quiero recuperar algunos de sus trabajos, si no lo hace en un libro, que encontré referencias a este artículo. Y me decidí a comenzar con él estas nuevas “Reflexiones”.

¿Por qué con éste? Porque el artículo trae datos de dos encuestas de ¡1997! (¿Otro peronismo? El punto es que no): 1) una encuesta de 112 unidades básicas, y 2) una encuesta de 611 militantes partidarios. Se llevaron a cabo en la Capital Federal, con predominio de clase media, y en las municipalidades del Gran Buenos Aires de La Matanza y Quilmes, de clase baja y trabajadora, más visitas a algunas unidades básicas en la ciudad de Tucumán. Es un trabajo serio y a fondo, en el estilo de las universidades yanquis (las de primer nivel). El investigador es Steven Levitsky, Profesor Asociado de Estudios Sociales y Gobierno en la Universidad de Harvard. Lo suyo son los partidos y regímenes políticos, y organizaciones informales, especializándose en América Latina, en particular Argentina y Perú. Es autor de “Transforming Labor-Based Parties in Latin America: Argentine Peronism in Comparative Perspective”, Cambridge University Press, 2003. En castellano: “La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelista”, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005 (De paso ¿se fijaron como está traducido el título? “Clientelismo” no estaba en el original inglés...).

Quiero aclarar algo: el profesor Levitsky no descubrió ningún hecho que no sepa cualquiera que haya militado por más de un año en el Partido Justicialista o en los sindicatos peronistas: “La organización peronista consiste en una densa colección de redes personales (que operan desde sindicatos, clubes, ONGs y a menudo desde la casa de los militantes) que están en gran medida desconectadas (y son autónomas) de la burocracia partidaria. Aunque estas redes no pueden ser encontradas en los estatutos y archivos del partido, proveen al PJ de una extensa conexión con las clases bajas y trabajadoras de la sociedad”. Pero saber no es lo mismo que conocer intelectualmente. Y los peronistas les han faltado durante mucho tiempo – salvo clásicos demasiado repetidos – herramientas intelectuales para reevaluar su realidad (Y los críticas antiperonistas tampoco se han destacado por su rigor científico).

Este artículo está disponible en castellano desde hace algunos años; lo publicó Argirópolis, un proyecto de las Universidades Nacionales de Quilmes, La Plata y del Litoral y Página 12. Pero no tuvo mucha repercusión en las discusiones políticas locales (el proyecto es demasiado progre para el gusto peronista, y el artículo suena demasiado peronista para el gusto progre). Como es un poco largo para Internet, lo subiré en partes. Recomiendo leerlo. Y leer también las llamadas (65) que el autor hace sólo en esta primera parte: agregan datos muy sabrosos. Es un aporte a responder a una pregunta concreta. En las palabras de Levitsky ¿Cómo puede el PJ ser simultáneamente tan débil y tan fuerte?

UNA "DES ORGANIZACIÓN ORGANIZADA" (1° PARTE)

Organización informal y persistencia de estructuras partidarias locales en el peronismo argentino*

Steven Levitsky
Assistant Professor of Government, Harvard University
Septiembre 2008

El Partido Justicialista (PJ) o “peronista” argentino representa desde hace tiempo un misterio para los analistas. Si bien su fuerza electoral está más allá de toda discusión, la debilidad e inactividad de la burocracia partidaria y de los cuerpos formales dirigenciales ha llevado a numerosos estudiosos a describir la organización de este partido como inexistente. Asimismo, algunos especialistas descalificaron al partido peronista original como un “cadáver”[1] o como “poco más que un apéndice de las instituciones estatales”[2] y en el mismo sentido, el PJ contemporáneo ha sido descripto como un “simple membrete”[3] o un “comité electoral” dirigido por un pequeño círculo de “operadores” en Buenos Aires.[4]

Otra mirada de la organización del PJ revela, sin embargo, una llamativamente distinta visión. El PJ contemporáneo conserva una enorme infraestructura de base y sus cerca de cuatro millones de miembros (afiliados) lo hacen uno de los partidos democráticos más grandes del mundo. Por otro lado, sus profundas raíces sociales y organizacionales en las clases bajas y trabajadoras de la sociedad le han posibilitado sobrevivir a décadas de proscripción, la muerte de su carismático fundador, y más recientemente, la negación de su tradicional programa socioeconómico.
¿Cómo puede el PJ ser simultáneamente tan débil y tan fuerte?

Una de las mayores razones de esta confusión es que cuando los analistas investigan al PJ tienden a buscar en el lugar equivocado. La atención en la debilidad de la estructura formal del PJ oscurece la vasta organización informal que lo rodea.[5] La organización peronista consiste en una densa colección de redes personales (que operan desde sindicatos, clubes, ONGs y a menudo desde la casa de los militantes) que están en gran medida desconectadas (y son autónomas) de la burocracia partidaria. Aunque estas redes no pueden ser encontradas en los estatutos y archivos del partido, proveen al PJ de una extensa conexión con las clases bajas y trabajadoras de la sociedad. No obstante la impresionante cantidad de literatura existente sobre el peronismo, escasa investigación se ha realizado acerca de la organización del PJ,[6] y virtualmente no se ha realizado ningún trabajo sobre la estructura informal del partido. Como resultado de esto, conocemos muy poco acerca de cómo funciona el PJ, particularmente en el ámbito local.

El presente artículo busca llenar ese vacío. Sacando provecho de información recolectada durante un vasto estudio de las organizaciones peronistas del Gran Buenos Aires, el artículo examina cómo funciona internamente el PJ y cómo está organizado. A su vez, está dividido en dos secciones. La primera resume los orígenes y la estructura contemporánea del partido peronista.
Desafiando caracterizaciones del partido como una organización débil y personalista, se sostiene que el PJ es mejor entendido como un informal partido de masas. Si bien el peronismo mantiene una poderosa infraestructura de base, una amplia base activista, y extensos vínculos con la clase baja y trabajadora, posee sin embargo, a diferencia de los prototípicos partidos de masas, una organización informal y altamente descentralizada.

