26 jul 2008

EXPOSICIÓN EN EL SENADO ANTES DEL RECHAZO DE LAS RETENCIONES DEL ACTUAL SECRETARIO DE AGRICULTURA

PLENARIO DE LAS COMISIONES DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA Y DE PRESUPUESTO Y HACIENDA.

10 de julio de 2008

Exposición del presidente del INTA, ingeniero agrónomo Carlos Alberto Cheppi.

Buenos días a todos y muchas gracias por la invitación.

Primero haré algunos comentarios muy generales sobre el INTA. Quizá en otra oportunidad podremos pactar una reunión específica para hablar de lo que hemos hecho en el INTA, porque realmente es mucho.

Pero voy a tratar de resumirlo en esta ocasión.

Me voy a referir ahora a algo que ya ha planteado el señor De Urquiza. El INTA empieza a perder presupuesto significativamente a partir del año 98, llegando a 2002 en su peor situación presupuestaria. Ese año, como ustedes saben, el Congreso dictó la nueva ley de financiamiento del INTA. A partir de 2003 empieza un proceso de recuperación, acompañado de una decisión política muy fuerte de recomponer el Estado en general, de lo que obviamente el INTA no escapó.

En 2002, el INTA tenía un presupuesto de 100 millones de pesos, de los cuales 98 millones eran para personal, que además estaba muy mal pago. En el año 2008 vamos a concluir entre 730 y 750 millones, como había expuesto Javier. Hemos tenido un refuerzo presupuestario hace un mes. Vamos a terminar ejecutando alrededor de 850 millones de pesos. O sea que el INTA en estos cinco años prácticamente ha multiplicado por más de ocho su presupuesto.

En 2004, en función de esta situación, realizamos un plan estratégico institucional, que llevó tiempo porque fue acordado con todos los sectores, obviamente con el sector agropecuario, pero también hubo mucho trabajo con las provincias.

En ese plan estratégico nos propusimos tres cosas fundamentales. Una, recomponer inversiones. El INTA venía de un proceso de más de quince años de inversiones muy parciales y con proceso muy grande de desfinanciamiento.

Por otro lado, el tema del personal. Para el año 2003 el promedio de edad de nuestros técnicos era de 55 años, prácticamente no había jóvenes en el sistema, por lo cual iniciamos un rápido proceso de incorporación de recursos humanos jóvenes, que ha alcanzado a más de 1700 técnicos en estos cuatro años.

Pero, además, reformulamos el escalafón institucional. Fue el primer organismo público que logra el convenio colectivo en el marco del Estado. Hoy podemos decir que lo que se paga a nuestra gente compite bastante bien con el sector privado. De hecho, no se nos está yendo gente, como sí nos ocurría años anteriores, y en mucha cantidad.

En este proceso pasamos de unos 3000 empleados a 7000 en este momento. El INTA duplicó –y más— su planta.

Hubo una fuerte incorporación de técnicos al área de extensión rural, que era la que más había sido afectada en los 90. Se acordaron de varios intentos de privatización, por lo menos de tratar de sacarnos la extensión agrícola.

Como no pudieron lograrlo, se desfinanció muchísimo, a tal punto que en cinco años, si no hubiéramos llevado a cabo esta política, el INTA se hubiera jubilado, porque la edad promedio de nuestros técnicos era de 55 años, como señalé anteriormente. Hoy ese promedio ha bajado a menos de 40 años de edad.

Sin embargo, persiste un problema: hay gente a punto de jubilarse. Entre este segundo semestre y el primero del que viene en el INTA se jubilan 600 personas, de las que una alta proporción son doctorados.

Por eso es que iniciamos este proceso de formación de recursos humanos jóvenes. Hoy estamos en pleno proceso de formación de más de 800 posgrados, que era gente que había entrado en estos últimos años, muchos de los cuales ya han concluido su posgrado y están haciendo su doctorado, pero ya incorporados a la planta del INTA.

En este proceso de formación de recursos humanos mucha gente fue al área de extensión rural, en el campo, apoyando fundamentalmente a los pequeños productores. No me voy a extender demasiado en este punto porque lo hará el señor Catalano cuando hable del Plan Social, quien además coordina el Centro de Investigación para la Pequeña Agricultura Familiar, que creamos en 2005.

El INTA históricamente trabajó para medianos productores –esto también hay que decirlo—, y en el mejor de los casos adaptando la tecnología para los más pequeños. Cuando me refiero a los más pequeños, me refiero a los “pequeños—pequeños”.

Me parece que hay un poco de confusión respecto de quién es un pequeño productor y quién no. Pero, como dije, el señor Catalano profundizará este tema.

Nos estamos refiriendo a aquellos productores del NOA y NEA que tienen entre 3 y 5 hectáreas, incluso algunos tienen sólo una—, que tienen entre 10 y 15 hectáreas promedio en Misiones. También en la Región Pampeana, que los hay, que están en general alrededor de los pueblos y ciudades del interior.

Este sector ronda los 150 mil productores en el país. Como dijo el señor De Urquiza recién, hemos trabajado juntos alrededor del Foro Nacional de Agricultura Familiar y muchas otras organizaciones que se están incorporando. No había desarrollo de investigación específicamente para este sector.

En este momento, y en acuerdo con la provincia de Formosa, ya está funcionando un centro, que demandó una inversión. Estamos por inaugurar una nueva unidad en la Posta de Hornillos, en la Quebrada de Humahuaca, que abarca todo el NOA. La unidad de Formosa, en Laguna Naineck, es para el NEA.

Generamos otro instituto aquí, en el Parque Pereyra, en La Plata, que abarca básicamente la pequeña producción de la agricultura pampeana, pero también está trabajando en agricultura urbana.

Por otro lado, tenemos la decisión política tomada de hacer un nuevo instituto, en convenio con la provincia de Neuquén. En estos años ya teníamos la decisión, pero no pudimos realizarlo con el anterior gobierno. Lo estamos haciendo en este momento. Está definido el lugar.

Vamos a empezar la construcción, seguramente, el año que viene, pero vamos a disponer la gente antes de fin de año.

Un quinto centro se hará en la provincia de San Juan, sobre lo cual también ya hemos acordado con su gobernador.

Lo importante de estos centros es que los estamos haciendo en acuerdo con las provincias, utilizando universidades locales, con otro formato.

Pero, reitero, estamos hablando de investigación exclusivamente para la pequeña agricultura.

No estamos hablando de los productores de 100 a 200 hectáreas, de los cuales hablaremos posteriormente, que también son pequeños pero en otro contexto.

Ese es un trabajo que hemos realizado.

El otro punto, para más o menos concluir este pantallazo general de la política que hemos llevado a cabo desde el INTA, está relacionado a este aumento presupuestario muy significativo.

Diría que hoy el INTA tiene el presupuesto más alto de su historia, y no tengo ninguna vergüenza en decirlo, porque sumado a los recursos propios que generamos y a los que obtenemos del ahora Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva, el INTA tiene muchos más de 300 millones de dólares de presupuesto, de los cuales menos del 50 por ciento –tomado globalmente— va a personal.

Decíamos que del presupuesto de 100 millones el 98 por ciento se destina a personal. O sea, estamos en una situación muy ventajosa, les diría, comparándonos con todos los institutos de investigación similares al INTA de Iberoamérica.

Este es un dato muy relevante. Es una decisión política para una política agropecuaria.

Parece que esto se ignora generalmente, como si el INTA fuera una isla que se financia por alguna nube que aparece y nos da el financiamiento. No, señores, es financiamiento del Estado argentino, votado también en este Congreso.

El tercer punto se refiere a las inversiones. Desde el año 2003 en adelante hemos invertido más de 100 millones de dólares. Se realizó un fuerte proceso de inversión en infraestructura, porque era totalmente obsoleta. Estamos inaugurando laboratorios en todo el país.

De este proceso de inversiones, alrededor del 60 por ciento se realiza en las provincias, fuera de las áreas pampeanas. Hay un proceso muy fuerte de inversión en laboratorios de alta complejidad en el interior del país. Ustedes que vienen de las provincias saben que esto es así.
 Esta inversión se ha realizado, hasta este año, con presupuesto propio. No debemos nada.
 No se hizo con créditos.

Ahora estamos planteando, para los próximos cinco años, tomar un crédito del BID. Por los números que estamos manejando, este crédito, después de los cinco años de gracia que está otorgando el BID en este momento, y a una tasa del 6 ó 7 por ciento anual en dólares, no nos va a significar más del 7 por ciento del presupuesto cuando tengamos que pagarlo ¿Por qué tomamos el crédito en este momento? Si tenemos que seguir sacándole al presupuesto del INTA 30 ó 40 millones de dólares, que es lo que estamos invirtiendo anualmente, obviamente que resentimos el proceso de funcionamiento, a partir de que hemos duplicado nuestra planta y de que, desde el año pasado, muchos de los jóvenes que hemos incorporado pasan a tener su postgrado, a tener grupos a cargo y nuevos becarios. Por eso es que no podemos resentir ese funcionamiento.

En términos generales, diría que esto es un pantallazo. Imagínense que hay muchísimas cosas para charlar en más detalle, pero nos llevaría mucho tiempo. Me ofrezco a discutirlo, inclusive regionalmente, cuando quieran.

Hay mucho trabajo que se está realizando en este momento. Esto implicó un replanteo fuerte a la forma de planificar la institución y de definir las prioridades.

Hay un último punto. Hay un enfoque muy fuerte hacia el desarrollo. Nos hemos autoimpuesto la obligación de negociar sí o sí con las provincias y con los municipios.

Para los que no conocen todo, el INTA tiene en este momento cuarenta y siete estaciones experimentales, diecisiete centros de investigación y más de trescientas cincuenta agencias de extensión, que se venían cerrando hasta el año 2003.

Hemos abierto muchas nuevas, con buena infraestructura. De hecho, de la inversión que se realizará próximamente, más del 30 por ciento de los 170 millones de dólares que pensamos invertir, se destinarán al área de extensión a generar nuevas agencias, con vivienda y con recursos de informática.

Se realizará una fuerte inversión en el ámbito de las comunicaciones en el INTA. Hoy por hoy se está terminando una licitación por la cual todos los puntos del INTA están conectados en red, con banda ancha. Con lo cual, tenemos la posibilidad desde cualquier punto del país, desde La Quiaca a Tierra del Fuego, de generar procesos de teleconferencias al mejor nivel.
 Hay muchísimo para charlar. No me quiero extender más en esto para no quitarle tiempo al resto de la información que quiero comentar. En otra oportunidad podremos volver.

En este contexto, en octubre del año pasado le propusimos a la Secretaría de Agricultura –y lo hicimos— trabajar sobre lo que podría llamarse los techos productivos que Argentina podría tener para el año 2015. El trabajo lo hemos hecho totalmente con técnicos del INTA y de la Secretaría de Agricultura. Los techos productivos tenían un correlato con el Plan Estratégico Territorial, que desde la Subsecretaría de Planificación se estaba conformando. Veníamos trabajando con muchos otros organismos: Ciencia y Técnica, Secretaría de Agricultura, Secretaría de Medio Ambiente. Pero nos faltaba este dato.

Nos planteamos este trabajo con el objetivo de alcanzar el máximo posible de producción que pudiésemos tener, pero en un contexto de sustentabilidad ambiental y de equidad social. ¿Por qué digo esto? Porque en los 90, que tuvimos un altísimo crecimiento de producción –nadie lo discute—, no fue hecho en términos muy sustentables y sí con mucha inequidad social.

Como el gobierno está planteando un modelo que va, justamente, hacia la inclusión social, obviamente nosotros teníamos que preparar un trabajo en ese contexto.

Estas tres patas, sustentabilidad, competitividad y equidad social, son muy fáciles de decir y no tan fáciles de hacer, sobre todo si se hacen sin molestar.

En ese contexto, entre varias alternativas, la de máxima es que Argentina puede llegar al año 2015 con 148 millones de toneladas, sustentables y con equidad social.

¿Qué quiere decir esto? 148 millones es un número que, obviamente, impacta porque hoy estamos en alrededor de 100 millones. Entones, pasar a casi 150 millones es un dato, y en muy poco tiempo.

¿Por qué se puede y se debe hacer esto? Porque está pensado en un sistema donde debemos incorporar muy fuertemente la rotación de cultivos. Podemos decir que las 97 millones de toneladas que hoy se están produciendo no son sustentables. No hay sustentabilidad ambiental en las 97 millones de toneladas.

En esto quiero ser muy claro. A veces se plantea el tema de la siembra directa.

Obviamente, es una herramienta tecnológica espectacular que, además, la estamos exportando.

Después me voy a referir a eso.

Pero la herramienta sola no resuelve el problema si, a su vez, no respetamos la rotación de cultivos que hace falta.

La siembra directa basa, entre otras cosas, su futuro en un balance cada vez más positivo de carbono en la tierra. Esto no se está dando.

¿Por qué doy un dato. Tomando información de la zona que constituye el núcleo sojero más importante, que es Casilda y un millón de hectáreas a su alrededor —podríamos tranquilamente extrapolar ese estudio a alrededor de 3 millones de hectáreas—, más del 65 por ciento del área sembrada prácticamente no se fertiliza.

Además, en casi un 80 por ciento de ese 65 por ciento se hace soja sobre soja, con siembra directa.
Hago una comparación con lo que me enseñaron en los años 70, cuando estudié en la facultad, de que el enemigo público número uno era el maíz en esta misma región, que se llevó muchos centímetros del mejor suelo del mundo.

Hoy, gracias a que tenemos la siembra directa, tal vez no se nos esté llevando suelo, pero sí materia orgánica y nutrientes.

Menos del 10 por ciento en esa área a la que hago referencia hace una adecuada rotación de cultivo y fertiliza, aunque no al nivel que debería, pero puede decirse que adecuadamente. En cuanto a nutrientes, el balance sigue siendo negativo en los nutrientes, a pesar de que se fertiliza Entonces, acá viene un punto que creo que es tremendamente importante. Si esto, a su vez —y tenemos datos, obviamente—, lo llevamos al NOA, con el nuevo avance de la sojización en esa región, el 90 por ciento está haciendo soja sobre soja.

Hay solo un 10 por ciento de maíz.

