26 jul 2008

EXPOSICIÓN EN EL SENADO ANTES DEL RECHAZO DE LAS RETENCIONES DEL ACTUAL SECRETARIO DE AGRICULTURA

PLENARIO DE LAS COMISIONES DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA Y DE PRESUPUESTO Y HACIENDA.

10 de julio de 2008

Exposición del presidente del INTA, ingeniero agrónomo Carlos Alberto Cheppi.

Buenos días a todos y muchas gracias por la invitación.

Primero haré algunos comentarios muy generales sobre el INTA. Quizá en otra oportunidad podremos pactar una reunión específica para hablar de lo que hemos hecho en el INTA, porque realmente es mucho.

Pero voy a tratar de resumirlo en esta ocasión.

Me voy a referir ahora a algo que ya ha planteado el señor De Urquiza. El INTA empieza a perder presupuesto significativamente a partir del año 98, llegando a 2002 en su peor situación presupuestaria. Ese año, como ustedes saben, el Congreso dictó la nueva ley de financiamiento del INTA. A partir de 2003 empieza un proceso de recuperación, acompañado de una decisión política muy fuerte de recomponer el Estado en general, de lo que obviamente el INTA no escapó.

En 2002, el INTA tenía un presupuesto de 100 millones de pesos, de los cuales 98 millones eran para personal, que además estaba muy mal pago. En el año 2008 vamos a concluir entre 730 y 750 millones, como había expuesto Javier. Hemos tenido un refuerzo presupuestario hace un mes. Vamos a terminar ejecutando alrededor de 850 millones de pesos. O sea que el INTA en estos cinco años prácticamente ha multiplicado por más de ocho su presupuesto.

En 2004, en función de esta situación, realizamos un plan estratégico institucional, que llevó tiempo porque fue acordado con todos los sectores, obviamente con el sector agropecuario, pero también hubo mucho trabajo con las provincias.

En ese plan estratégico nos propusimos tres cosas fundamentales. Una, recomponer inversiones. El INTA venía de un proceso de más de quince años de inversiones muy parciales y con proceso muy grande de desfinanciamiento.

Por otro lado, el tema del personal. Para el año 2003 el promedio de edad de nuestros técnicos era de 55 años, prácticamente no había jóvenes en el sistema, por lo cual iniciamos un rápido proceso de incorporación de recursos humanos jóvenes, que ha alcanzado a más de 1700 técnicos en estos cuatro años.

Pero, además, reformulamos el escalafón institucional. Fue el primer organismo público que logra el convenio colectivo en el marco del Estado. Hoy podemos decir que lo que se paga a nuestra gente compite bastante bien con el sector privado. De hecho, no se nos está yendo gente, como sí nos ocurría años anteriores, y en mucha cantidad.

En este proceso pasamos de unos 3000 empleados a 7000 en este momento. El INTA duplicó –y más— su planta.

Hubo una fuerte incorporación de técnicos al área de extensión rural, que era la que más había sido afectada en los 90. Se acordaron de varios intentos de privatización, por lo menos de tratar de sacarnos la extensión agrícola.

Como no pudieron lograrlo, se desfinanció muchísimo, a tal punto que en cinco años, si no hubiéramos llevado a cabo esta política, el INTA se hubiera jubilado, porque la edad promedio de nuestros técnicos era de 55 años, como señalé anteriormente. Hoy ese promedio ha bajado a menos de 40 años de edad.

Sin embargo, persiste un problema: hay gente a punto de jubilarse. Entre este segundo semestre y el primero del que viene en el INTA se jubilan 600 personas, de las que una alta proporción son doctorados.

Por eso es que iniciamos este proceso de formación de recursos humanos jóvenes. Hoy estamos en pleno proceso de formación de más de 800 posgrados, que era gente que había entrado en estos últimos años, muchos de los cuales ya han concluido su posgrado y están haciendo su doctorado, pero ya incorporados a la planta del INTA.

En este proceso de formación de recursos humanos mucha gente fue al área de extensión rural, en el campo, apoyando fundamentalmente a los pequeños productores. No me voy a extender demasiado en este punto porque lo hará el señor Catalano cuando hable del Plan Social, quien además coordina el Centro de Investigación para la Pequeña Agricultura Familiar, que creamos en 2005.

El INTA históricamente trabajó para medianos productores –esto también hay que decirlo—, y en el mejor de los casos adaptando la tecnología para los más pequeños. Cuando me refiero a los más pequeños, me refiero a los “pequeños—pequeños”.

Me parece que hay un poco de confusión respecto de quién es un pequeño productor y quién no. Pero, como dije, el señor Catalano profundizará este tema.