La segunda sección examina la relación entre el PJ y Carlos Menem durante la década del noventa. Contrariamente a muchos informes convencionales, el artículo sostiene que la relación de Menem con el PJ de base estuvo siempre mediada por las poderosas organizaciones locales. Estas organizaciones proveyeron al gobierno de Menem con un surtido de beneficios políticos que incluyen vastos recursos humanos, canales para la implementación política, distribución de patronazgo y solución de problemas a nivel local. Sin embargo, también restringieron el liderazgo de Menem, limitando su capacidad de imponer candidatos y estrategias a las unidades inferiores. De hecho, estas unidades locales continuamente rechazaban o ignoraban las instrucciones provenientes desde el liderazgo nacional, siguiendo estrategias que poco tenían que ver con Menem o su programa neoliberal.

El hincapié del artículo en la estructura interna del PJ nutre dos objetivos analíticos más amplios. Primero, resalta la importancia del estudio de los patrones informales de la organización partidaria. En muchos partidos latinoamericanos, la organización que existe en “el territorio” difiere sustancialmente de aquella señalada en los estatutos, y por ende, las reglas formales y procedimientos son manipulados, e incluso ignorados. No obstante, relativamente poco esfuerzo ha sido realizado para investigar, conceptualizar, y teorizar acerca de estas entidades organizacionales. Por tanto, la investigación sobre las estructuras informales de los partidos latinoamericanos puede jugar un rol muy importante en la ampliación y redefinición de la literatura existente sobre partidos y organizaciones partidarias. Como esta literatura se basa casi enteramente en países industrializados,[7] donde los partidos tienden a ser relativamente más institucionalizados, incorpora poca variación sobre estas dimensiones. Este fracaso en incorporar un abanico más amplio de casos tiene importantes costos teóricos.[8] Los partidos con estructuras informales y fluidas reglas internas funcionan de manera diferente (y con diferentes consecuencias) que los partidos más institucionalizados o burocráticos.[9] Para poder calcular sistemáticamente estas diferencias, necesitamos un entendimiento más exhaustivo de cómo funcionan los partidos latinoamericanos. El presente artículo da un paso en esa dirección, al ir más allá de los estatutos partidarios y las organizaciones formales, para examinar las reglas informales del juego que estructura la vida interna del PJ.

Asimismo, este artículo también busca contribuir a la emergente literatura sobre políticas de reforma económica en Argentina. Los primeros análisis de la etapa menemista caracterizaron las reformas como un tipo de revolución neoliberal desde arriba, impuesto por un poderoso presidente actuando en las márgenes del PJ, los principales grupos de interés, la legislatura y otras instituciones democráticas.[10] De hecho, la presidencia de Menem fue caracterizada (así como las de Fernando Collor y Alberto Fujimori) como un casi arquetípico caso de “neopopulismo”.[11] Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que esto último habría sido algo exagerado. Por ejemplo, algunos investigadores han mostrado que la capacidad de Menem para imponer unilateralmente reformas fue en los hechos relativamente limitada, y la aprobación de las más importantes reformas requirió sustanciales concesiones a gobernadores, dirigentes laborales y empresariales, legisladores del PJ, y otros actores políticos y sociales clave.[12]

Asimismo, otros investigadores han desafiado la tesis de que el PJ se encontraba marginado con Menem, sosteniendo que el partido fue fundamental para el éxito de Menem tanto en la arena electoral como legislativa.[13] Los datos aquí presentados proveen más evidencia en esa dirección. Muestran no solo que el PJ permaneció activo en la década del noventa, sino también que la persistencia de fuertes organizaciones locales puso límites reales a la capacidad de liderazgo de Menem para transformar el partido desde arriba.

El artículo presenta datos de dos encuestas llevadas a cabo por el autor en 1997: 1) una encuesta de 112 agencias partidarias locales (unidades básicas, o UBs), basada en visitas a las UBs y entrevistas en profundidad con los militantes que las dirigían; y 2) una encuesta de 611 militantes partidarios, basada en un cuestionario de 39 puntos que fue distribuido a los militantes en cada una de las UBs encuestadas. Las encuestas se llevaron a cabo en la Capital Federal, donde predomina la clase media, y en las municipalidades del Gran Buenos Aires de La Matanza y Quilmes,[14] las cuales tienen una mayor población de clase baja y trabajadora. Las UBs fueron seleccionadas de forma de ser lo más representativas posible de la representación faccional interna, geográfica y socioeconómica de cada municipalidad. Aunque la Capital Federal, Quilmes y La Matanza no representen al país como un todo, los patrones organizacionales observados en esos distritos fueron confirmados por líderes partidarios y militantes de numerosas localidades del Gran Buenos Aires[15] y otras provincias industrializadas,[16] así como a través de visitas a un reducido número de unidades básicas en la ciudad capital provincial de San Miguel de Tucumán. Por lo tanto, hay razones para pensar que los hallazgos de este estudio puedan generalizarse, al menos, hacia adentro del peronismo urbano.[17]

Una organización informal: revisando la estructura del partido peronista

Los antropólogos Gerlach y Hine alguna vez observaron que los investigadores tienden a asumir que todas las organizaciones son jerárquicas y que tienen “una bien definida cadena de mando”.[18] De esta manera, “en las mentes de muchos, la única alternativa a una burocracia o a una organización líder-centralizada es ninguna organización en absoluto”.[19] Esto mismo ha sucedido en los estudios sobre el peronismo. Carente de una organización disciplinada, jerárquica y burocrática, que es característica de muchos otros partidos de clase obrera, el partido peronista no ha recibido casi ninguna atención académica. Los pocos análisis existentes sobre el PJ hacen hincapié en su estructura de liderazgo formal en el ámbito nacional.[20] Siendo esta estructura de hecho inoperante, una visita a las oficinas del partido nacional revela una burocracia altamente subdesarrollada. El más alto cuerpo ejecutivo del partido, el Consejo Nacional, carece de recursos sustanciales o de un staff profesional, posee escasa información sobre las agencias partidarias provinciales, y no tiene virtualmente ningún registro de sus propias actividades previas a 1990.[21] Más allá de un puñado de custodios y de personal administrativo de bajo nivel, la sede del partido nacional está generalmente vacía, al igual que las sedes provinciales y locales del partido que se encuentran en una situación aun mayor de inoperatividad.