Por lo tanto, en suelos más frágiles la sustentabilidad es mucho más comprometedora. Porque, además, con la deforestación que se hizo nos hemos arrimado, en muchos casos, a zonas realmente muy comprometedoras.
La tecnología tiene sus ventajas y se puede resolver eso. Pero hay que generar procesos de rotaciones totalmente adecuados.

Considero que más allá de todos los números que podamos expresar, de los mayores o menores datos que podamos tener, la realidad es que, por lo que explicó Javier y por toda la información que podemos tener, la rentabilidad es muy buena. Acá no se está discutiendo rentabilidad… Mejor digo, se está discutiendo rentabilidad, pero no es que estamos perdiendo plata. Acá nadie está perdiendo plata.

Entonces, ¿por qué no se fertiliza? Quiero que reflexionemos claramente en este sentido.

Acá hay una renta de doble piso.

Está la renta del propietario de la tierra, que hoy está cobrando, en las mejores zonas, 600 dólares por hectárea, y la renta del que produce —el contratista, etcétera—.

La Argentina es, quizás, el único país del mundo que tiene este sistema de producción, donde, en promedio nacional, el 60 por ciento se hace por arrendamiento. Ningún país del mundo supera el 30 por ciento en este sentido. Y en esta zona de la que yo hablaba, de alrededor de Casilda, el 80 por ciento se hace por arrendamiento.

Claro, el propietario quiere cobrar los 600 dólares, y está en todo su derecho. Quien trabaja la tierra, a su vez, quiere ganar 300 dólares, que es más o menos la rentabilidad que se quiere obtener. Entonces, estamos hablando de 900 dólares de renta por hectárea. Esta es la discusión de fondo.

¿Y por qué no se fertiliza o se fertiliza mucho menos? Porque a los valores de la cosecha anterior, 300 dólares es aproximadamente es el costo de lo que uno debería fertilizar.

Obviamente, si fertilizo pierdo renta. ¿Entonces qué hago?

Pierdo un poco de rendimiento, total la Pampa Húmeda argentina todavía aguanta, tiene todavía carbón y nutrientes que podemos seguir extrayendo sin reponer.

Y la renta de corto plazo hace, tanto para el que la produce como para el dueño de la tierra, que tampoco se fija en esto… Y, ojo, no es que esto nosotros no lo hayamos dicho en el INTA; no es que lo descubrimos hoy por este debate.

Esto lo venimos trabajando fuertemente desde hace más de diez años, alertando sobre los balances de carbono y nutrientes de quien arrienda el campo, que es quien se debería preocupar por esto.

Pero también el suelo es un bien de la Nación y de la patria, por lo que debemos generar alguna política para revertir esta situación.


Vayamos a la hipótesis de máxima: no tenemos retenciones. ¿Ustedes creen que quien alquila el campo se conformará con 600 dólares? ¿No va a pedir 800 ó 1000 dólares de renta?

Hasta ahora esto se ha ido trasladando al aumento del cobro del arrendamiento.

Reitero que esto tiene que ver con aspectos tecnológicos. Esto no es sustentable… No es sustentable.

Entonces, lo de la renta extraordinaria viene por este lado. Quien arrienda el campo, a su vez no tiene que reinvertir absolutamente nada para volver a cobrar el arrendamiento al otro año, lo cual sí debe hacer quien hace de contratista, porque tiene que invertir todos los años para poder sacar esos 200 ó 300 dólares que pretende.

A nuestro entender, éste es uno de los grandes problemas. Cuando uno analiza la estructura de costos, tanto que se dice que el glifosato aumentó el 100 ó el 200 por ciento, al igual que muchos de los agroquímicos, en realidad sumados los fertilizantes y los agroquímicos en general, ese costo no supera el 20 por ciento.

Si a su vez le saco el fertilizante, el costo de los agroquímicos no es tan grande, lo que no quiere decir que no se pueda tocar eso también, y lo hemos charlado con Guillermo Moreno muchas veces.

Pero cuando uno analiza la estructura de costos, que es la que me interesa para meter más o menos tecnología, el 36 ó el 40 por ciento —depende de las zonas de que se trate— es de arrendamiento. Entonces, contra eso hay que hacer algo. No sé si con la ley arrendamiento solo va a alcanzar, pero algo hay que hacer.

El tema es que el Estado es quien debe intervenir fuertemente en este proceso.

Hay algo más, que no es menor. Los técnicos míos me dicen que la soja en este contexto —y digo así porque la soja no es mala per se, sino que depende del contexto en el cual se esté produciendo el proceso— es “lechicida”, “vaquicida”, “triguicida”, “maízcida”, etcétera.

La soja avanza porque es el parámetro de la economía agropecuaria, como hasta hace no mucho tiempo era el kilo de carne y mucho más atrás en el tiempo era el kilo de lana. Hoy son los quintales de soja. Todo el proceso económico surge y se referencia en quintales de soja. Quedan muy pocas zonas donde no se referencia todavía el alquiler en quintales de soja. Una es el área de donde vengo, el sudeste de la provincia de Buenos Aires, que todavía se sigue manejando en quintales de trigo. Pero lo va corriendo la soja, porque a medida que empieza a haber un poquito más de soja, también comienzan a confundirse los tantos.

Entonces, en ese contexto hay que poner límites a este proceso.

Fíjense ustedes que con las retenciones en estos días ya han bajado los arrendamientos de los campos. O sea que el efecto de las retenciones no ha sido tan malo, porque, además, era un efecto buscado.

Obviamente que esta ley sola no alcanza para resolver todos los problemas. Como dijo Javier hace un rato, hay muchísima política agropecuaria que debemos hacer, porque las cosas son muy complejas. Lo que podemos hacer para resolver problemas, a veces, para la Pampa Húmeda –por ejemplo—, puede no causar el mismo efecto, a lo mejor, en el NOA o en el NEA.

Pero, reitero, hay que poner un límite. El Estado debe intervenir.

En estos días he escuchado demasiadas cosas, muchísimas de las cuales con muy poco fundamento y mintiendo. Hay que ser claros: se miente, porque cuando se habla de que los pequeños productores, en función de esta ley, desaparecerán, es una gran mentira.

A su vez, esto viene acompañado por un límite que se le va a poner a los fideicomisos agropecuarios que, obviamente, por un tema impositivo, tenían más posibilidades de arrendar más caro. Pero, reitero, aunque desaparezcan esos fideicomisos, si no hacemos algo con la renta de la tierra tampoco lo vamos a resolver.

Porque la pelea igual se va a dar por los pequeños contratistas y pequeños productores. Alguien que tiene 100 hectáreas pero, a su vez, arrienda 500, 600 ó 1000 hectáreas deja de ser un pequeño productor. En eso tenemos que ser claros.

Nosotros, que trabajamos con los pequeños, medianos y grandes productores, sabemos quién es pequeño. Son 150 mil, a quienes después se va referir Catalano. El resto de los productores también hay que defenderlos y darles.

Por eso creo que con lo que se ha modificado en la Cámara de Diputados, por ejemplo, le devuelve a un productor —como lo planteaba recién De Urquiza con los números— mucho dinero. La ONCCA le va a devolver a los productores que tengan 100 hectáreas más de 15 mil dólares.

Tenemos que clarificar muy bien quién es pequeño, quién es mediano y quién es grande y cuáles son los intereses que se mueven alrededor de todo esto.

Para terminar, —porque me están apurando—, digo, para que quede muy claro, que este modelo económico necesita de un Estado interventor; no hay forma de que así no ocurra.

El modelo —no soy el más calificado para definirlo— tiene tres: tipo de cambio competitivo, superávits gemelos e inclusión social a través de la generación de empleo, que se ha dado, y en forma muy importante.

La presidenta dijo que necesitábamos una nueva independencia a través de un proceso de desarrollo nacional. No hay forma de cumplirlo —y no ha habido otra forma en la historia de nuestro país— sin un Estado interventor. Cuando se dice que hay que bajar o sacar las retenciones, lo único que se logrará es transferir la inflación internacional a todo el sistema.

Es probable que cuando los productores hagan sus números digan: “Si a nosotros nos ponen en el uno a uno de vuelta, con los precios internacionales actuales, esa concentración económica que ya está dada se fomente, puede ser viable”.

Pero lo que no va a ser viable es el resto del país. Las fábricas de maquinarias agrícolas se recuperaron después de 2002 y 2003 y hoy exportan y transfieren tecnología al exterior que a veces no aplicamos en forma completa acá. Es una herramienta espectacular para que el país produzca mucho más agroindustria, sostenida en la industria que vende al mercado interno.

Hay un espacio enorme para avanzar en otros procesos industriales. Porque las 148 millones de toneladas de cereales que producimos también las acompañamos con más leche, con más carne vacuna, de cerdo y de aves. Eso sí genera desarrollo en el interior del país. Son valores muy adecuados. Eso lo estamos trabajando desde el área de extensión, en las zonas más conflictivas de la Pampa Húmeda.

Hace pocos días hemos tenido charlas sobre este tema con Eric Calcagno, cuando estaba cumpliendo funciones en la SePyME. Hay Muchísimo trabajo para hacer. Pero, obviamente, hay que definir claramente que la transferencia de recursos de estas rentas, y por todo lo que se ha debatido en estos últimos días en todo el país, tienen que generar una posibilidad, no la única, de transferir recursos al resto de la economía. No hay otra forma de desarrollar un país.

En ese contexto es que nosotros “bancamos” este tema, porque no hay forma de que se genere un proceso de desarrollo con inclusión social en serio si nosotros no desacoplamos los precios internacionales del mercado interno. Reitero, el precio de referencia en todos los cultivos y en toda la producción es la soja.

El otro día, cuando pactábamos con los tamberos, nos pedían que los hiciéramos competitivos con la soja, porque un tambero que está en un área agrícola tiene que pagar los 600 dólares de alquiler. Y eso le implica un 25 por ciento mínimo de sus costos.

¿Dónde está la solución? Le tenemos que poner un precio a la leche, que de ninguna manera se puede sostener internamente si queremos ir a la competencia con la soja Ahora, reitero, todo está enmarcado en mantener esta renta de doble piso. Creo que por ahí está la cosa y con eso quiero concluir. Muchas gracias.

13 jul 2008

CÓMO SE CONSTRUYE LA AGENDA MEDIÁTICA - OBSERVATORIO DE MEDIOS


Observación y Análisis de las coberturas realizadas por los diarios Clarín, La Nación, Página 12 y Crítica de la Argentina sobre la crisis registrada entre las entidades patronales del agro y el Estado Nacional, durante el período que abarca del 1 al 15 de junio de 2008.

LA PLATA, 23 DE JUNIO DE 2008 OBSERVATORIO DE MEDIOS DE LA ARGENTINA


APM Agencia Periodística del Mercosur




Facultad de Periodismo y Comunicación Social Universidad Nacional de la Plata (UNLP)



Portal para Estudios en Periodismo y Comunicación (PECyP)


Director: Prof. Víctor Ego Ducrot
Coordinador: Lic. Fernando M. López
Observadores: Lic. Paula Elguezabal, Rocío Cerdá, Catalina Curciarello.

A título de Observación Testigo, por la intensidad noticiosa del tema relevado, fuera de la muestra y como referencia contextual, se procedió al relevamiento de los espacios de 19 a 22 horas, entre los días 14 y 18 de junio de 2008, de los canales de televisión TN, C5N, Crónica TV y América Noticias.

Este Informe consta de dos cuerpos:

. Conclusiones, que presentamos a continuación.
. Anexo, que incluye Proyecto, breve descripción del modelo teórico y metodológico e Intencionalidad Editorial utilizada por este Observatorio, especificaciones y cuadros con resultados cuantitativos.

Conclusiones

Se registraron:

.Clarín: 151 informaciones de portada o primera plana y 600 en páginas interiores, distribuidas en las secciones que se indican en Anexo.
.La Nación: 156 informaciones de portada o primera plana y 725 informaciones en páginas interiores, distribuidas en las secciones que se indican en Anexo.
.Página 12: 115 informaciones de portada o primera plana y 451informaciones en páginas interiores, distribuidas en las secciones que se indican en el Anexo.
. Crítica de la Argentina: 84 informaciones de portada o primera plana y 397 informaciones en páginas interiores, distribuidas en las secciones que se indican en Anexo.

Si se tienen en cuenta esos totales (indicativos de todos los capítulos informativos abordados por esos medios durante el período de la muestra) y la cantidad de informaciones dedicadas al tema observado, como así también el marcado índice de informaciones “destacadas” entre estas últimas (ver Anexo), se concluye que para los diarios Clarín, La Nación, Página 12 y Crítica de la Argentina el tópico Crisis entre las entidades patronales del agro y el Estado Nacional fue prioritario en sus respectivas agendas.

Esta primera conclusión, previsible y hasta obvia por cierto, debe ser consignada porque nos permite derivar hacia otras que este Observatorio sugiere de atención inmediata por parte del conjunto de la sociedad y de los poderes públicos, en atención a la urgente necesidad de darle cumplimiento al Derecho y Garantía de última generación doctrinaria en materia de legislación internacional sobre Medios de Comunicación:

-el derecho de los ciudadanos, de las ciudadanas y del conjunto de la sociedad como tal, a estar informados y a informar.

-la vigencia efectiva de ese derecho presume, respecto de los contendidos mediáticos, diversidad de fuentes, actores y sujetos, y equilibrio informativo.

Durante el período comprendido en la muestra y conforme a los datos cuantitativos que pueden ser consultados en el Anexo, los diarios Clarín y La Nación ofrecieron una marcada tendencia a privilegiar como fuentes, sujetos y actores de la información analizada a las cuatro entidades patronales del agro y, consecuentemente, a relativizar no sólo al Estado Nacional sino a otras fuentes, sujetos y actores, como partidos políticos, organizaciones sindicales, movimientos sociales, asociaciones de consumidores, universidades, etc.

Además, conforme a esa metodología de construcción de la noticia, esos dos medios no sólo sesgaron las voces por sectores sino que, según puede constatarse en Anexo, pusieron un marcado acento en un sujeto-fuente-actor determinado: el dirigente de la Federación Agraria Argentina (FAA), Alfredo De Angelis.

En el caso del diario Clarín, esa tendencia tuvo su correlato en la gramática periodística audiovisual empleada por el canal de televisión TN (perteneciente al mismo grupo empresario), observada en la medición breve testigo y referencial señalada en la apertura de este informe:

En cada cobertura en vivo de fuentes gubernamentales, TN recurrió a la partición de su pantalla para informar en paralelo lo que sucedía en los piquetes, cortes de rutas y-o reuniones de las entidades en paro, en la localidad entrerriana de Gualeguaychú, ámbito del dirigente De Angelis.

Ello indica, según el modelo teórico y metodológico de este Observatorio, una clara tendencia no sólo a reforzar el criterio de utilización desequilibrada de fuentes, actores y sujetos de la información, sino a:

Construir un imaginario de doble poder o de doble asentamiento geográfico del poder (el gobierno nacional y Gualeguaychú-entidades en paro), lo cual no condice con la realidad institucional del país.

Esa herramienta de gramática periodística audiovisual se complementó con la utilización recurrente de la expresión “las dos partes” en conflicto, otorgándole así al Estado Nacional, consagrado en la Constitución, un carácter de sujeto privado, toda vez que se lo equipara a la otra “parte” que sí es parte no estatal del conflicto social y político.

En ese sentido puntual, este Observatorio concluye que el diario Clarín, en articulación constatable con el canal TN, procuró instalar en el conjunto de la sociedad el sentido de una crisis institucional de primera magnitud como consecuencia de la supuesta desjerarquización o licuación de las instituciones constitucionales.

Dentro de una misma línea de análisis, llamó la atención de este Observatorio el traslado casi automático de los discursos mediáticos de la dirigente nacional de la oposición política, Elisa Carrió –expresamente alineada con las entidades agropecuarias y fuente, sujeto y actora privilegiada durante la cobertura observada-, hacia los discursos también mediáticos, empleados por los dirigentes de las entidades agrarias.

Por su parte, el diario La Nación recurrió a una gramática de prensa escrita casi idéntica a la de su colega Clarín –sobre todo en la selección de fuentes, sujetos y actores- aunque, desde sus contenidos de opinión, evidenció una tendencia más marcada:

Crítico-descalificadora del gobierno de nacional y sus portavoces, en particular de la presidenta Cristina Fernández y del ex presiente Néstor Kirchner.

Para abundar en el análisis de la cobertura de La Nación reproducimos algunos de los señalamientos formulados por la observación primaria:

En el período relevado, el diario La Nación trabaja sobre un conjunto de temas y conceptos recurrentes.

Los indicadores de Intencionalidad Editorial referidos a ese conjunto de temas y conceptos son los siguientes:

Por un lado se menciona siempre que los dirigentes de las entidades del agro deben debatir y decidir qué hacer, mientras que las bases son las más radicalizadas y las que “presionan” para continuar con las medidas de fuerza.

“Fuerte presión de las bases para que se extienda el paro. Las entidades ruralistas decidirán hoy cómo continuará la protesta; el interior, muy duro.” (La Nación, titular de tapa, 2 de junio). Si bien nunca se define quienes forman parte de esa entidad llamada “las bases”, el sentido común tiende a asociarlo con los sectores humildes, y las clases más bajas de la sociedad; por lo tanto, la intención es mostrar que quienes más se oponen y más firmes están en este conflicto no son ni empresarios, ni grandes propietarios, ni los pooles; son los pequeños y medianos productores rurales. No obstante, “las bases” no son consultadas; las fuentes que se utilizan para fundamentar esta idea son las declaraciones de los propios dirigentes rurales.

Un indicador interesante del titular citado, y que será recurrente en otras notas, es el otro sujeto mencionado como “el interior”. A lo largo de las publicaciones este sujeto va cobrando cada vez más relevancia en el conflicto.

“No cede la protesta en el interior” (La Nación, Política, 4 de junio); y las “masivas movilizaciones” en el interior llevan incluso al columnista Joaquín Morales Solá a hablar de un interior “sublevado” (“La peor forma de enfriar la economía”, La Nación, Primera Plana, 4 de junio). Se procura generar la idea de totalidad, globalidad, etc. Es decir, la creación de una imagen en que toda la población, de todo el país (excepto Capital Federal y el gran Bs. As.) está en contra de las medidas y a favor del “campo” en el conflicto. La palabra “sublevación” merece ser resaltada porque conlleva una idea de mayor radicalización y profundización del conflicto.

Otro recurso empleado para mostrar que la protesta se fue masificando y esparciendo por todo el territorio es la mención de cada pueblo que se adhirió al paro; la mención de los distintos sectores que se sumaron; la utilización de cifras (estimativas) sobre la cantidad de actos realizados, la cantidad de gente que concurrió a los actos, etc.; el exceso de detalles genera una idea de protesta masiva y total.

“Córdoba impactó con la movilización de 80.000 personas. Hubo más de 40 actos en la provincia”; “Fuerte adhesión al paro del comercio y de la industria. Se multiplicaron las marchas en el país”; “Cortes de ruta, bronca y tractores en Gualeguaychú. Apoyo de un grupo piquetero al campo”, (La Nación, Política, 3 de junio).

Asimismo, se le imprime a la protesta un carácter nacionalista, patriótico, afirmándose, por ejemplo, que, mientras Kirchner encabezaba una manifestación en la Plaza de Mayo, “la protesta se nacionalizaba”

“Después de una dramática jornada el campo decidió volver al paro”, La Nación, Primera Plana, 15 de junio).

También se evidencian indicadores sobre el rol del gobierno y del sector rural en el conflicto:

Miguens: “la gente está harta de este conflicto”. El titular de la Sociedad Rural pidió “terminar de confrontar”. (La Nación, Política, 1 de junio)

“Néstor Kirchner ordenó tensar el conflicto” (La Nación, Política, 1 de junio)

“El Gobierno comenzó una nueva ofensiva” (La Nación, Política, 4 de junio)

“Luego del llamado de la Iglesia. El campo decidió no extender el paro” (La Nación, Política, 7 de junio)

“Rechaza el gobierno la oferta de Mondino como mediador. Al mismo tiempo, criticó el pedido de "gesto de grandeza" hecho por la Iglesia” (La Nación, Política, 7 de junio)

“La pelea con el campo: no hay diálogo entre las entidades y la Casa Rosada; El gobierno pidió liberar las rutas, pero siguen los cortes” (La Nación, Primera Plana, 14 de junio)

Esos títulos intentan mostrar que es el Gobierno el que inicia las “ofensivas”, “confronta”, “ordena tensar el conflicto” y rechaza los ofrecimientos de los mediadores para solucionar el conflicto. En cambio, el sector rural es el que pide que no se confronte más, el que responde a los llamados pacificadores de la Iglesia. El resultado es la falta de diálogo y se señala, explícitamente, como responsables al Gobierno y, en especial, a Néstor Kirchner.

Con relación a esto último, se reitera en varias notas la idea de que, en realidad, es el ex presidente quien maneja la cuestión con el agro y, además, quien decide en última instancia sobre los temas centrales del Gobierno nacional.

La cuestión del poder merece siempre una mención en cada edición. Se resalta la idea de un poder autoritario, se afirma que Kirchner “adoctrina” a los funcionarios, que en el Partido Justicialista, que es el Politburó del oficialismo, se está produciendo una creciente concentración de poder en manos del matrimonio Kirchner.

“Cristina Kirchner. el cambio que no fue”; “El mismo poder, de otra manera”; “La Argentina y la trampa del maniqueísmo”, La Nación, Suplemento Enfoques, 8 de junio; “El exceso y el defecto del poder”, La Nación, Opinión, 15 de junio).

Asimismo, se reitera en forma constante la palabra “crisis”, para indicar una posible y próxima crisis económica:

“Se generaliza la crisis. Política y economía, afectadas por una crisis que se generaliza” (La Nación, Política, 2 de junio) Se intenta transmitir la idea de que todos los indicadores económicos están empeorando:

“Mercados de Futuros, disconformes” (La Nación, Política, 3 de junio),

“La retracción económica golpea al interior” (La Nación, Política, 1 de junio),

“Algunas cifras indican menor actividad. Bajan las ventas de consumo masivo” (La Nación, Economía, 3 de junio),

“Inversión, recaudación y consumo, afectados por el paro” (La Nación, Suplemento Campo, 7 de junio).

Se le otorga gran espacio al tema del desabastecimiento, con títulos impactantes, que buscan alarmar a la población, e imágenes que refuerzan la idea de que se está viviendo una época de escasez y crisis.

“Las reservas de alimentos se agotarían el fin de semana” (La Nación, Política, 13 de junio)

Un título impactante, alarmante, cuya intención no puede ser otra que la de generar pánico en la población; incluso el término “reservas” tiende a asociarse a un país en guerra.

Las fotos demuestran la “veracidad” de la advertencia: un cartel que dice “cerrado por desabastecimiento” en el frente de un supermercado en Sta. Rosa; las heladeras sin carne del mercado cordobés; y las góndolas sin aceite de un supermercado de Santa Fe. También se utiliza como recurso un itinerario desordenado que recorre distintos puntos del país, evidenciando cómo el problema de la escasez se expande por todo el territorio.

En varias notas se mencionan críticas al modelo económico, principalmente al “excesivo gasto público” que conlleva (en parte por subvencionar y mantener bajas las tarifas de los servicios públicos) y siempre se proponen soluciones de tipo ortodoxo.

“Celestino Rodrigo se busca” (La Nación, Economía, 1 de junio).

El tema de las retenciones se vincula estrechamente con este modelo económico, ya que el excesivo gasto lleva a la necesidad de recaudar más y de ahí las medidas hacia el campo.

También sugieren algunas notas la posibilidad de que esos fondos sirvan, a su vez, para sostener el aparato clientelas del Gobierno

“Celestino Rodrigo...” (op. cit.)

Nada se menciona sobre el propósito que, según el Gobierno, tienen las retenciones: contribuir a una más equitativa redistribución de la riqueza. La intención del diario es mostrar un alto grado de desconfianza y escepticismo con respecto a los anuncios del Gobierno:

“Retenciones: dicen que las usarán para un plan social. Lo anunció la Presidenta; se afectará el excedente del 35% que se retenía a las exportaciones de soja; prometen hospitales, viviendas y caminos; escepticismo de las entidades ruralistas.” (La Nación, Primera Plana, 10
de junio).

Por último, cabe mencionar el interés especial por la figura de De Angeli, el “carismático” -como se lo caracteriza-, interés que llegó a su punto máximo en la edición del 15 de junio, luego de su detención.

En dicha edición, no sólo se lo compara con Perón (uno de los títulos dice “Gracias al Gobierno, De Angeli tuvo ayer su 17 de Octubre”, La Nación, Política, 15 de junio), sino que se lo reconoce como el “símbolo de la protesta”.

Se repiten constantemente las palabras violencia y represión, mientras que la foto más importante en las páginas interiores muestra en primer plano a dos ruralistas cubriéndose como si estuviesen por recibir un golpe. Frente a ellos están los gendarmes con sus bastones. Sin embargo, no se consigna foto alguna con registros de golpes.

Por otro lado, se sugiere que la liberación de De Angeli tuvo que ver con la presión que ejerció la gente en casi todo el país.

“Liberado por esa presión social que llegaba desde todo el país, De Angeli volvió al piquete emblemático a las 18.35” (“Máxima tensión en las rutas luego del arresto de De Angeli”, Política, 15 de junio).

Este Observatorio estima que, según se desprende de los datos registrados en el Anexo, los diarios Página 12 y Crítica de la Argentina se ubicaron dentro de una matriz informativa diferente, más proclive a la diversidad de fuentes.

En ese sentido, fue Página 12 el que manifestó una clara intencionalidad editorial favorable, tanto a las posiciones del gobierno como a contrarrestar los contenidos de carácter cuestionador de la institucionalidad política y social del país, constatados por este Observatorio en las coberturas desarrolladas por Clarín y La Nación.

Para ampliar las conclusiones cualitativas respecto de Página 12, incluimos la perspectiva de análisis surgida del trabajo de observación primaria:

A lo largo del período observado se han registrado algunas constantes en el discurso de Página/12, como los términos que utiliza para referirse al conflicto entre el Gobierno y el campo, y a los actores del mismo. Siempre que se refiere al paro, tanto de los ruralistas como de los transportistas, utiliza el término “lockout” (o en otras oportunidades “boicot”), y al referirse a los actores del sector rural los denomina “empresarios del agro” (igual denominación merecen los transportistas):

“La guerra que no cesa... la CRA y la FA plantean mantener el lockout hasta el jueves" (Página/12, titular de tapa, 2 de junio);

“La Revolución Permanente. Los dirigentes empresarios del agro volvieron a extender el lockout...” (Página/12, titular de tapa, 3 de junio);

“La guerra de los dos lockouts” (Página/12, titular de tapa, 5 de junio);

“Lockout transportista contra lockout agrario. Veinte mil camiones bloquean rutas en protesta contra el paro del agro, que les impide trabajar.” (Página/12, El País, 5 de junio);

“Los empresarios prometieron que el domingo pondrán fin al boicot comercial. Dicen que levantan el lockout, pero todavía sigue” (Página/12, El País, 7 de junio);

“Otro Lockout” (Página/12, titular de tapa, 15 de junio).

El empleo de estos términos conlleva la intención de mostrar que esta protesta está encabezada por los patronos, los grandes propietarios, y por individuos con mentalidad empresarial que comparten el objetivo de querer acrecentar sus ganancias. En última instancia la intención es desacreditar la protesta y desmentir la idea de que las medidas económicas perjudican al sector rural.

La cuestión de las ganancias y de la gran rentabilidad del sector rural es un tema que se enfatizó mucho en estas ediciones, no sólo a través de los textos sino también de las imágenes. Hay dos casos de tapa o primera plana que vale la pena describir por ser claros indicadores de intencionalidad editorial:

Ej.1: Fotomontaje. Se muestran sobre una mesa varios elementos típicos del campo, entre ellos: un mate, espuelas, un facón, y una gran cantidad de dólares. (Página/12, foto de tapa, 4 de junio)

Ej.2: Fotomontaje. En la imagen se ven varios silos desbordados de dólares. (Página/12, foto de tapa, 13 de junio)

Asimismo, con el propósito de reforzar esa imagen de elevada rentabilidad, es que se le dio mucha importancia a dos temas: el de la evasión fiscal del sector rural; y el más reciente, sobre las importantes ganancias que el campo obtuvo de las exportaciones a pesar del lockout.