A la luz de esta debilidad burocrática, los analistas a menudo han concluido que el PJ es una organización débil, o incluso inexistente, y que sus líderes partidarios mantienen con la base partidaria una relación personalista e inconsensuada.[22] De esta forma, aplicar los conocidos marcos conceptuales de investigadores europeos como Kirchheimer y Panebianco,[23] caracteriza al PJ como un partido “profesional-electoral”[24] o como “todo abarcativo”.[25]
Sin embargo, focalizar en la debilidad de la burocracia del PJ lleva a oscurecer el poder de la organización informal que lo rodea. El peronismo consiste en una vasta colección de redes informales que operan desde un grupo de diferentes entidades, que incluyen sindicatos, cooperativas, clubes, comedores, y a menudo hogares. Estas entidades informales son autoorganizadas y autooperativas, no aparecen en los estatutos del partido, raramente están registradas con las autoridades partidarias, y mantienen una casi total autonomía respecto a la burocracia partidaria. Sin embargo constituyen la mayor parte de la organización del PJ. Si, siguiendo a Sartori, definimos a un partido político como “cualquier grupo político que se presenta a elecciones, y es capaz de ubicar a través de elecciones candidatos para la función pública”,[26] entonces todas las subunidades peronistas (formales o informales) que participan en la política electoral, deberían ser consideradas parte de la organización del partido. Los estudios sobre el PJ que hacen hincapié en la estructura formal del partido pierden de vista esta infraestructura informal, y como resultado, descartan la mayor parte de la organización del partido.

Emplear la distinción de Panebianco entre partidos como “masa burocrática” y partidos como “profesionales electorales”,[27] sería tal vez más adecuada para describir al PJ como un partido de masas informal. Es un partido de masas en el sentido que mantiene una poderosa infraestructura de base, extensos vínculos con la clase baja y trabajadora, y una amplia membresía y base militante. Es informal en el sentido que las subunidades peronistas son autoorganizadas, carecen de una estructura organizacional standard, y generalmente no están integradas a (o sujetas a la disciplina de) la burocracia central del partido.

Las raíces de la informalidad: El peronismo como movimiento

Las raíces de la estructura informal del PJ residen en su particular historia. A pesar de que el peronismo se originó como un partido carismático[28] durante el primer gobierno de Perón (1946-1955), con una jerarquía centralizada, aunque no burocrática, basada en el liderazgo personalista de Juan Perón,[29] la organización cambió considerablemente después del derrocamiento de Perón en 1955. Proscripto e intermitentemente reprimido a lo largo del período 1955-1983, el peronismo se movió subterráneamente, sobreviviendo en los sindicatos, organizaciones de cuadros partidarios clandestinas, y miles de redes barriales militantes.[30] Sin embargo, a diferencia de otros partidos obreros proscriptos (como los comunistas franceses, los socialdemócratas alemanes, y la Acción Democrática venezolana), que sobrevivieron épocas de represión creando organizaciones jerárquicas y disciplinadas, el verticalismo del peronismo colapsó después de 1955, y la organización cayó en un estado descentralizado y semianárquico.

Los primeros actos de la resistencia peronista fueron “iniciativas atomizadas y espontáneas” llevadas a cabo en “ausencia de un liderazgo nacional coherente”.[31] Los peronistas operaron desde autoconstituidos “comandos” basados en uniones preexistentes, amistades barriales y redes familiares.[32] Los vínculos entre estos comandos locales fueron “como mucho tenues”,[33] y los cuerpos creados para coordinar sus actividades, como el Centro de Operaciones de Resistencia y el Grupo Peronista de Resistencia Insurreccional, fueron inefectivos.[34]

Con posterioridad a 1955, el peronismo se transformó en una estructura segmentada y descentralizada, que según Gerlach y Hine, puede ser caracterizada como un “movimiento”.[35] Los subgrupos peronistas se autoorganizaron con autonomía de cada uno de ellos y de las autoridades centrales. En el ámbito nacional, el peronismo fue poco más que “una federación laxa de diferentes grupos leales a Perón”,[36] que incluía sindicatos, organizaciones paramilitares de izquierda y de derecha,[37] y numerosos partidos provinciales “neoperonistas”.[38] Ningún grupo organizacional contuvo a estos subgrupos, y no emergió ninguna estructura central de autoridad con capacidad de coordinar sus actividades, disciplinarlos, o incluso definir quién era o no era peronista. Aunque Perón permanecía como el líder indisputado del movimiento, su autoridad estaba limitada a las decisiones principales, y los cuerpos que creó para representarlo, como el Consejo Superior de Coordinación y el Comando Táctico, eran rutinariamente ignorados por los sindicatos, los grupos paramilitares, y los jefes provinciales.[39] Si bien los peronistas que desobedecían las órdenes de Perón eran a veces expulsados del movimiento, esas expulsiones eran a menudo ignoradas y casi nunca eran permanentes.[40]

Después de un breve retorno al poder entre 1973 y 1976, el peronismo cayó nuevamente en un estado anárquico durante el período dictatorial de 1976 a 1983. El grueso de la actividad partidaria urbana migró a los sindicatos, pese a que muchos militantes también trabajaron dentro de un número de organizaciones clandestinas. Aunque las unidades básicas estaban cerradas, muchos continuaron operando desde “grupos de trabajo” informales. Otros “se refugiaron en organizaciones no gubernamentales”,[41] como las sociedades de fomento,[42] clubes barriales, comedores, y organizaciones religiosas.[43] Inclusive, otros trabajaron desde fachadas como los centros de estudiantes.[44] Aunque existen pocos datos sobre el peronismo clandestino durante el Proceso, el número de militantes que se incorporó en al menos esporádicas actividades políticas parece haber sido significativo.