Los títulos son muy sugestivos y en general tienen un tono irónico:

“Una investigación oficial detectó monotributistas agropecuarios que facturan millones” (Página/12, El País, 1 de junio)

“Lo que falta es amor al pago” (Página/12, titular de portada, 4 de junio)

“El que siembra evasión cosecha intimaciones” (Página/12, El País, 4 de junio)

“Plan de Evasión” (Página/12, El País, 8 de junio)

“4028 millones más” (Página/12, titular de tapa, 13 de junio)

“Los granos siguieron llegando a los puertos” (Página/12, El País, 13 de junio)

Sobre este último tema es posible otra lectura: no sólo se trató de mostrar a través de estas notas que el campo exportó y ganó más que en el mismo período del año anterior a pesar del lockout y las retenciones, sino justamente que exportó. Es decir, mientras el paro se mantiene y genera problemas para otros sectores y para la sociedad en general, ellos siguen vendiendo y haciendo su negocio.

Sobre el tema de la evasión fiscal, cabe mencionar que se utilizan como fuentes los datos e investigaciones de los organismos oficiales (Oncca, Arba,AFIP), que en general no son confrontados con fuentes del sector rural, y cuando lo son el peso informativo y argumental de cada fuente es muy dispar.

Por ejemplo, en la nota titulada “El que siembra evasión...” se cita a un representante del campo que dice que Montoya (Arba) “no tiene información y pega por pegar” y a esto se contrapone toda una serie de datos precisos, donde abundan los números y los detalles, de las investigaciones que está realizando Arba sobre evasión impositiva en el campo.

Sobre la insistencia de este diario sobre el tema evasión puede entenderse por su significado simbólico: mostrar al sector rural como un sector “no contribuyente” dentro de la sociedad, en el sentido literal y figurativo.

A lo largo del período observado se pone el acento, asimismo, en las divisiones y diferencias dentro del sector agropecuario y sus dirigentes, y sus agudizaciones a lo largo del conflicto, señalando por ejemplo cuestiones como la cantidad de horas que estuvieron debatiendo hasta alcanzar un acuerdo; el hecho de que en algunos actos de protesta (como el del 2 de junio) sólo hubiera representantes de una sola entidad; que fueran desobedecidas las decisiones tomadas por la Comisión de Enlace, etc.

Página 12 intentó reflejar que el Gobierno fue quien tuvo disposición al diálogo.

Por ejemplo el titular del 9 de junio (“Lunes sin corte”) señala que mientras el campo levantó el paro, pero otro sector (Gualeguaychú) está pensando en retomarlo, el Gobierno “evalúa cómo seguir las negociaciones”; y en el del 15 de junio (“Otro lockout”) se señala que después de que el conflicto se tensionara “Se generalizaron los cortes y la Mesa de Enlace volvió al lockout y convocó a una jornada de protesta. El Gobierno dijo que está abierto al diálogo pero no a recibir imposiciones”.

También se percibe la intención de deslegitimar la actitud de los manifestantes, así como los medios empleados para la protesta, utilizando recurrentemente palabras como “extorsión” y “amenaza”, y también algunos títulos como “Rutas argentinas tienen dueños privados” (Página/12, El País, 11 de junio).

También resultó evidente el intento de responsabilizar al sector rural, por lo que en un principio fue un “Temor al desabastecimiento” (El País, 7 de junio), luego se definió como “Problemas de abastecimiento” (El País, 11 de junio), y “La amenaza de la góndola vacía” (Tapa, 12 de junio), y terminó en un alarmante “Nos dejan sin comida” (El País, 15 de junio).

Por último, otra repetición constante durante el período observado fue el intento de presentar al sector rural como un sector de derecha, afín a las corrientes más reaccionarias de la cultura política argentina. Para sustentar esta idea no sólo se presentan innumerables artículos (en general de opinión) que enfatizan en “la nueva derecha”, en el intento de “debilitar y someter al poder”, en la “extorsión antidemocrática”, sino que además, cuando se citan fuentes que representan al sector rural, y que no son los dirigentes o los líderes de las protestas, se focaliza siempre en individuos que utilizan términos como “guerrillera” y “montoneros” en forma despectiva, para referirse a la presidenta y al ex presidente, o rememoran la dictadura militar, tienen actitudes xenófobas, creen que los desaparecidos están en Francia, y en el mejor de los casos están en la manifestación por pura casualidad (ver Crónica de un día cortado, Página/12, El País, 8 de junio y Una tarde de cacerolas, Página/12, El País, 15 de junio).

Para ampliar conclusiones respecto del diario Crítica de la Argentina también incluimos consideraciones de la observación primaria.

A lo largo del periodo analizado, el medio busca posicionarse y distinguirse de los otros medios nacionales apelando a que es un periódico que ofrece herramientas para el debate de los problemas de los argentinos. Esta cuestión está presente tanto en las notas como en las imágenes; se pretende hacer notar que no sólo están ciertas voces, sino que se da lugar a personalidades, instituciones y teorías que construyen una mirada diferente sobre los acontecimientos.

Intención que se evidencia en la publicación del día 8 de junio de 2008, bajo el titulo: ¿Quién dijo que no se puede debatir el conflicto? En este caso, aparecen discutiendo las voces de diferentes representantes del gobierno, opositores, ruralistas, intelectuales, Iglesia y dirigentes sociales que
disciernen por qué “llegamos a esta locura. Un debate imprescindible”. En el marco de la denomina Guerra Gaucha por parte del medio, se permite un espacio de expresión para voces de diversos sectores. Busca darse una mirada integral que explique qué sucede.

Otro ejemplo, es el artículo Engordar el chanchito para tener más aguante, publicado el 2 de junio.

En este caso, se explica al lector las características de cada uno de los actores sociales del sector agropecuario. Para agilizar la lectura, se define a cada actor y se da una definición clara y escueta, muchas veces construida desde el sentido común de la gente vinculada al sector del campo.

En la mayoría de los artículos periodísticos hay variedad de fuentes, desde analistas hasta personas que están en el lugar de los hechos. No suele publicarse artículos en los que predomine una voz, incluso en los que no se vislumbra una confrontación de voces hay más de un personaje.
Cabe destacar que en las coberturas de los actos, ya sea del gobierno o de los ruralistas al final de las notas, se presentan diferentes declaraciones de los protagonistas del hecho. Como un compendio de frases claves que definen la posición de quien habla.

Asimismo, a lo largo del periodo hubo varias entrevistas, en las que tanto funcionarios como representantes del sector rural explayaron sus ideas.

El caso más destacado fueron las entrevistas a Aníbal Fernández.

“Confesiones de Invierno de Alberto”, presentaron a un mandatario deprimido, atravesando un momento difícil que a través de sus propias palabras, da cuenta de su posición frente al conflicto. En la titulación se lo define a través de sus propias palabras: “deprimido compongo mejor”, afirma Fernández. Bajada: Dice que la guitarra es su “mecanismo de desahogo” preferido y que su hijo de 13 años le pide que renuncie a su cargo.

Este artículo muestra a un sujeto agobiado por los acontecimientos diarios, que no sólo lidia con los problemas de los argentinos, sino que debe dar respuesta a su hijo que le pide que renuncie. Un hombre que se aferra a su guitarra y que no puede dar respuesta a lo que sucede.

No ocurrió lo mismo con el tratamiento de la figura de Alfredo de Angelis. Este nuevo actor social fue adquiriendo mayor relevancia en las páginas del medio hacia el final del período analizado. Consigue ser una voz preponderante dentro de los artículos y se destaca en varias tapas.

En el artículo “El campo va a traer cola”, todas las citas directas responden a este nueva figura y cabe destacar que es una nota que viene de tapa. Acompañada de imágenes, y de artículos complementarios se logra dar cuenta de la importancia que adquiere esta figura para expresar la necesidad de un sector y confrontar, cada vez con más poder, al gobierno.

Por otra parte, esta confrontación también está enmarcada en las palabras de Eduardo Buzzi, titular de la Federación Agraria.

En la tapa del día 3 de junio, el protagonista es “el campo”. Una imagen dividida que muestra protestas en varios puntos de país, abre el espacio para enfatizar las palabras de representantes de las entidades agrarias y señalar cómo el campo adquiere cada vez más adeptos. La titulación da cuenta de esta intención, presentando como volanta “El campo hizo otra demostración de fuerza y extendió el paro hasta el domingo” y titulando “Vamos a seguir el tiempo que haga falta”.

En este caso cabe destacar que comienza a instaurarse la idea de un partido político del campo. Una nueva oposición al gobierno.

A partir del 4 de junio, un nuevo sector comienza a sonar en los medios nacionales. Se trata de la Iglesia, que a través de un comunicado da cuenta de su posición e intenta adquirir un rol conciliador entre las “partes” en conflicto.

En el artículo referido a esto, además de originarse en la tapa del periódico el tratamiento de las fuentes refleja cierto “contacto” con gente del sector. De diversas maneras, el medio garantiza el acceso a la información. Habla de “la fuente eclesiástica, o fuente episcopal” pero nunca revela ningún nombre. A su vez, rescata las declaraciones del cardenal Bergoglio, quien convocó a la reunión de los obispos.

Paralelamente, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se encontraba en Italia, visitando al Vaticano. Crítica de la Argentina, en su tapa refleja cómo el conflicto del campo extendió las fronteras nacionales.

En ese sentido, el Episcopado hizo un manejo político de los tiempos de la convocatoria extraordinaria: esperó a que Cristina arribe al país –lo hará en el día de hoy– para respetar la investidura presidencial y que no se interpretara la reunión de los obispos como “una conspiración destituyente”. El próximo domingo, Caritas hará su colecta anual para los que sufren “la pobreza y la postergación”, bajo el título “La desigualdad nos duele. Recuperemos la capacidad de compartir”.

Ausente la mandataria, el espacio es ocupado por otros funcionarios que se hacen cargo del conflicto. Ejemplo de ello es el ministro de Planificación Julio De Vido, que se dispone a negociar con las entidades rurales. Si bien en la titulación se habla de propuestas por parte del gobierno, en el cuerpo del artículo periodístico “Julio De Vido en las gateras” es posible encontrar el siguiente párrafo: “Hace semanas que los ruralistas intentan abrir alguna instancia de negociación. Lejos de los discursos incendiarios pronunciados en los piquetes, los dirigentes admitían por lo bajo que no veían un horizonte político de resolución. En los últimos días, ensayaron varios mediadores.

Intentaron con el senador Carlos Reutemann, insistieron con el cardenal Jorge Bergoglio. Ninguno funcionó”.

Ese mismo día, se publica una nota de opinión que inicia su desarrollo en tapa. Se titula Faltan algunas lecturas, ¿no?, y analiza el desarrollo de la mandataria en la cumbre FAO: “La caprichosa costumbre presidencial mostró su peligrosidad en más de un tramo de su intervención, pero sobre todo en el que vaticinó: “Vamos a vivir en este siglo XXI (...) escenas del Medioevo donde tal vez en la puerta de una panadería del Magreb, o en cualquier lugar lejano de África, la gente se agolpe y se muera en busca de un plato de comida”. Al margen de la desgraciada referencia a los “lugares lejanos de África” –impropia de un foro internacional, donde todos los lugares se hallan igualmente cercanos y lejanos–, la Presidenta menoscabó al auditorio al mencionar las hambrunas de ese continente como un fantasma del futuro; les pasaba el trapo a las tragedias de Biafra, de Sudán, de Bangladesh; tiraba a la banquina la escalofriante consigna de los 80: “Pon tu grito en el cielo por Etiopía”. Cierra el artículo con una pregunta irónica: “Con todo respeto: dado que Cristina Fernández nos representa, ¿no sería conveniente que leyera?”.

De manera simultánea, el medio construye la Guerra Gaucha rescatando realidades y situaciones de diferentes puntos del país. Decisión que se manifiesta en el artículo “El pueblo que no tenía piquetes”. En dicha pieza, se hace referencia a un pueblo que no tiene más de cinco mil habitantes y que decidió sumarse a la protesta del campo. Se trata de Beravebú, en el sur santafesino, un pueblo que no tenía piquetes: “El acto en Armstrong los decidió a debutar con un corte propio. Y a perseguir a los camiones que quieren eludirlo”.

Otra de las cuestiones a destacar, es que este tipo de publicaciones, en su mayoría están firmadas, son coberturas realizadas por enviados especiales que en el texto expresan su mirada sobre los hechos. Juegan con las metáforas y se da lugar a un estilo propio según corresponda el caso.

En esta nota, Rodolfo González Arzac describe la situación: ”Cuesta imponer el piquete, la geografía no ayuda. Antes del cruce entre la ruta provincial 93 y la 6 sale un atajo que es una invitación a la picardía de los camioneros. Los productores suben una y otra vez a las camionetas con las rastras y siguen la nube de tierra que dejan los camiones (algo así como el secreto del triunfo).

En el piquete dicen que la plata de la capital no llega al pueblo, que ellos pintan la escuela, construyen el centro de bomberos voluntarios, todo. Que necesitan previsibilidad para meterse en un crédito y comprar una máquina. Y que ellos siempre gastan, nunca esconden. Y que por eso están hace siete días en la ruta en Beravebú, el pueblo que nunca antes nada. Pero que ayer salió en la tele.”

El protagonismo de los cronistas o encargados de realizar diferentes coberturas, también se manifestó de manera en el artículo publicado el día cinco de junio: “Paciencia oriental. La lucha es larga”. Aquí, un cronista pudo infiltrarse en un acto de PJ y rescatar todas las declaraciones del ex mandatario, Néstor Kirchner: “Este cronista pudo comprobarlo también el martes último, cuando presenció el encuentro que estaba pensado únicamente para la militancia K y no para la mirada de los periodistas”.

De esta manera, Crítica de la Argentina se definió como el único medio capaz de mostrar a un Kirchner “auténtico”. El medio dice presentar las declaraciones textuales, hace un listado de las frases más fuertes y da lugar a apreciaciones del cronista. Busca mostrar cómo habla Néstor Kirchner “cuando no hay micrófonos”. Según, Diego Genoud (cronista testigo), la nota es una “guía para entender porqué se niega a negociar”.