De las unidades básicas encuestadas por el autor en 1997, el 58% estaba dirigida por un militante que militó en el peronismo durante la dictadura. Como resultado del trabajo clandestino, al colapsar el régimen militar en 1982, el peronismo rápidamente resurgió como una organización de masas. Las unidades básicas brotaron (aparentemente de la nada) por todo el país y ya a mediados de 1983 el PJ había afiliado a más de tres millones de miembros, lo que representaba más que el resto de los partidos combinados.[45]

A diferencia de períodos previos de dirigencia civil, durante las cuales las organizaciones peronistas ignoraron la actividad partidaria, el PJ sufrió después de 1983 un proceso de “partidización” sin precedentes. Como las elecciones comenzaron a ser percibidas como la única forma legítima de acceder al poder, prácticamente todas las subunidades peronistas se integraron dentro de la actividad partidaria a través de la participación en elecciones internas. Los sindicatos peronistas invirtieron fuertemente en la política partidaria,[46] lo mismo hicieron las anteriores organizaciones paramilitares como Guardia de Hierro, Comando de Organización (C de O), la Juventud Peronista (JP) y Montoneros.[47] Para mediados de la década del ochenta, a excepción de los sindicatos, la actividad peronista no partidaria había en gran medida desaparecido.

El proceso de “partidización” no fue, sin embargo, acompañado por un proceso de burocratización. Más que establecer una estructura burocrática, el PJ post `83 retuvo aspectos clave de su organización como movimiento. El peronismo reemergió después de la dictadura desde abajo hacia arriba y de una forma semianárquica. Los militantes establecieron sus propias unidades básicas sin la aprobación (e incluso el conocimiento) de la jerarquía partidaria. Ésta no solo no creó o financió unidades básicas, sino que tampoco pudo establecer quién podía crearlas, cuántas fueron creadas, o dónde estaban localizadas. Por otra parte, aunque si bien los sindicatos, los ex paramilitares, y numerosas redes territoriales informales entraron a la actividad partidaria en la década del ochenta, no abandonaron sin embargo sus formas organizacionales ni se integraron a la burocracia partidaria. En cambio, permanecieron autoorganizadas, creando, financiando y operando sus propias unidades básicas. Como resultado de esto, la organización nacional del PJ permaneció como una unión laxa y heterogénea de débiles facciones nacionales, paramilitares, organizaciones obreras y emergentes feudos provinciales.

Pese a que el período de renovación de 1987-1989 trajo algún grado de orden institucional al partido,[48] las reformas asociadas a este período fueron menos importantes de lo que habitualmente se cree. Durante dicho período, los reformistas (llamados Renovadores) dieron importantes pasos en pos de la democratización interna del PJ (como la introducción de elecciones directas para la selección de candidatos y líderes) y prestaron una atención a su estructura formal sin precedentes. Los órganos formales del partido, como el Consejo Nacional, se reunieron con más frecuencia y el partido comenzó a tener registro de sus actividades, y un gran esfuerzo se realizó para adherir a los estatutos partidarios. Sin embargo, aparte de la introducción de elecciones internas, la Renovación hizo poco para cambiar la forma en que el PJ realmente funcionaba en la práctica. Fracasaron para imponer una norma para la estructura organizacional del partido y fueron incapaces de crear una burocracia central efectiva, capaz de disciplinar a las organizaciones inferiores. En consecuencia, las subunidades permanecieron informales y relativamente autónomas.

El peronismo contemporáneo: Un partido de masas informal

De acuerdo a los estatutos partidarios que surgieron luego del proceso de reformas de 1987, el PJ contemporáneo se encuentra estructurado al estilo de los partidos de masas europeos, con una cadena burocrática y un comando que corre desde el Consejo Nacional pasando por las estructuras provinciales y municipales y finalizando en las unidades básicas barriales.[49] Sin embargo, en la práctica el partido parece más lo que un intendente peronista calificó como una “desorganización organizada”.[50] El PJ conserva una masiva organización con profundas raíces en las clases bajas y trabajadoras, pero estos vínculos continúan siendo no burocráticos, informales y altamente descentralizados.

Una organización de masas

Aunque ningún partido moderno “encapsula” a sus miembros en el mismo grado que lo hicieron algunos partidos de masas europeos de principios del siglo XX,[51] el PJ conserva lo que para los estándares contemporáneos sería una poderosa organización de masas. En primer lugar retiene una importante masa de miembros. Las afiliaciones al partido alcanzaron los 3,85 millones en 1993, lo que representaba un 18% del electorado.[52] La participación electoral interna del 54,2% excedió a las de las social democracias de la pos guerra en Austria, Alemania y Suecia.[53] Aunque la utilidad de estas comparaciones está limitada por el hecho de que la membresía al PJ supone un menor nivel de compromiso respecto al de los partidos de masas europeos,[54] esta inmensa masa de afiliados es no obstante impresionante.

En segundo lugar el PJ conserva una densa infraestructura territorial. A pesar de que el fracaso del partido en tener un registro de sus unidades básicas hace difícil medir correctamente la densidad de su organización, evidencia proveniente de La Matanza, Quilmes y San Miguel de Tucumán sugiere que la infraestructura de base del PJ continúa siendo extensa y densamente organizada. En 1997 estas tres localidades reunían aproximadamente una UB por cada 2000 residentes y más de dos UBs por kilómetro cuadrado.[55]

Tercero, el PJ continúa profundamente enclavado en las clases bajas y obreras por medio de sus vínculos con una variedad de organizaciones (formales e informales). En el nivel más básico, las organizaciones partidarias a nivel municipal conservan extensos vínculos con redes interpersonales en los barrios más humildes. En las zonas de clase baja, los “líderes naturales” o “solucionadores de problemas” son generalmente peronistas.[56] Aunque muchos de estos “líderes naturales” no son militantes full time, casi todos mantienen lazos (a través de amigos, vecinos, o parientes) con las redes partidarias informales. Estos lazos son periódicamente activados tanto “desde abajo”, como “desde arriba”: los “solucionadores de problemas” los utilizan para tener acceso a recursos gubernamentales, mientras que los “punteros” locales los utilizan para reclutar gente para elecciones o movilizaciones.[57]

En el mismo sentido, las organizaciones partidarias locales también mantienen vínculos con un abanico de organizaciones sociales. Históricamente las más importantes han sido los sindicatos. Si bien la influencia de éstos en el PJ ha declinado considerablemente desde mediados de la década del ochenta, la mayoría de ellos permaneció activo en la política a nivel local hasta avanzados los años noventa. De 36 sindicatos locales relevados por el autor en 1997, 33 (92%) participó de la actividad partidaria ese año.[58] Las organizaciones del PJ también están relacionadas con una variedad de movimientos sociales urbanos, como ocupadores de viviendas y organizaciones villeras (de las villas miseria). En la Capital Federal, por ejemplo, la mayoría de las organizaciones villeras está dirigida por militantes del PJ, y organizaciones de habitantes de villas miseria, como Movimiento Villero y Frente Social, mantienen estrechos lazos con el PJ. En La Matanza, cinco de las 31 UBs encuestadas estaban vinculadas a asentamientos ocupados, y el coordinador de la Mesa de Asentamientos Ocupados, que proclamó representar 60 organizaciones villeras, es militante del PJ local.[59]

Las organizaciones justicialistas de base están asimismo vinculadas a una serie de organizaciones no gubernamentales, que incluyen sociedades de fomento, cooperativas escolares, y comedores.

[60] Por ejemplo, dirigentes villeros de la Capital Federal estiman que “setenta u ochenta por ciento” de los 150 comedores de la ciudad están dirigidos por peronistas.[61] Similares estimaciones han sido realizadas para los distritos del Gran Buenos Aires de Hurlingham, Lanús y Quilmes.[62] En cambio, un número más pequeño de unidades básicas está relacionado con organizaciones religiosas. Por último, muchas organizaciones peronistas mantienen vínculos con clubes locales y barriales.[63] En este sentido son de particular importancia los clubes de fútbol locales (especialmente los de segunda división o “B”). Los líderes utilizan a menudo a fanáticos de clubes para campañas, pintadas callejeras, y en algunas ocasiones, intimidar oponentes. Son muchos los casos de vínculo tipo partido-club en Capital Federal y Gran Buenos Aires. Por ejemplo, el control del dirigente sindical Luis Barrionuevo en el club de fútbol Chacarita, le sirvió para establecer una poderosa base política en el Gran Buenos Aires. En La Matanza, el partido local utiliza fanáticos del club Laferrere para movilizaciones y pintadas.[64] Estos vínculos son comunes también en las provincias del interior. En Tucumán, por citar un ejemplo, los dos principales clubes de fútbol estaban controlados por peronistas a fines de los años noventa.[65]

En conjunto, más de la mitad (56,7%) de las UBs encuestadas por el autor evidenciaron vínculos con una o más instituciones sociales, y más de un tercio (36,5%) estaban relacionadas con dos o más de esas entidades. Estos datos están resumidos en el Cuadro 1. De las UBs encuestadas, 22,1% tenían vínculos con escuelas o cooperativas infantiles, 20,2% estaba relacionada con comedores u otras organizaciones de ayuda, 14,4% tenía vínculos con sindicatos, 8,7% con organizaciones eclesiásticas, y 6,7% con organizaciones de asentamientos ilegales.

Cuadro 1.
Vínculos sociales de las unidades básicas relevadas en Capital Federal y Gran Buenos Aires*


*No hubo información disponible para ocho de las UBs relevadas.

(Traducción del inglés: Lic. Juan López Chorne )