A su vez, el medio vuelve a darle un espacio en la tapa a Alberto Fernández, en esta ocasión para que el mandatario defina su posición. Crítica de Argentina otorga un espacio para que el funcionario defina la postura del Gobierno. En la titulación, le da protagonismo al jefe de gabinete y a sus ideas:

Volanta: Entrevista con el jefe de gabinete

Título: La versión de Alberto

Bajada: Dice que el campo aguanta porque los productores “tienen espalda” económica y que sólo habrá diálogo si levantan la protesta. La forma de titulación y las ideas que transmite se contraponen con las declaraciones presentes en el artículo, en el que “Alberto Fernández, asegura que el Gobierno está dispuesto a retornar al diálogo con el campo siempre y cuando se levante el paro. En diálogo con Crítica de la Argentina, Fernández evalúa que la duración de la protesta del agro, que se acerca a los tres meses de extensión, es un indicador de la “riqueza” del sector. “Por eso tienen la espalda para resistir”.

Por otra parte, es necesario destacar el artículo “Piquetes que enrarecen el clima” referido a declaraciones de diferentes integrantes de organizaciones rurales que denunciaron cierta complicidad entre el gobierno y representantes de los transportistas.

Para la puesta en acción de sus respectivos posicionamientos editoriales, los cuatro diarios observados recurrieron a recursos de lenguaje de carácter valorativo, en algunos casos expresos –sobre todo a partir de construcciones adjetivas- y en otros sugeridos, desde el interrogante o haciendo uso de valoraciones previas, indicadas en títulos y contextos.

Circunscrito al período y a la muestra relevada y salvo las excepciones que se manifiestan en este Informe y en su respectivo Anexo, este Observatorio concluye que la sociedad argentina careció de información amplia, plural y de voces suficientes, y alerta sobre la unilateralidad y la utilización de recursos de manipulación, descontextualización y tergiversación que evidenciaron las coberturas de los diarios Clarín y La Nación, en muchos casos lesivas de la institucionalidad del país.

12 jul 2008

COMO FUNCIONAN LAS RETENCIONES SOBRE LOS PRECIOS INTERNOS

Retenciones móviles e inflación

Por Fabián Amico

Las variaciones en el valor del dólar determinan el precio en el mercado interno de los productos exportables (agropecuarios). O lo que es similar: si el valor del dólar está fijo (como hoy, que se sitúa en torno a 3 pesos) y los precios internacionales de los productos exportables aumentan, entonces ese aumento se traslada al mercado interno.

Veamos esto con el ejemplo de la carne. Más o menos el 20 por ciento de la producción se exporta y el resto se destina mercado interno. Supongamos que hay un aumento del precio internacional de la carne mientras el dólar permanece fijo (3 pesos). Sería el caso en que un kilo de lomo, que ayer valía 10 dolares en el mercado internacional, pasa a costar 12,5 dólares. Por cada kilo exportado el exportador pasó de obtener 30 pesos a percibir 37,5 pesos.

Como gana más vendiendo la misma cantidad, y como Argentina no puedeincidir en el precio internacional (su nivel de producción en el mercado mundial es muy pequeño), ese exportador va al mercado de liniers y demanda más vacas, haciendo que su precio suba frente a un stock dado de vacunos. Pero el mercado de hacienda es el mismo para todos los que participan en él y no hay modo de separar las vacas que demanda el exportador de las que demanda Coto o la carnicería del barrio, que son destinadas al consumo interno y no tienen nada que ver con la exportación. De modo tal que si hay más demanda y el precio sube, esta alza se produce para todas las vacas: las de exportación y las que van al mercado interno.

Así, el aumento del tipo de cambio (el dólar) o el alza del precio internacional con tipo de cambio fijo determinan el alza del precio de todos aquellos productos que cuentan con mercado de exportación, aunque la produción en su mayoría se consuma en el mercado interno. La venta en el mercado interno no se realiza a un precio menor a la que se podría obtener exportando la producción. Un aumento del precio en dólares de la carne (sea por devaluación de la moneda o por aumento del precio mundial, o por ambos) sube el precio en pesos que reciben los exportadores y más o menos automaticamente sube el precio en el mercado local. A esto se le llama “efecto de arrastre”.

Este “efecto de arrastre” varía en importancia según el peso que tenga el producto exportable en el consumo interno. Si el producto exportable es la soja (que aquí no se consume) el “efecto arrastre” es débil o casi nulo. Pero Argentina exporta carne, cereales y productos frescos y el aumento persistente del precio internacional de estos bienes conduce a fuertes alzas de precios en el mercado interno mediante el mecanismo descripto antes. Como esos bienes integran la canasta de consumo de los asalariados, el alza de su precio determina automaticamente una baja del salario real y un menor nivel de demanda interna. Luego, este “efecto de arrastre” agudiza la puja distributiva y potencia la inflación originalmente disparada por el alza del precio de los alimentos. En suma, ese “efecto de arrastre” significa una transferencia de ingresos desde los asalariados y toda la sociedad hacia el sector productor de los exportables (agropecuarios).

Veamos de cerca cómo está formado el precio de los bienes exportables (en este caso agropecuarios). Dicho precio se forma mediante la suma de un costo de producción y una ganancia “normal” sobre ese costo: costo+ganancia "normal” = precio interno “normal”. El inédito aumento del precio internacional de los alimentos con costos medidos en pesos devaluados (transportes, combustibles, salarios, etc), le brindaron al sector agropecuario en su conjunto un nivel de ingreso muy por encima de ese precio “normal”. A esa diferencia entre el precio internacional y el precio “normal” (que ya incluye una ganancia), se le llama “renta”. La renta es una ganancia extraodinaria derivada del monopolio sobre un recurso natural (en este caso, la tierra).

Según los investigadores Javier Rodríguez y Nicolás Arceo de la Universidad de Buenos Aires, la renta apropiada por el sector agropecuario se multiplicó por cinco medida en pesos desde la devaluación: era de 72 pesos por hectárea en la convertibilidad y en 2004 rondaba los 370 pesos. En la década de la convertibilidad, el sector obtuvo ingresos por 5200 millones de dólares anuales promedio, de los cuales 1000 millones fueron renta anual promedio. Entre 2002 y 2004, en cambio, los ingresos totales promedio fueron 7850 millones de dólares por año, de los cuales 3000 millones de dólares promedio por año fueron de renta. O sea, la renta se triplicó en dólares.

En este marco, la aplicación de retenciones a las exportaciones (que en la práctica constituyen impuestos a la renta de recursos naturales), se volvió una opción forzoza. Por otro lado, los elevados precios internacionales han permitido un aumento inédito de la rentabilidad en el sector agropecuario, aun con la aplicación de retenciones. En 2007 se ubicó un 72 por ciento por encima de la registrada durante la vigencia del plan de convertibilidad (ver cuadro).

Estos altos niveles de rentabilidad del agro se han traducido en un extraordinario incremento en el valor de la tierra, especialmente en la región pampeana, donde el precio en dólares de la tierra ha llegado a ubicarse un 171 por ciento por encima de los valores del quinquenio 1995- 1999. Y a comienzos de 2008, los precios continúan evidenciando una tendencia alcista.

Después de 2004 los costos internos aumentaron levemente, pero nunca para amenazar los impresionantes niveles de rentabilidad. Como dice el investigador Osvaldo Barsky, “los precios de los granos en el último trienio han aumentado a razón de 80 a 120 por ciento por año. Contra semejante suba no hay costo interno que haya crecido en esa proporción ni nada parecido”. Algo similar corroboran Rodríguez y Arceo: “Con respecto al valor promedio que registraron en 2006 y 2007, en la actualidad se observa un aumento del 86,9 por ciento en el caso del girasol, de un 75,7 por ciento en la soja y de un 59,2 y 43,4 por ciento en el caso del maíz y del trigo, respectivamente. El precio internacional de estos productos en dólares constantes es el más alto de los últimos 25 años, con la única excepción del maíz, que registró cifras similares en 1996”.

Ante este escenario de infla ción creciente (especialmente en los alimentos) el gobierno optó por subir las retenciones (impuestos) a las exportaciones de alimentos, ahora con carácter "móvil".

¿Qué significa esto? El gobierno aplicó un impuesto a las exportaciones agropecuarias que “poda” el ingreso de los exportadores y los deja con un precio efectivo similar al que tenían en diciembre de 2007 (una rentabilidad de 1223 pesos por hectárea para la soja y 1038 en promedio para otros cultivos como dice el cuadro) . A partir de ahora, si el precio internacional de la carne sube más allá de cierta magnitud, ese impuesto subirá acompañando tal suba hasta capturar la diferencia de ingresos originada por el aumento, de modo que el exportador (y todo el sector agropecuario) siguen ganando lo mismo. De igual modo, le asegura un “piso” a los exportadores ya que si el precio mundial cae, el impuesto se hace menor.

Dicho impuesto (retenciones) poda parte de la renta sin afectar la ganancia “normal”. Así, al no haber suba del ingreso de los exportadores en pesos, no habría “efecto de arrastre”. Por ende el precio de la carne en el mercado interno debería reducirse y la inflación podría finalmente desacelerarse. En suma, lo que hacen las retenciones es diferenciar los precios internos respecto de los vigentes en el mercado internacional.

Además, la aplicación de las retenciones se hace de manera diferencial, cargando menos sobre los cereales y más sobre la soja, insinuando una estrategia de desaliento de la “sojización”. El aumento de las retenciones a la producción sojera mejora la rentabilidad relativa de otros cultivos, así como de la producción ganadera. En esta actividad, la mejora podría permitir la expansión ganadera en terrenos antes dedicados a la producción agrícola.

Por supuesto, esto no es la solución final para el problema de la inflación y para el desarrollo agropecuario. Pero debe asumirse que en el contexto actual el recurso a la herramienta de las retenciones es casi forzozo. Como advierte Barsky, “lo que la gente de campo debe entender es que con las retenciones no hay marcha atrás. Ningún político, ni Macri, va a salir de este esquema, salvo que sea un suicida. Si los productores agropecuarios no entienden esta cuestión no pueden discutir nada. Las retenciones son una condición necesaria del bienestar general, incluidos ellos”.

A partir de aquí queda pendiente un debate acerca de qué se hace con esos fondos adicionales que ingresan a las arcas fiscales. Ciertamente, el aumento de las retenciones podría afectar la rentabilidad de algunas pequeñas explotaciones. La situación especial de los pequeños y medianos productores debe atenderse con políticas espcíficas basadas en el esquema general de retenciones, y no en su supresión. Muchos pequeños productores tienen dificultades en la provisión de semillas y fertilizantes, y mantienen una relación desventajosa con el comercializador y el exportador. Deben existir a tal efecto estrategias específicas. Pero tal apoyo no puede basarse en la supresión de las retenciones que conducen a incrementos de renta y transferencias de los bolsillos de los asalariados hacia el campo en forma indiscriminada. Sería como pretender ayudar a las Pymes industriales aumentando el precio de todos los productos industriales que pagan los alariados.

ANÁLISIS DEL CONFLICTO POR LAS RETENCIONES

Entrevista al Ing. Horacio Giberti* / Isaac Grober**

Conflicto por las retenciones: su trasfondo, sus implicancias y los lineamientos para una nueva política



“Pienso que el Gobierno tiene un montón de faltas. Políticas activas mal dirigidas y de políticas que no ha dirigido, pero pienso que aunque todo lo que ha hecho estuviera mal y sólo hubiera hecho esto de las retenciones, no habría por qué no apoyarlas. En todo caso el enorme esfuerzo que se está haciendo en contra de las retenciones se debe utilizar para presionar al Gobierno para que actúe implementando todas esas políticas que hoy faltan... Es absolutamente necesario desarmar toda esta estructura de los fondos de siembra porque crean una estructura social totalmente negativa...”Las transformaciones productivas, sociales y gremial–empresarias como marco del reclamo.


Los propósitos, el trasfondo y los riesgos del conflicto. Lineamientos para una nueva política. Potenciales aliados.

Con motivo de la implantación de las retenciones móviles, los productores agropecuarios han desatado un conflicto y disputas en el que aparecen aspectos y situaciones confusas, contradictorias y peligrosas. Para ayudar a esclarecer un poco las cosas creo que sería previamente necesario conocer y entender los cambios en la estructura productiva y social habida en el campo, cuándo y cómo se fueron dando, para llegar en definitiva a tener un panorama más claro sobre lo que hoy es, productiva y socialmente el campo, qué terreno estamos pisando.

Me parece un enfoque razonable. En los últimos 15 años, digamos, el sector agropecuario ha tenido profundas transformaciones que lo vuelven muy distinto de lo que conocimos tradicionalmente. Vamos a referirnos fundamentalmente a la región pampeana, porque aunque en el resto del país también haya habido cambios, el motor de la economía agropecuaria es la región pampeana.Aquí se produjo una revolución tecnológica extraordinaria, sobre todo a partir de los años ´90, basada en la siembra directa y en los transgénicos. La introducción de estos dos elementos abarató extraordinariamente los costos de producción a punto tal que, para que se tenga una idea, lo que antes se hacía en un mes, hoy se lo puede hacer en un día.. Es esta significativa disminución de costos lo que permitió que en el período de recesión de los `90, el sector agropecuario pudiera afrontar esa mala racha de todos esos años del 1 a 1 y aumentar la producción.

Esto ya anticipa que si al sector agropecuario con el 1 a 1 le iba bien - dicho esto en general - , con el 3 a 1 le tiene que ir extraordinariamente bien. Pero volvamos un poco atrás. Esta profunda transformació n tecnológica que permite ahora reducir a un día el trabajo que antes llevaba un mes, si bien reclama mucho menos trabajo, exige en cambio mucho más capital: inversión en maquinaria y la maquinaria para siembra directa es cara y totalmente distinta a la tradicional, lo que obliga a renovar toda la maquinaria. El transgénico y todo lo que representa el uso de agroquímicos, etc. representa también gastos que antes no se hacían .

En la agricultura tradicional el chacarero araba, sembraba, lo que le demandaría digamos un mes de trabajo en una chacra corriente y luego hacía algunos trabajos culturales, como en el caso del maíz, o ninguno, como en el trigo. No había defensa del cultivo, en el sentido de que no se aplicaban herbicidas, ni fertilizantes, etc. de manera que el chacarero veía crecer bien o mal el cultivo . Luego venía el período de cosecha, lo que implicaba la cosecha en sí misma, el transporte y la comercializació n. Ese era el trabajo, digamos tres a cuatro meses relativamente duros y el resto, ocio forzoso.

Esto era la estructura básica de la producción chacarera de entonces. Hoy es totalmente distinto por la gran inversión de capital tanto en maquinaria como en insumos y eso en Argentina, para el chacarero corriente, con un Estado que en esos años retiró su intervención, le era imposible conseguir apoyo crediticio de fomento, no crédito bancario común, sino un crédito bancario a tasa razonablemente más baja que la corriente y con un horizonte de vencimiento mucho más acomodado.

Además se requería asesoramiento técnico porque cambió totalmente la forma de producción, de manera que el chacarero que decía “.. a mi que me van a enseñar que tengo 20/30 años en el campo”, hoy podrá seguir diciendo lo mismo, pero sus 20 o 30 años de experiencia anterior no le sirven para nada porque han cambiado totalmente las formas de producción. Y además el cambio es muy dinámico, lo que le exige una actualización constante de los conocimientos. Este requerimiento de conocimientos técnicos nuevos para el productor chocó con que al retirarse el Estado de la intervención en el mercado, también llevó implícito su retiro de la intervención técnica: el INTA desmanteló su servicio de extensión. Entonces el chacarero, al que le era difícil acceder al capital, al que le era difícil acceder a las nuevas técnicas, se fue quedando marginado, desapareciendo o cediendo sus tierras en arrendamiento porque juntamente con eso, como el cultivo era un negocio verdaderamente interesante, especialmente en el caso de la soja, surgieron los fondos de siembra.

Estos fondos son en verdad entidades puramente especulativas. Son, en realidad, fondos de inversión. Colectan un dinero que destinan a una determinada actividad, la que en ese momento les parezca más rentable en el corto plazo y si esa actividad luego deja de ser rentable, pasan a otra totalmente distinta. Y así como hoy pueden producir soja, mañana pueden ser chorizos o cualquier otra cosa.

Por su índole, estos fondos ni invierten ni compran en el lugar donde trabajan. Derivan sus ganancias, desde el lugar donde trabajan hacia otros centros de actividad. Utilizan la menor cantidad de capital fijo posible, porque quieren conservar la liquidez. Por eso arriendan tierras y no compran tierras; trabajan con contratistas y no compran maquinaria agrícola y tienen un equipo bastante bueno de asesores que los utilizan en los distintos lugares de trabajo porque para cubrir riesgos esos fondos de inversión suelen arrendar tierras en muy distintos lugares. Así, si en un lugar las cuestiones ecológicas han sido adversas, se compensan con que en otras han sido buenas.

Además, con los transgénicos y con el mejoramiento genético se ha conseguido variedades de grano que son muy resistentes a la mayor parte de las adversidades, lo que asegura una mayor estabilidad de la producción que la que antes era corriente, en la que había menos defensa de los cultivos, menos capacidad de los propios cultivos de resistir las adversidades. Entonces, anteriormente, la oscilación de la productividad, del rendimiento, era muchísimo mayor que ahora. Estos rendimientos están ahora en un nivel muchísimo más alto y son más estables, pero a costa de una gran inversión de capital y de técnica que la pudieron hacer los fondos de siembra. Los chacareros, en cambio, se fueron quedando marginados.

Además, como los fondos de siembra tienen el dinero suficiente y como manejan grandes volúmenes de producción, tienen también grandes facilidades para comprar los insumos y vender la producción. Todo eso hace que su costo de producción sea mucho más bajo que el del chacarero común.

Por todo esto los fondos de inversión se extendieron enormemente en ese momento del 1 a 1, mientras iban absorbiendo o iban desapareciendo los chacareros. Como estos últimos no podían entrar en la nueva técnica y con sus viejas técnicas quedaban muy fuera del mercado, les resultaba mucho más conveniente alquilarles su tierra antes que trabajarla.

Esto fue produciendo una enorme concentración de la producción. Antes siempre se hablaba de la concentración de la tierra, de la propiedad de la tierra. Ahora hay una concentración de la producción que es sobre tierras arrendadas, alquiladas y es un proceso que cambió totalmente la estructura económica y social del campo.

Es por eso, como ahora se dice, que tenemos un 10 % de productores que aportan el 75 % de la soja y eso es una enorme concentración – reitero – de la producción y no de la propiedad de la tierra. La propiedad de la tierra sigue tanto o más concentrada que antes, pero este es un fenómeno distinto del de la concentración de la producción.

¿Qué otras repercusiones se derivaron de estos cambios en el modo de vida del pequeño y mediano productor y sobre la actividad económica de los pueblos y ciudades cercanas al quehacer rural?

En primer lugar, ha desaparecido una gran cantidad de los clásicos chacareros. El chacarero que subsiste, ahora despliega mucho menos trabajo que antes, de manera que eso de que toda la familia de varios hijos trabajaba junto con el padre y la madre, ya pasó a la historia. En este momento una chacra, digamos, de 150 has. en lo que se llamaba la región maicera y que ahora es la región sojera, requiere el trabajo de dos personas, nada más. De modo que los hijos de la familia ya no caben en el campo y los obreros se van a trabajar a las ciudades. Por eso mismo el deterioro industrial de los años ´90 perjudicó a la chacra porque muchas de ellas se constituían entonces sobre la base del trabajo familiar en la misma chacra y parte de la familia trabajaba en industrias y comercios de los pueblos cercanos. El receso económico de los años ´90 perjudicó esa ocupación extrapredial y complicó más aún la economía del chacarero. Esto explica esa enorme desaparición de chacareros, de productores medianos y pequeños.

Digamos marginalmente que también hay que distinguir una cosa. El mejoramiento técnico desde que se implantó el arado hasta ahora, va aumentando cada vez más la productividad del hombre. Cada vez más una persona puede atender, cultivar más hectáreas. Entonces, dentro de una producción agropecuaria moderna, tecnificada, es lógico que disminuya la cantidad de explotaciones.

Por eso si en la región pampeana, por ejemplo, la tierra está ocupada en su totalidad, si cada chacarero puede hoy trabajar más hectáreas que antes, es evidente que tiene que ir saliendo una determinada cantidad de chacareros del campo. En consecuencia, hay un proceso que podríamos llamar normal de disminución de explotaciones agropecuarias y a eso se agrega, en el caso argentino, un proceso que yo llamaría patológico de ese aumento de chacareros que salen del sector porque el gobierno ha sido hasta hace muy poco mero espectador de la producción.

A partir del 2001 cambia la cosa, no se llega desde mi punto de vista a una política totalmente satisfactoria, pero hay muchos aspectos que mejoran la situación. Entonces en el sector agropecuario resurge la economía porque a ese bajo costo de producción, se unen precios mucho más altos que reaniman la actividad. Y esa producción, aun bastante centralizada en pocas explotaciones, alcanza a reanimar la economía de los centros poblados que yo podría llamar estrictamente vinculados con la producción. En Pergamino, en el centro-sur de Santa Fe y en otras áreas que estaban totalmente aletargadas desde el punto de vista económico, se reanimaron esas industrias locales, se reanima el comercio como consecuencia de la mayor producción y el sector chacarero que aún subsiste , comienza a recuperar poder adquisitivo.

Si se analizan las inversiones que se ha producido en maquinaria, etc., ahora se ve precisamente que mientras que en todos esos años en que el sector no agropecuario estaba languideciendo cada vez en peores condiciones e invertía menos, el sector agropecuario ya compraba mucho más maquinarias, fertilizantes y herbicidas. En aquella agricultura tradicional de hace años, los fertilizantes por ejemplo eran consumidos por las regiones extrapampeanas y no por la región pampeana. Ahora el principal consumidor de fertilizantes es la región pampeana. Esta es una de las tantas indicaciones de cómo ha cambiado la estructura.

Volviendo a lo que estaba contando. Se reanima la economía, se robustecen los pocos chacareros que quedaron, pero que aún así son todavía relativamente muchos y entran también en ese círculo de mayor consumo y mayor inversión, logicamente en una medida mucho menor que la que pudieran hacer si hubieran conservado la magnitud económica anterior, de no mediar su desplazamiento por esos fondos de siembra.

Es obvio que los piquetes que irrumpieron en decenas de lugares, no estuvieron integrados por oligarcas. Está claro que las multitudinarias concentraciones congregaron a pequeña y mediana burguesía rural y a pobladores del interior del país, en particular del área pampeana, que directa o indirectamente son dependientes de la economía agropecuaria. También se ha visto el despliegue de alianzas entre agrupaciones gremiales agropecuarias que a lo largo de su historia se han revelado no sólo diferentes, sino decididamente antagónica ¿Cómo se explica esta confluencia de ahora? Los cambios habidos en la estructura productiva y social ¿pueden haber influido en la orientación político - gremial de las entidades o esta confluencia es coyuntural, empujada por “el espanto”, como alguno de ellos dijo? ¿Qué es lo que en esencia está en disputa para cada una de las entidades integrantes de la llamada Mesa de Enlace?

Ciertamente. Todos estos cambios en la estructura económica y social, también provocó un cambio bastante importante en la estructura gremial, societaria del campo. El clásico chacarero arrendatario, la imagen tradicional del socio de la Federación Agraria (FAA), prácticamente desapareció porque muchos de los arrendatarios que subsistieron, por las buenas o por las malas se transformaron en propietarios. Al transformarse en propietarios, muchos de ellos dejaron de pertenecer a la FAA. Esta entidad era, para los arrendatarios modestos, una institución, un ente absolutamente necesario porque a través de su muy buen departamento legal les proporcionaba el apoyo jurídico necesario en su lucha contractual y legal con el propietario por problemas de arrendamiento. Al transformarse en propietarios, esos socios ya no tienen la necesidad de ese servicio y aún no manifestando una buena conciencia gremial, simplemente dejaron de pertenecer a la FAA o sin hacer una renuncia formal, dejaron de pagar. Yo creo que si muchas de las entidades agropecuarias de ahora depuran sus padrones de socios se quedan con la mitad o menos de los socios. Es una táctica de las entidades, no sólo de las agropecuarias, si no de todas, de no depurar mucho sus padrones de socios en función de los que verdaderamente pagan, para aparentar tener así una mayor representatividad.

Aparte de esa disminución de socios, en lo que hace a la FAA , hay ese cambio de estructura social que hace que el chacarero típico de hoy tenga enfoques muy distintos del de antaño. Es un propietario, un pequeño propietario, a lo mejor más conservador que el propietario mediano o grande. Eso en lo que atañe chacarero clásico.

En cuanto a las cooperativas, buena parte de ellas sufrió un descalabro durante la época del 1 a 1 acompañado por la falta de apoyo oficial. Muchas se salvaron transformándose realmente en empresas comerciales. FACA, que nucleaba cooperativas de productores medianos y pequeños afines a la Federación Agraria , quebró. De las restantes federaciones de cooperativas integradas en CONINAGRO quedó ACA como grupo de mayor peso, cuyos integrantes tradicionalmente fueron productores de medianos para arriba. En definitiva, CONINAGRO ahora agrupa menos cooperativas, con menor espíritu cooperativista y con menos importancia de pequeños y medianos productores.

Además tenemos toda una estructura que absorbe el grupo de entidades que se concentra en Confederaciones Rurales Argentina (CRA), que tradicionalmente representaron a un tipo de explotación relativamente grande pero manejada por el propio dueño, un empresario.

El tipo medio de socios de esas entidades nucleadas en CRA tiene una explotación relativamente grande, a lo mejor 1.000 has., que en la región pampeana no es poco, pero generalmente las maneja él en forma directa y muchas veces vive en la propia explotación. Ese hoy sigue siendo propietario y ha crecido mucho en los últimos tiempos. Además se ha diversificado. Antes ese propietario era fundamentalmente ganadero y hoy ha asimilado las nuevas técnicas y se transformó a veces más en agricultor que en ganadero. Por eso interviene ahora en forma mucho más activa que antes en la puja por la determinación de precios de los granos, etc. que antes era algo que miraba un poco de costado porque se dedicaba más bien a la ganadería.

Los grandes productores son los clásicos representados por la Sociedad Rural Argentina (SRA), que ahora se diferencian. Son claramente productores y no latifundistas. Hoy, por una serie de cosas, hacen el cálculo de beneficios alternativos, etc. Ya no es como antes que la gran explotación solía ser bastante más extensiva que lo razonable y que muchas veces no trabajaban bien la tierra porque de todos modos su gran superficie les permitía tener un ingreso alto sin necesidad de complicarse la vida administrativamente . Hoy ya se piensa en otra forma. Se piensa por ejemplo en si la tierra que tengo vale tanto, que rentabilidad tiene y la comparo con la rentabilidad de otras actividades o de colocaciones alternativas de ese capital y si no me conviene, vendo la tierra y me dedico a otra cosa,hace 40/50 años ese enfoque no existía. De modo que la Sociedad Rural sigue representando a grandes propietarios pero con otra estructura. Se dedican más a la producción propiamente dicha y también han incorporado la agricultura, cuando antes eran casi exclusivamente ganaderos porque la agricultura la hacían por vía de arrendatarios que ahora han desaparecido.

Estos son los cambios que hoy ofrece la estructura societaria. Ahora por sobre esas cosas hay otra cuestión fundamental: ¿qué representatividad tienen? ¿Cuánto del sector agropecuario, cuántos productores verdaderamente absorben?

Si uno atiende a las cifras que cada una de ellas dice sobre la cantidad de socios - y eso salió en un artículo de La Nación de hace un tiempo – resultaría que las cooperativas, que no son gremiales pero que son entidades que asocian a muchos productores pero con espíritu de comercializació n más que de producción, dicen que representarían a 110.000 asociados. CRA tendría 100.000, la FAA otro tanto y la SRA 10.000, o sea que en total, según ese artículo que apareció en La Nación y que en realidad recoge lo que se adjudican cada una de las entidades, tendrían en conjunto como 300.000 socios, o sea casi el total de los productores agropecuarios. Eso es absolutamente falso y lo podemos decir con absoluta convicción porque si vamos al censo agropecuario del 2002 encontramos con que por primera vez en el país se pregunta a los productores si están afiliados o no a alguna entidad gremial o cooperativa.