NOTAS:[1] Félix Luna, Perón y su tiempo, (Buenos Aires, 1984), p.60. Luna escribe que “nadie es capaz de escribir la historia del partido peronista entre 1946 y 1955 porque ésta nunca existió” [N del T: los encomillados representan la traducción de las citas del autor y no así, la reproducción de los textos escritos en español citados]
[2] Marcelo Cavarozzi, Peronismo y Radicalismo: transiciones y perspectivas (Buenos Aires, 1988), p.4. Para una crítica de esta visión ver Moira Mackinnon, “Sobre los orígenes del partido peronista: Notas introductorias”, en W. Ansaldi, A. Pucciarelli, y J. Villareal, Representaciones inconclusas: Las clases, los actores, y los discursos de la memoria, 1912-1946 (Buenos Aires, 1995).
[3] Gabriela Cerruti, El Jefe: Vida y Obra de Carlos Saúl Menem (Buenos Aires, 1993), p.338.
[4] Marcos Novaro, “Menemismo y peronismo: Viejo y nuevo populismo”, en Ricardo Sidicaro y Jorge Mayer (eds.), Política y sociedad en los años de Menem (Buenos Aires, 1995), p.60; y Vicente Palermo y Marcos Novaro, Política y poder en el gobierno de Menem (Buenos Aires, 1996), pp. 370-376.
[5] Este foco en la organización informal fue inspirado por la reciente discusión de Guillermo O´Donnell sobre instituciones informales en regímenes democráticos. Ver O´Donnell, “Illusions About Consolidation”, Journal of Democracy, vol. 7, no. 2 (1996), pp. 34-51.
[6] Algunas excepciones incluyen a Vicente Palermo, Democracia Interna en los Partidos (Buenos Aires, 1986) y Ana María Mustapic, “El Partido Justicialista: Perspectiva histórica sobre el desarrollo del partido. La estructura del partido”, manuscrito no publicado, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, 1996.
[7] Por ejemplo, Maurice Duverger, Political Parties: Their Organization and Activity in the Modern State (New York, 1954/1963); Angelo Panebianco, Political Parties: Organization and Power (Cambridge, 1988); Herbert Kitschelt, The Transformation of European Social Democracy (New York, 1994), Richard S. Katz y Peter Mair, How Parties Organize: Change and Adaptation in Party Organizations In Western Democracies (London, 1994).
[8] Scott Mainwaring puntualiza algo similar en su reciente trabajo sobre el sistema político brasileño (Mainwaring, Rethinking Party System in the Third Wave of Democratization: The case of Brazil (Stanford, 1999), pp. 21-25).
[9] Ver Steven Levitsky “Crisis, Party Adaptation, and Regime Stability in Argentina”, Party Politics, vol. 4, no. 4 (1998), pp. 445-470; Mainwaring, Rethinking Party Systems in the Third Wave of Democratization.
[10] Guillermo O´Donnell, “Delegative Democracy”, Journal of Democracy, vol.5, no 1 (1994), pp. 55-69; Christopher Larkins, “The Judiciary and Delegative Democracy in Argentina”, Comparative Politics, vol. 30, no 4 (1998), pp. 423-442; Larry Diamond, Developing Democracy: Toward Consolidation (Baltimore, 1999), pp. 34-35.
[11] Kenneth Roberts, “Neoliberalism and the Transformation of Populism in Latin America”, World Politics, vol. 48, no. 1 (1995), pp. 110-112; Kurt Weyland, “Neopopulism and Neoliberalism in Latin America”, Studies in Compartive International Development, vol. 31, no. 4 (1999), pp. 379-401.
[12] Pablo Gerchunoff y Juan Carlos Torre, “La política de liberalización económica en la administración de Menem”, Desarrollo Económico, vol. 36, no.143 (1996): 733-768; Palermo y Novaro, Política y poder en el gobierno de Argentina; Edward L Gibson, “The Populist Road to Market Reform: Policy and Electoral Coalitions in Mexico and Argentina”, World Politics, vol. 49, no. 3 (abril 1997), pp. 339-370; Edward L. Gibson y Ernesto Calvo, “Electoral Coalitions and Market Reform: Evidence from Argentina”, Trabajo presentado en el XX Congreso Internacional de la Latin American Studies Association, Guadalajara, México, 17-20 de abril, 1997; Sebastián Etchemendy y Vicente Palermo, “Conflicto y concertación: Gobierno, Congreso y organizaciones de interés en la reforma laboral del primer gobierno de Menem”, Desarrollo Económico, vol. 37, no 148 (1998), pp. 559-590; Mariana Llanos, “El presidente, el congreso y la política de privatizaciones en la Argentina”, Desarrollo Económico, vol. 38, no. 151 (1998).
[13] Gibson, “The Populist Road to Market Reform”; Steven Levitsky, “From Laborism to Liberalism: Institutionalization and Labor-Based Party Adaptation in Argentina, 1983-97”, Disertación de Doctorado (Departamento de Ciencia Política, University of California, Berkeley, 1999); Javier Corrales, “Presidents, Ruling Parties, and Party Rules: A Theory on the Politics of Economic Reform in Latin América”, Comparative Politics, vol. 32, no. 2 (enero 2000), pp. 127-150.
[14] La Matanza y Quilmes fueron seleccionadas por ser relativamente representativas del peronismo del Gran Buenos Aires. Ambos distritos están cerca de la media en diversas dimensiones demográficas y socioeconómicas, y cada uno posee características propias del primer y segundo “cinturón”. El primer cinturón representa una zona más establecida e industrializada, con una mayor población de clase media y trabajadora, mientras que el segundo cinturón es más pobre, menos desarrollado, y poblado por un mayor número de migrantes internos. Muchos de estos migrantes viven en Villas Miseria. Aunque el PJ es fuerte en ambos cinturones, es particularmente dominante en el segundo.
[15] Incluye Avellaneda, Berazategui, Hurlingham, Ituzaingo, José C. Paz, Lanús y Tres de Febrero.
[16] Incluye Córdoba, Mendoza y Santa Fe.
[17] Las entrevistas con líderes y militantes de las áreas rurales sugieren que esos patrones se extienden también a esas áreas, sin embargo la falta de datos limita nuestra capacidad para generalizar con certeza sobre el peronismo periférico.
[18] Luther P. Gerlach y Virginia H. Hine, People, Power, Change: Movements of Social Transformation (New York, 1970), p. 33.
[19] Gerlach y Hine, People, Power, Change, p.34.
[20] Alberto Ciria, “Peronism and Political Structures, 1945-55”, en Ciria (ed), New Perspectives on Modern Argentina (Bloomington, 1972); Ciria, Política y Cultura Popular: la Argentina Peronista, 1946-55 (Buenos Aires, 1983); Carlota Jackisch, Los Partidos Políticos en América Latina: Desarrollo, estructura y fundamentos programáticos. El caso argentino, (Buenos Aires, 1990); Mustapic, “El Partido Justicialista”.
[21] Cuando el recientemente creado Instituto Juan D. Perón se contactó con la sede partidaria en 1997 para invitar a los miembros del Consejo Nacional a su inauguración, los administrativos del partido fueron incapaces incluso de facilitar los teléfonos o direcciones del cuerpo de miembros.