La respuesta es la siguiente: en todo el país sólo el 4% de los productores está afiliado a alguna entidad verdaderamente gremial y el 13 % está agrupado en cooperativas. Esta es la verdadera representatividad que tienen las entidades. Entonces me parece que está bien que actúen, que reclamen, que el gobierno las tenga en cuenta, pero distan enormemente de tener la importancia que ellas a sí mismas se adjudican. Esa poca importancia creo que está muy claramente expresada en otra circunstancia. Toda esta última serie de problemas que ha habido ha surgido del famoso movimiento de los “autoconvocados” que son los que en este momento están a lo mejor manejando la situación. Si hay tal gran cantidad de autoconvocados es porque precisamente las entidades son poco representativas.

Y se da este curioso caso de que los autoconvocados por ejemplo, organizan una reunión e invitan a las entidades agropecuarias y los presidentes de las entidades agropecuarias van como invitados a las reuniones que organizan los autoconvocados. Esa enorme cantidad de autoconvocados que son los que hasta ahora están causando más cortes de ruta que los asociados, están reafirmando las cifras censales sobre la poca importancia real que tienen las entidades agropecuarias y están complicando también la resolución política del problema porque por su propia condición de autoconvocados no tienen disciplina gremial, hay grupos con diferencias internas muy notables, un grupo con otro no tiene nada de afinidad y cada uno corta las rutas como le parece, unos dejan pasar a las ambulancias y otros no, pasan determinados tipos de mercaderías o no. Hay toda una anarquía y sobre todo no pueden tener una actitud unificada y mucho menos obedecer las directivas que emanan de las entidades agropecuarias tradicionales. Por eso si mañana el gobierno llega a un acuerdo completo con las entidades agropecuarias, con estas cuatro entidades famosas, no hay mayor garantía de que la masa de productores agropecuarios responda a ese compromiso.

Pasemos ahora al marco político en que se desarrolla toda esta problemática del conflicto.

Primero: yo no considero malo que se hable de que esto está politizado. Al contrario, todos estos hechos son la consecuencia de medidas políticas. Entonces me parece que es absurdo decir que las entidades están politizadas o que el gobierno está politizado o se politizan los temas, etc. Ojala todos estuviéramos politizados, con lo cual quiero decir que estuviéramos viendo desde un punto de vista de una actividad política razonable, que medidas conviene tomar o no.
Segundo: yo creo que las entidades han respondido, reaccionado a situaciones que son muy distintas de las que originalmente se plantearon. Esto explica en buena medida su aparente unificación.

Dicho en forma más clara: analizada la actual situación económica del sector agropecuario, el Gobierno computó que en razón de la fenomenal suba de los precios internacionales, ese sector percibirá ahora ingresos muy altos, que para lograrlo en realidad no hizo demasiado. Las retenciones vienen a cumplir así una función legítima, la de quitar una parte nada despreciable – podría ser un poco menos, pero es bastante apreciable – de los posibles ingresos, redistribuirlos y fundamentalmente por vía de las retenciones, separar los precios internos de los externos de modo de evitar que ese extraordinario aumento de los precios externos eleve innecesariamente el costo de vida interno. Yo creo que es humano considerar que nadie va de buen modo, sin cierta discusión, a resignar sus ingresos. Después de todo, el bolsillo es la parte del cuerpo que más duele. Creo que es humano dentro de nuestra sociedad que cada persona procure ganar lo más posible.

Aquí aparece entonces uno de los errores del Gobierno y fue el no explicar suficientemente el por qué hacía las cosas de manera que quedara claro el por qué de las retenciones, la magnitud del margen de ganancias extraordinarias que en caso contrario quedaría en manos de los productores y que aún descontadas las retenciones, restaba una buena rentabilidad. Aquí aparece ese trasfondo político. Las entidades obedecen inicialmente a la presión primera de sus asociados y luego se encuentran presionados por los autoconvocados que piden que no se les saque un solo peso. Y es más fácil para un dirigente trasmitir ese pedido al gobierno que el hacerle ver a sus asociados que deben resignar parte de ese beneficio extraordinario en función de un beneficio social. Aquí aparece el segundo error, porque no es posible que el Gobierno trate de igual a igual a una entidad agropecuaria y con ese famoso “hay que consensuar” en algo donde jamás se va a poder consensuar porque implica limitar en buena parte los beneficios del sector.

Exagerando las cosas: si en un país donde hubiera esclavitud el gobierno quisiera eliminarla, jamás va poder consensuar con los dueños de los esclavos. Entonces si el gobierno necesita limitar en parte el ingreso de un sector agropecuario, no va a lograr el consenso. En todo caso los va a convencer a regañadientes, pero esperar a que tenga un consenso pleno de esas medidas me parece absurdo. Por eso digo que el Gobierno gobierna, por lo menos en un modelo teórico, atendiendo a las necesidades globales del país y en cambio las entidades sectoriales atienden a una lógica defensa de sus propios intereses sin considerar mayormente las consecuencias sociales.

Esto es lo que sería desde mi punto de vista lo que ocurre en la economía agraria. Ahora, en la economía social o en el marco político general, yo no creo que se pueda hablar de golpismo.

Me parece que la relación de fuerzas ahora es muy distinta que antes. Que la sociedad en general vive otro clima y que dista mucho de pensar o aceptar que se pueda dar un golpe. Pero sí creo que se inicia un proceso muy serio, muy inteligente, de deterioro de la imagen del gobierno que puede sí llevar después de un tiempo a un cambio de gobierno, sea por un golpe o sea por elecciones o se lo debilita tanto como para lograr forzarle el brazo e imponerle un cambio de política. Se desprestigia totalmente a un gobierno y luego surge una alternativa de un gobierno, por ejemplo totalmente conservador y la gente incautamente puede ir a votar por ese gobierno.

Es decir se puede hacer un golpe electoral en lugar de un golpe militar. Veo que aquí si no se manejan bien las cosas se puede llegar a un enfrentamiento torpe e innecesario de un sector con otro, en que se van insultando recíprocamente y en lugar de argumentar pasan a los insultos y a una acción violenta.

En ese sentido creo que también el Gobierno no ha estado prudente porque no ha sabido conservar la serenidad y en lugar de utilizar adjetivos contra los dirigentes agropecuarios debió explicar claramente la situación, por ejemplo presentar modelos de costos que demostraran la gran utilidad que tiene el sector agropecuario y que hacen legítimo que una parte de esos beneficios extraordinarios se dediquen en beneficio del país entero.

Esa misma carencia de elementos objetivos también la presentan las autoridades agropecuarias. Escuchamos todos los días su queja de que pierden plata, que no pueden invertir, etc. pero jamás dan un costo concreto. Lo más que hacen es decir como ha aumentado el precio de los fertilizantes o el precio de otros insumos. Y eso en parte es cierto, pero esos productos que ellos indican constituyen una parte relativamente minoritaria del costo total de producción. Por ejemplo me parece que los fertilizantes más los herbicidas, pueden representar alrededor del 10 % del costo de producción. De manera que aunque dupliquen sus precios, su efecto sobre el costo final es poco y además hay otros rubros que han disminuido enormemente su importancia económica en beneficio del sector agropecuario. Si estudiamos las relaciones insumo-producto podemos decir algo que es asombroso: en el quinquenio 1997-2001 se necesitaban un poco más de 220 Kgs. de soja para comprar 100 litros de gasoil.

Vea que se trata de un elemento muy necesario para una producción agropecuaria y constituye una parte significativa del costo de producción. Hoy en lugar de los doscientos veintipico de kilos de soja para comprar 100 litros de gasoil, se necesitan sólo 3 kilos de soja. Esto da una idea de cómo han cambiado las relaciones y que si bien es cierto que esos otros insumos han aumentado mucho, es cierto también que algunos otros insumos fundamentales no han cambiado. También podríamos decir que desde el punto de vista social y si es que la memoria no me falla, antes en ese primer período que señalaba se necesitaban 14 quintales de soja para pagar el sueldo mensual de un obrero rural medio y ahora se necesitan sólo 10 quintales, es decir que ha habido una rebaja de casi el 40 %, lo cual nos está diciendo por otra parte que los beneficios derivados de los mayores precios de los granos no se han manifestado en el aspecto social de los trabajadores agropecuariosVolviendo al tema propósitos de la protesta.

No creo que pueda calificarse de golpista a la gente, pero sí de desestabilizadores. No a la gente en su totalidad, sino que hay un grupo que está aprovechando esta circunstancia para que la gente, que está embalada, irritada porque le sacan pesos, entre, sin darse cuenta, en esta corriente desestabilizadora. Y yo que viví unos cuantos años y ví esta película varias veces, me acuerdo de lo qué ocurrió por ejemplo con Illia.

Hace poco se cumplió un aniversario de la muerte de Illia o algo así. Casi todos los periódicos cantaron loas de Illia, pero cuando Illia vivía y era presidente, se lo denigró de todas formas. Se le hizo una campaña muy bien instrumentada de hacerlo aparecer como un hombre irresoluto, etc., la famosa tortuga. Mis hijos, que eran entonces estudiantes secundarios y formaban parte de la juventud, salieron a la calle a protestar porque no había suficiente presupuesto educativo. Las cifras demostraron luego que en ese momento la proporción del presupuesto dedicada a educación era muchísimo más alta que antes. Pero todo eso son elementos de una política muy bien orquestada que transforma a muchos en idiotas útiles de aquellos que los utilizan con fines totalmente distintos de lo que ellos quieren defender.

Y así terminan escupiendo al cielo. Yo no quisiera que ahora se produjera lo mismo. Pienso que el Gobierno tiene un montón de faltas. Políticas activas mal dirigidas y de políticas que no ha dirigido, pero pienso que aunque todo lo que ha hecho estuviera mal y sólo hubiera hecho esto de las retenciones, no habría por qué no apoyarlas. En todo caso el enorme esfuerzo que se está haciendo en contra de las retenciones se debe utilizar para presionar al Gobierno para que actúe implementando todas esas políticas que hoy faltan. Por eso creo que hay que proceder con bastante tino en cuanto a las posiciones que uno debe tomar ahora. Insisto en que en una actitud crítica con el Gobierno, criticar al Gobierno no es ir contra el Gobierno. Lo digo como institución.

Tenemos que tener estoy muy claro y que si no advertimos bien la diferencia podemos estar desestabilizando, no actuando sobre un Gobierno para que cambie sus posiciones, sino desestabilizando a un Gobierno en beneficio de intereses que no son verdaderamente los intereses nacionales.

Las entidades integrantes de la Mesa de Enlace reprocharon al gobierno la imposición de un nuevo régimen de retenciones sin previa consulta del sector rural. ¿Cuál es su opinión?

Por dos razones fundamentales yo creo que no corresponde una consulta previa. En primer lugar, un gobierno democrático, si va a cumplir el programa enunciado, no necesita consulta previa, no necesita permiso para gobernar. Dicho en forma más simple: tiene hasta la obligación de cumplir el programa previsto. Puede negociar la forma de instrumentar el programa previsto. Pero no negocia el programa. En segundo lugar y desde un punto de vista práctico, la implementación de las retenciones se parece un poco a una devaluación. No es posible estarlo anunciando antes y empezar a conversar sobre los porcentajes de retención porque se desataría una especulación impresionante durante los días en que se trata ese asunto públicamente.

Por eso creo que el otro defecto del gobierno, aparte de no instruir suficientemente, de no explicar suficientemente es, como lo dije antes, que cuando empezaron las grandes resistencias, prácticamente aceptaba esa idea de tener la obligación como gobierno de consensuar, de tener que discutir con una parte, que es el sector agropecuario, como si los representantes del sector fueran equivalentes al gobierno. Creo que los representantes de un sector representan a un sector y no al resto de la economía. Esto de las retenciones además va mucho más allá de lo que corresponde al sector agropecuario. Tanto como el sector agropecuario pide que se le consulte o que se lo tenga en cuenta, podríamos decir que con el mismo derecho y en las mismas circunstancias toda la industria de transformació n, el transporte, las comunicaciones vinculadas con el agro y fundamentalmente los trabajadores y los consumidores tienen tanto o más derecho para pedir que se los integre a una mesa de discusión, si es que es necesaria la mesa de discusión.

También otro defecto del Gobierno es que no ha establecido claramente su posición y la posición que le corresponde al sector privado.

Recién ahora empieza a establecerse claramente por parte de las autoridades que el Gobierno gobierna y que puede oir y consultar las opiniones, pero es él el que se guarda el poder de decisión. Lo hace recién ahora, después de 10 o 15 días o más desde que se desató el conflicto, cuando prácticamente se lo dejó crecer. Yo digo que si yo ahora a un hijo le dejo hacer todo lo que quiera y de repente me doy cuenta que estoy procediendo mal y empiezo a ponerle límites, me va a ser muy difícil establecerle límites porque lo dejé crecer sin límites. Esta es la actitud irracional que ha tenido el Gobierno: dejar crecer sin límites la oposición de las entidades y luego intentar establecer los verdaderos límites cuando ya era un poco tarde porque se había desatado el conflicto.

En la realidad actual y dada la relación de fuerzas existente, que lineamientos de política agropecuaria sugeriría en orden a transformar al sector en palanca de un desarrollo progresista tanto para la propia rama agropecuaria como para el país en su conjunto.

Es absolutamente necesario desarmar toda esta estructura de los fondos de siembra porque crean una estructura social totalmente negativa. Pienso que aunque la productividad, absolutamente económica de esos fondos de siembra, sea mayor que la productividad que puede tener la explotación media, hay con este último todo un beneficio social que en todo caso habría que ver en que forma se contabiliza junto con los costos de producción. Atender sólo al costo de producción y no atender el beneficio social me parece que no es razonable. Por eso digo que aunque la tasa de rentabilidad de esos fondos de siembra pueda ser mayor que los de una explotación mediana, no debe por eso llevarnos a no fomentar las explotaciones medianas ya que las otras provocan un desequilibrio social, provocan una pérdida de importancia de toda la economía que rodea a las explotaciones agropecuarias, de los pueblos del interior y de las ciudades grandes también.

Desde un punto de vista social yo creo que una de las bases de la política debe ser apuntar a robustecer, a aumentar enormemente, lo digo en forma conciente, la importancia de un sector de productores medianos. Y estoy hablando de medianos. No uso la palabra familiar porque la explotación familiar de antaño creo que ya no existe. La explotación familiar de antaño se llamaba así porque ocupaba toda la familia. Los padres y los hijos de una familia que siempre era bastante numerosa, que andaba en alrededor de 5 hijos y era una explotación mediana. Hoy debemos dejar eso de explotación familiar porque ya no trabaja la familia y hablar de la explotación mediana, como hablamos de industria mediana y no de industria familiar. Esa explotación mediana es necesario robustecerla, dotarla de un crédito integral, de un asesoramiento técnico completo, es decir robustecer más todavía la tarea del INTA no sólo en la investigación, sino en la extensión que es fundamental para que la investigación tenga efecto social e impulsar una política crediticia unida a esa mejora tecnológica.

O sea que en lugar de un crédito aislado para sembrar o para cosechar, etc. se de un crédito a las explotaciones que presenten planes racionales de trabajo y a 4 – 5 años de horizonte. En esa forma el crédito de fomento, el crédito integral, contribuiría a perfeccionar la estructura productiva, porque dando créditos aislados para siembra o para cosecha no se sabe si se le da a gente que en realidad está trabajando bien o mal. Se fomentaría una buena estructura productiva, se podría combatir el monocultivo, porque el problema ahora del monocultivo de soja es muy serio, no sólo desde el punto de vista técnico sino desde el punto de vista económico. Es peligroso que toda la economía agropecuaria gire en buena parte alrededor de la soja, porque hoy el precio de la soja es muy alto, pero si mañana bajara sería un descalabro económico total. Si la producción está diversificada eso es mucho menos serio.

Esto desde el punto de vista económico. Desde el punto de vista agronómico ese monocultivo así cerrado es peligrosísimo porque va en detrimento de la conservación del suelo.

¿Cómo se puede romper ese monocultivo sin perjudicar al productor? Se puede hacer. Por ejemplo las retenciones pueden influir en buena parte, porque se aplican retenciones mayores a la soja que a otros cultivos, entonces se fomenta la diversificación de cultivos.

Con el crédito, distribuido de esa forma mediante planes racionales, se da crédito a aquellas explotaciones que presenten planes de rotación de cultivos, de diversificació n de la producción. Y ese crédito está apoyado en una buena estructura técnica que resulta de un servicio oficial de extensión. Y digo un servicio oficial, porque por ejemplo están los CREA, que era un grupo verdaderamente interesante de apoyo técnico pero propio de las grandes explotaciones, que son los que pueden pagarse el servicio técnico.

No es barato un buen servicio técnico. El asesoramiento individual integral, no está al alcance económico de un chacarero común. Pero me parece que el interés nacional justifica que exista un servicio de extensión oficial que proporcione esa ayuda gratuitamente porque va en beneficio del conjunto de la economía nacional. No se trata de una dádiva, de un regalo que sea fondo perdido para el Estado, sino de una actividad estatal que contribuye poderosamente a aumentar la producción y a mejorar la distribución del ingreso.

Una de las formas rápidas e inmediatas de eliminar los fondos de siembra es una simple modificación de la modificación que se hizo a la ley de arrendamientos. La ley de arrendamientos, la 13.246 del año 1948, era una muy buena ley que entre otras cosas prohibía la continuidad de los contratos por una sola cosecha. Es decir los permitía una sola vez, como una cosa accidental como el que alguna persona tuviera problemas y en ese momento no tuviera más remedio que arrendar su campo para capear una inconveniencia circunstancial. La ley no permitía hacerlo más que por una vez .

Después del golpe del 76, durante la dictadura, se modificó ese artículo y se suprimió la prohibición del contrato circunstancial. Eso es lo que da origen y fuerza a los fondos de siembra, que trabajan exclusivamente en tierra arrendada por un solo año porque su política fundamental es mantener la liquidez, utilizar la menor cantidad de capital fijo posible y conservar la agilidad de pasar de un rubro a otro. Con solo volver a la vieja ley, yo creo que desarmamos bastante los fondos de siembra. La Pcia de Entre Ríos y algunas provincias han pretendido arreglar este asunto gravando la producción de los fondos de siembra, estableciendo un impuesto adicional. Yo creo que esa no es la solución, porque en todo caso los fondos de siembra transferirían ese mayor costo a otros rubros, por ejemplo pagarían menos por el arrendamiento. No se van a eliminar los fondos de siembra por esas medidas impositivas. Desde luego que no basta con lo que yo apunto, pero creo que esta modificación legislativa es una medida sencilla y fácil de lograr y de efectos prácticamente inmediatos.

Estos serían para mí los puntos fundamentales de la política económica en lo agropecuario. Ello exigiría un conjunto ordenado y coherente de distintas leyes, porque también hay que ver la eficiencia de todo lo que ocurre de la tranquera hacia afuera. Nosotros tenemos un extraordinario beneficio, una extraordinaria ventaja diferencial respecto de otros países. Es la derivada de la productividad natural de nuestro suelo que beneficia al empresario y por más eficiencia empresaria que hubiera, no podríamos obtener costos de producción inferiores a EE.UU., por ejemplo, si no tuviéramos esta ventaja natural. Pero es una ventaja natural que se pierden en buena medida por la ineficiencia de lo que ocurre de las tranqueras para afuera.

De tranquera para adentro se puede mejorar mucho la producción. Aparte de que se han producido mejoras, se pueden introducir otras por ejemplo en la ganadería. Pero de tranqueras afuera, tenemos en primer lugar el transporte.

Una de las tantas locuras que se derivaron de las políticas de los 90 es la desaparición del FF.CC. Ha quedado reducido a una cosa esquelética, con muchos menos kilómetros de vía que antes. El FF.CC. es la forma más económica del traslado de los granos. Eso o la vía fluvial. Pero por su propia idioscincracia el transporte por camión es la forma más costosa de transporte. Sin embargo estamos transportando el grueso de la cosecha por camión y estamos perdiendo buena parte de la ventaja competitiva.

La otra cosa es la industria de transformación. Ahora felizmente buena parte de la producción agropecuaria, en el caso específico de la soja y del girasol, se exporta o se consume como aceite y sus derivados y eso genera una industria que conviene tener y hacer crecer. Pero también es necesario desarrollar los restantes sectores industriales que no son todo lo bueno que deberían ser.

Y también es necesario aumentar la eficiencia del proceso de comercializació n, especialmente en los granos, no tanto en las carnes. Las etapas finales de la comercializació n están en manos de unas pocas empresas. Ocho empresas, no mucho más, concentran el grueso de la exportación de granos y eso les da un poder de negociación que encarece notablemente los costos totales. Porque esas empresas no son entidades de beneficencia y absorben una parte mayor que la estrictamente necesaria de la diferencia que existe entre el precio final y el precio que se le paga al productor agropecuario. Esto es más que evidente y más de una vez la vieja JNG, que desapareció en los ´90 al compás de la política de retracción del Estado y sin que los productores la apoyaran lo suficiente, más de una vez repito publicó cifras que fueron muy poco difundidas por los diarios y muy poco difundidas por los propios productores, mostrando como las grandes empresas comercializadoras privadas daban menos beneficios a los productores que la comercializació n que efectuaba la propia Junta.

Si vemos la literatura tradicional de todos estos tiempos vamos a ver siempre esa glorificación de la actividad privada que se justifica con su eficiencia, con que emplea menos gente. Y puede ser que eso sea así, pero emplea menos gente y es más eficiente para su propio beneficio, no para el beneficio nacional.

Resulta que una de las causas de la privatización de los FF.CC. era que sus pérdidas insumían millones de dólares pero ahora gastamos muchos más millones en subsidios pero para una red mucho más pequeña y más ineficiente. Entonces creo que tenemos que reflexionar mucho sobre todo eso y utilizar la triste experiencia pasada para ver que terrenos estamos pisando.

Bueno habría muchas otras cosas más como rectoras de una política agropecuaria pero creo que con esto habría bastante para actuar. Solamente con corregir esas cosas, aún sin corregir otras, me parece que es esencial.

Que opinión le merece la eventual restauración de un IAPI o una Junta de Granos que asegure una determinada rentabilidad al productor y se constituya en la estructura oficial de compra y de venta al interior y exterior del país.

La implementación de las retenciones, como vimos, apunta a disociar los precios internos de los internacionales, con el agregado de instrumentar mecanismos para diferenciar a productores grandes de los chicos, apuntando a esos objetivos yo creo que la solución integral es justamente que el Estado sea el comercializador. Compra el grano a un precio que establece, que tenga una suficiente rentabilidad para el productor, diferenciándolo por zonas y exporta el grano al precio que más convenga de acuerdo con los precios internacionales. El margen - chico o grande - lo utiliza el Estado en beneficio de un plan global de desarrollo económico. Esa para mi es la solución ideal. Pero en este momento no se si existe la fuerza política para llevarla a cabo y tampoco estoy seguro del deseo político de llevarlo a cabo. Pero para mi es la solución integral y sería mucho mejor que las retenciones.

¿En donde radicarían las complicaciones para reestablecer esas entidades?

No las veo desde el punto de vista instrumental. Lo lamentable es que se ha perdido buena parte de la estructura y del personal que el Estado tenía. Es decir que si reconstituimos la JNG , como la JNC y otras entidades con el mismo fin, no va a ser fácil que de inmediato entren a actuar en forma verdaderamente racional porque hay un problema estructural. Puedo crear un organismo por un decreto pero integrarlo con personal suficientemente capacitado no puedo hacerlo de un día para otro.

Si esto se hubiera hecho al poco tiempo de desarmadas las Juntas, hubiera sido más fácil. Ahora después de tantos años se supone que la gente que se capacitó se fue a otros lados o simplemente se murió. Por eso aunque soy partidario de ese régimen, también señalo que no hay que hacerse ilusiones que instauramos una Junta de Granos y al año siguiente funciona perfectamente con los objetivos que tenemos nosotros. Posiblemente tenga muchos tropiezos y hay que tener cuidado porque esos tropiezos van a ser utilizados para mostrar.. “ven que es absolutamente ineficiente el Estado”

¿En quién habría que apoyarse, a quién habría que ganar, con qué fuerzas habría que contar para una política de transformación con sentido progresista?

Este es un tema importante. Yo desde que me recibí empecé a estudiar la economía. Esto no quiere decir que sepa mucho, pero sí que he vivido muchas circunstancias y mi conclusión actual a la luz de lo que pude pensar y de la experiencia que fui recogiendo es la siguiente: el sector agropecuario, precisamente porque se moderniza, va a tener ocupando cada vez a menos gente y entonces desde el punto de vista del producto bruto va a ir teniendo menor participación.

Actualmente creo que debe andar en el 4 al 5% del producto global, lo cual no quiere decir que no tenga incidencia en los otros sectores y en el caso de la ocupación puede ser que esté alrededor del 10 %. Es decir, demográficamente hablando, o sea políticamente hablando por ejemplo de gente, el sector agropecuario es minoritario. Lo cual no quiere decir que el sector no agropecuario pueda hacer lo que quiera. Pero pienso que la solución de los problemas agrarios – no se si parece muy arbitrario – hoy está en buena parte en manos ajenas al sector agropecuario. Porque el sector agropecuario se ha ido encerrando tradicionalmente en esa idea de que “bueno,….. los productores agropecuarios son esa esforzada gente que trabaja todo el año, de la mañana a la noche y trabaja por apoyar al país y no por lograr un lucro personal”. Yo no creo que sea ningún desdoro trabajar por el lucro. Lo que me parece que no es razonable trabajar por el lucro y presentarse como el santo que trabaja sólo por el interés nacional.

Lamentablemente como todo eso ha ido creciendo y todavía se ve ahora, si leemos cualquiera de las declaraciones, los discursos e incluso los editoriales de muchos diarios, estamos en la misma.
¡ Ah, ..ese esforzado productor agropecuario…! En realidad el productor agropecuario de hoy, excepto en el caso de tambero, por ejemplo, de los obreros tamberos, no del patrón, se levanta a las 8-9 de la mañana, se desayuna como cualquier gente urbana o más. Yo no me opongo a que haya habido esa mejora. Lo que digo es que no es legítimo utilizar viejos conceptos para presentarse actualmente como santos.

Todo esto me lleva a la conclusión que los miembros del sector agropecuario se han ido deformando y no ha habido una educación suficiente para hacerlos recapacitar sobre que sus exigencia actuales no están muy de acuerdo con las exigencias nacionales. En buena medida toda esta legislación que yo señalaba, a lo mejor no goza de mayor simpatía en el sector agropecuario pero desde un punto de vista democrático creo que es lógico que la mayoría imponga su pensamiento. Felizmente en este caso, si el sector agropecuario no tiene la suficiente racionalidad creo que la gran masa no agropecuaria puede con su voto hacer que llegue al gobierno gente que no sea cerradamente agropecuaria. Y yo que soy ingeniero agrónomo no creo como muchos de mis colegas que la profesión de agrónomo sea la mejor del país ni que la economía agropecuaria sea lo único que mueve al país. Creo firmemente que un país progresa cuando la economía agropecuaria crece, pero en términos porcentuales cada vez menos, porque hay un mayor desarrollo industrial y de servicios que es el que más contribuye a un verdadero, prolongado y continuo progreso de la economía.

Producto de aquella deformación es la creencia de muchos que los chacareros son santos, que son artífices de la economía nacional, que son la Patria. Y lo dicen sinceramente. Creo que están honestamente deformados. Se lo han metido en la cabeza. Gente que ha nacido y que ha vivido en un ambiente y leído que son los esforzados salvadores de la Patria , lo asimilan y se viven a sí mismo como tal cosa. Entonces la cuestión es convencerlos racionalmente de que están equivocados y no tratarlos como enemigos de la Patria. No son los dueños de la Patria. Tampoco son los enemigos de la Patria. Son gente que ha tenido una educación y un proceso cultural que los deformó.

Buenos Aires, 18/06/ 2008


*Profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires y uno de los mayores especialistas en política agropecuaria. . Fue presidente del INTA, Director del Centro de Investigaciones Económicas y Financieras de la CGE, Director del Banco de la Nación Argentina y Secretario de Agricultura durante la gestión de José B. Gelbard al frente del Ministerio de Economía durante las presidencias de Héctor Cámpora y Juan D. Perón. Horacio Giberti fue presidente del IADE y actualmente integra el Consejo editorial de la revista Realidad Económica.


**Contador Público y Magister en Economía. Miembro del Consejo Editorial de Tesis 11