[22] Marcos Novaro, Pilotos de Tormentas: crisis de representación y personalización de la política en Argentina (1989-1993) (Buenos Aires, 1994), pp. 76-89; Palermo y Novaro, Política y Poder, pp. 370-376; Weyland, “Neopopulism and Neoliberalism in Latin America”.
[23] Otto Kirchheimer, “The Transformation of West European Party System”, en Joseph La Palombara y Myron Weiner (eds.), Political Parties and Political Development (Princeton, N.J., 1996), pp. 177-200; Panebianco, Political Parties, pp. 264-267.
[24] Novaro, “Peronismo y Menemismo”, pp. 59-60.
[25] Eugenio Kvaternik, “El Peronismo de los `90s: un análisis comparado”, Agora, no 3 (1995), p.9; Mustapic, “El Partido Justicialista”, p.74.
[26] Giovanni Sartori, Parties and Party Systems: A Framework for Analysis (Cambridge, 1976), p. 64.
[27] Panebianco, Political Parties, pp. 264-267.
[28] Sobre partidos carismáticos, ver Panebianco (1988).
[29] Para el análisis de los principios del peronismo, ver Walter Little, “Party and State in Peronist Argentina”, Hispanic American Historial Rewiew vol. 53, no 4 (1973), pp. 644-662; Ciria, Política y Cultura Popular; Susana Elena Pont, Partido Laborista: Estado y Sindicatos (Buenos Aires, 1984); Juan Carlos Torre, La Vieja Guardia Sindical y Perón: Sobre los orígenes del peronismo (Buenos Aires, 1990); Mackinon, “Sobre los orígenes del partido peronista”.
[30] Los militantes formaron las “unidades básicas andantes”, que iban de casa en casa realizando encuentros bajo la cortina de “asados” o fiestas de cumpleaños. Estos grupos encararon una variedad de actividades clandestinas, incluyendo grupos de estudio, “encuentros iluminadores” (en los que los militantes se encontraban en alguna esquina, cantaban la Marcha Peronista, y luego se iban), brigadas nocturnas de graffitis, misas por Evita, y distribución de literatura en partidos de fútbol.
[31] Daniel James, Resistance and Integration: Peronism and the Argentine Working Class, 1946-1976 (New York, 1988), pp. 51-52.
[32] Daniel James, Resistance and Integration,p.78
[33] Daniel James, Resistance and Integration, p.78.
[34] Daniel James, Resistance and Integration, p. 143-144.
[35] Gerlach y Hine, People, Power, Change. Según Gerlach y Hine, los movimientos pueden distinguirse de las organizaciones burocráticas porque son segmentados y descentralizados (pp. 33-45). Son segmentados porque las subunidades son mayoritariamente autónomas entre sí y no interactúan regularmente (pp. 41-42). Son descentralizadas porque las subunidades no están integradas a la jerarquía central. Por lo tanto, ninguna autoridad central puede “tomar decisiones encomendando a todos los participantes del movimiento” (p.36).
[36] Daniel James, Resistance and Integration, p.184.
[37] Incluye al Comando de Organización y a la Guardia de Hierro por la derecha y a Montoneros, Descamisados y las Fuerzas Armadas Peronistas por la izquierda.
[38] Los neoperonistas eran organizaciones peronistas que competían en las elecciones provinciales bajo etiquetas partidarias inventadas, como Unión Popular, Partido Populista y Justicia Social. Estos partidos no se juntaron en una única organización nacional, sino que estaban fragmentadas en autónomas (y disputantes) organizaciones. Ver María Fernanda Arias y Raúl García Heras, “Carisma Disperso y Rebelión: Los partidos neoperonistas”, En Samuel Amaral y Mariano Ben Plotkin (eds.), Perón: del exilio al poder (Buenos Aires, 1993).
[39] Ver María Fernanda Arias y Raúl García Heras, “Carisma Disperso y Rebelión”; Miguel Bonasso, El presidente que no fue: Los archivos ocultos del peronismo (Buenos Aires, 1998).
[40] Un ejemplo es el caudillo catamarqueño Vicente Saadi, quien fue expulsado dos veces. En 1958, Saadi fue expulsado después de desobedecer la orden de Perón de apoyar a Arturo Frondizi en las elecciones presidenciales de ese año. No obstante, Saadi retuvo el control del peronismo catamarqueño, y en 1961, fue reinstituido al partido. En el mismo sentido, cuando Perón expulsó a los Montoneros en 1974 , el líder Montonero Dardo Cobo declaró: “Nadie tiene el derecho a echarnos. Nadie puede expulsarnos” (Citado en Liliana de Riz, Retorno y Derrumbe: el último gobierno peronista (Buenos Aires, 1981), pp.153-154[N del T: los encomillados representan la traducción de las citas del autor y no así, la reproducción de los textos escritos en español citados].
[41] Entrevista del autor con Aníbal Stela, líder del PJ en La Matanza, 16 de julio de 1997.
[42] Centros barriales de desarrollo no gubernamentales.
[43] En Tucumán los peronistas operaron desde “centros barriales” en áreas de clase baja, mientras que en las villas miseria de Capital Federal, crearon “juntas barriales” y comedores.
[44] Por ejemplo, una facción importante de Río Negro militó desde el “Instituto de Estudio de Río Negro”.
[45] Clarín, 23 de abril, 1983, p. 6 y 21 de julio, 1983, p. 4. Dada la imposibilidad del partido para acceder a recursos estatales, esta inicial explosión de activismo partidario se basó principalmente en incentivos colectivos y no materiales. Aunque los sindicatos (que sí tenían acceso a recursos estatales) jugaron un rol importante en el financiamiento del partido a principios de la década del ochenta, un gran número de militantes estaban vinculados al partido por compartir una ideología e identidad. Éstos fueron generalmente reclutados por medio de redes familiares y de amistad por organizaciones sociales como sindicatos, cooperativas, clubes y organizaciones religiosas.
[46] En un relevamiento de 39 sindicatos nacionales, llevado a cabo por el autor, 35 reportaron haber participado en política en la década del ochenta, y 31 reconocieron haber ubicado miembros en las listas parlamentarias del PJ o como líderes partidarios. Esta evidencia contrarresta el postulado de James McGuire acerca de que dos de las cuatro facciones sindicales peronistas (los Ubaldinistas y los “15”) no participaron de la actividad partidaria en la década del ochenta (Mcguire, “Union Political Tactics and Democratic Consolidation in Alfonsín`s Argentina, 1983-1989”, Latin American Reseach Review, vol. 27, no. 1 (1992), pp. 62-65). Mientras que es cierto afirmar que esas organizaciones no actuaron junto al partido en el ámbito nacional, los sindicatos individuales dentro de esas facciones participaron de hecho activamente.
[47] Guardia de Hierro estableció poderosas facciones territoriales en distritos urbanos como Capital Federal, Buenos Aires, y Santa Fe, obteniendo seis escaños en el Congreso y la gobernación de Formosa. Los Montoneros, aliados con el caudillo catamarqueño Vicente Saadi crearon una facción partidaria a nivel nacional llamada Intransigencia y Movilización, la cual se sostuvo en las redes montoneras y fue ampliamente financiada por éstos. Asimismo C de O participó activamente en elecciones internas y obtuvo la elección de Alberto Brito Lima en el Congreso. Incluso las facciones más movilizadas de la Juventud Peronista, como la de Juan Carlos Dante Gullo, participaron regularmente de elecciones internas después de 1983.
[48] Mustapic, “El Partido Justicialista”, pp. 67-68; Marcos Novaro y Vicente Palermo, Los caminos de la centro-izquierda: Dilemas y desafíos del FREPASO y la Alianza (Buenos Aires, 1998), pp. 47-52.
[49] La jerarquía partidaria formal consta de cuatro niveles: (1) el liderazgo nacional, que incluye al Consejo Nacional y al congreso partidario; (2) Comités provinciales, que generalmente son dirigidos por consejos partidarios provinciales; (3) Comités municipales, que son dirigidos por consejos municipales; y (4) Unidades básicas barriales. El más alto cuerpo de autoridad es el congreso partidario, que tiene el poder para determinar el programa partidario, modificar la carta partidaria, e intervenir en las autoridades provinciales. El liderazgo diario del partido es realizado por un Consejo Nacional de 110 miembros y su Junta de 32 miembros ejecutivos (Partido Justicialista, Carta Orgánica Nacional (Buenos Aires, 1991), artículos 20-21).
[50] Entrevista del autor con Juan José Álvarez, intendente de Hurlingham, 18 de julio de 1997. El líder partidario local, José Montenegro describió al PJ como una “gigante red informal” (entrevista del autor, 26 de agosto de 1997). Según Montenegro “algunos peronistas trabajan en unidades básicas, otros en sus casas y otros en sociedades de fomento. Pero todos son parte de la red. Ésta está siempre presente, a veces latente, pero siempre lista para ser activada”.
[51] Giovanni Sartori, “European Political Parties: The Case of Polarized Pluralism”, en Robert Dahl y D.E. Neubauer (eds.), Readings in Modern Political Analysis (New York, 1968), pp. 122-123; E. Spencer Wellhofer, “Strategies for Party Organization and Voter Mobilization: Britain, Norway, and Argentina”, Comparative Political Studies, vol. 12, no. 3 (1979), pp. 169-204.
[52] Mark Jones, “Evaluating Argentina`s Presidential Democracy: 1983-1995”, en Scott Mainwaring y Mathew Soberg Shugart (eds.), Presidentialism and Democracy in Latin America (New York, 1997), p. 274.
[53] Stefano Bartolini y Peter Mair, Identity, Competition, and Electoral Availability (Cambridge, 1990), p. 234.
[54] Por ejemplo, los peronistas no pagan cuotas regulares.
[55] En La Matanza, donde hay aproximadamente 700 UBs, se estima que hay una UB por cada 1754 residentes y 1,8 UBs por kilómetro cuadrado. En Quilmes, donde hay aproximadamente 300 UBs, se estima que hay una por cada 1822 residentes y 3,28 UBs por kilómetro cuadrado. (Basado sobre datos demográficos del Informe de Coyuntura, La Plata, noviembre-diciembre 1996, p. 98). En San Miguel, el PJ tiene aproximadamente 250 UBs, lo que es equivalente a aproximadamente una por cada 2400 residentes.
[56] Para un esclarecedor informe sobre “redes de solucionadores de problemas”, ver Javier Auyero, “The Politics of Survival: Problem-Solving Networks and Political Culture Among the Urban Poor in Contemporary Buenos Aires”, disertación de doctorado, New School for Social Research, New York, 1997.
[57] Hay un lado oscuro en este clivaje social. Como los barrios pobres urbanos son con frecuencia centro de actividades ilícitas como tráfico de drogas, prostitución y apuestas, las redes peronistas están inevitablemente ligadas a estas actividades. Pese a la dificultad de obtener datos sobre las redes ilícitas peronistas, es ampliamente reconocido que las facciones peronistas de La Matanza están vinculadas al narcotráfico, las apuestas, la prostitución y la extorsión. Por ejemplo, redes de trabajadores temporarios del Mercado Central de La Matanza, que son regularmente movilizados por facciones peronistas para pintar grafitos y asistir a movilizaciones, están también sospechados de estar involucrados en el tráfico de drogas y en otras actividades criminales, incluyendo la golpiza a un periodista que estaba escribiendo un libro sobre Eduardo Duhalde, gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
[58] Todos los sindicatos relevados se encuentran en Capital Federal, La Matanza, y Quilmes.
[59] Entrevista del autor con Raúl Tuncho, 30 de agosto de 1997. En el mismo sentido, en la zona de San Francisco Solano en Quilmes, donde 20.000 personas realizaron asentamientos durante el Proceso, la organización política Justicia Social se unió al peronismo a principios de la década del ochenta (Luis Fara, “Luchas Reivindicativas Urbanas en un contexto autoritario”, en Elizabeth Jelin (ed.), Los nuevos movimientos sociales (Buenos Aires, 1989), pp. 184-185).
[60] En Quilmes, por ejemplo, la mayoría de las aproximadamente 150 sociedades de fomento está dirigida por peronistas. La Federación de Sociedades de Fomento de Quilmes, que dice representar a 90 sociedades, se vinculó al PJ a través de la creación del Centro Justicialista de Comunidades Organizadas y ubicando a su presidente, Cornelio Melgares, en el liderazgo del PJ local (entrevistas del autor con Cornelio Melgares, 2 de abril de 1997, y con José Luis Saluzzi director de Entidades No Gubernamentales de Quilmes, 4 de septiembre de 1997).
[61] Entrevistas del autor, 31 de mayo de 1997.
[62] Los datos de Hurlingham están basados en la entrevista del autor con el intendente de esa localidad, Juan José Álvarez, el 18 de julio de 1997. Los datos de Lanús se basan en la investigación de Javier Auyero (comunicación personal). Los de Quilmes en la entrevista del autor con José Luis Saluzzi, director de Entidades No Gubernamentales de Quilmes, 4 de septiembre de 1997.
[63] En La Matanza, tres de los más grandes clubes (Almirante Brown, Huracán, y Laferrere) tienen estrechos vínculos con el PJ. En el barrio capitalino de Caballito, militantes del Frente de Unidad Peronista han dirigido al club Ferrocarril Oeste y al club Italiano desde la década del setenta.
[64] En la Capital Federal, el concejal Raúl Padró utiliza a fanáticos del club Defensores de Belgrano como una base organizacional, mientras que los vínculos de la UOM con fanáticos del club Nueva Chicago fortalecen su presencia política en Mataderos y otros barrios del sur de Capital Federal. En Lomas De Zamora, facciones del PJ mantienen estrechos lazos con el club Banfield, y en Lanús, el club local está vinculado al intendente del PJ Manuel Quindimil.
[65] Uno de estos clubes, Atlético Tucumán, estaba dirigido por el senador del PJ (y posteriormente gobernador) Julio Miranda. En el mismo sentido, en San Juan, el control sobre el club San Martín ayudó a lanzar las carreras políticas del legislador Juan José Chica Rodríguez y del gobernador peronista Jorge Escobar.