Nos estamos refiriendo a aquellos productores del NOA y NEA que tienen entre 3 y 5 hectáreas, incluso algunos tienen sólo una—, que tienen entre 10 y 15 hectáreas promedio en Misiones. También en la Región Pampeana, que los hay, que están en general alrededor de los pueblos y ciudades del interior.

Este sector ronda los 150 mil productores en el país. Como dijo el señor De Urquiza recién, hemos trabajado juntos alrededor del Foro Nacional de Agricultura Familiar y muchas otras organizaciones que se están incorporando. No había desarrollo de investigación específicamente para este sector.

En este momento, y en acuerdo con la provincia de Formosa, ya está funcionando un centro, que demandó una inversión. Estamos por inaugurar una nueva unidad en la Posta de Hornillos, en la Quebrada de Humahuaca, que abarca todo el NOA. La unidad de Formosa, en Laguna Naineck, es para el NEA.

Generamos otro instituto aquí, en el Parque Pereyra, en La Plata, que abarca básicamente la pequeña producción de la agricultura pampeana, pero también está trabajando en agricultura urbana.

Por otro lado, tenemos la decisión política tomada de hacer un nuevo instituto, en convenio con la provincia de Neuquén. En estos años ya teníamos la decisión, pero no pudimos realizarlo con el anterior gobierno. Lo estamos haciendo en este momento. Está definido el lugar.

Vamos a empezar la construcción, seguramente, el año que viene, pero vamos a disponer la gente antes de fin de año.

Un quinto centro se hará en la provincia de San Juan, sobre lo cual también ya hemos acordado con su gobernador.

Lo importante de estos centros es que los estamos haciendo en acuerdo con las provincias, utilizando universidades locales, con otro formato.

Pero, reitero, estamos hablando de investigación exclusivamente para la pequeña agricultura.

No estamos hablando de los productores de 100 a 200 hectáreas, de los cuales hablaremos posteriormente, que también son pequeños pero en otro contexto.

Ese es un trabajo que hemos realizado.

El otro punto, para más o menos concluir este pantallazo general de la política que hemos llevado a cabo desde el INTA, está relacionado a este aumento presupuestario muy significativo.

Diría que hoy el INTA tiene el presupuesto más alto de su historia, y no tengo ninguna vergüenza en decirlo, porque sumado a los recursos propios que generamos y a los que obtenemos del ahora Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva, el INTA tiene muchos más de 300 millones de dólares de presupuesto, de los cuales menos del 50 por ciento –tomado globalmente— va a personal.

Decíamos que del presupuesto de 100 millones el 98 por ciento se destina a personal. O sea, estamos en una situación muy ventajosa, les diría, comparándonos con todos los institutos de investigación similares al INTA de Iberoamérica.

Este es un dato muy relevante. Es una decisión política para una política agropecuaria.

Parece que esto se ignora generalmente, como si el INTA fuera una isla que se financia por alguna nube que aparece y nos da el financiamiento. No, señores, es financiamiento del Estado argentino, votado también en este Congreso.

El tercer punto se refiere a las inversiones. Desde el año 2003 en adelante hemos invertido más de 100 millones de dólares. Se realizó un fuerte proceso de inversión en infraestructura, porque era totalmente obsoleta. Estamos inaugurando laboratorios en todo el país.

De este proceso de inversiones, alrededor del 60 por ciento se realiza en las provincias, fuera de las áreas pampeanas. Hay un proceso muy fuerte de inversión en laboratorios de alta complejidad en el interior del país. Ustedes que vienen de las provincias saben que esto es así.
 Esta inversión se ha realizado, hasta este año, con presupuesto propio. No debemos nada.
 No se hizo con créditos.

Ahora estamos planteando, para los próximos cinco años, tomar un crédito del BID. Por los números que estamos manejando, este crédito, después de los cinco años de gracia que está otorgando el BID en este momento, y a una tasa del 6 ó 7 por ciento anual en dólares, no nos va a significar más del 7 por ciento del presupuesto cuando tengamos que pagarlo ¿Por qué tomamos el crédito en este momento? Si tenemos que seguir sacándole al presupuesto del INTA 30 ó 40 millones de dólares, que es lo que estamos invirtiendo anualmente, obviamente que resentimos el proceso de funcionamiento, a partir de que hemos duplicado nuestra planta y de que, desde el año pasado, muchos de los jóvenes que hemos incorporado pasan a tener su postgrado, a tener grupos a cargo y nuevos becarios. Por eso es que no podemos resentir ese funcionamiento.

En términos generales, diría que esto es un pantallazo. Imagínense que hay muchísimas cosas para charlar en más detalle, pero nos llevaría mucho tiempo. Me ofrezco a discutirlo, inclusive regionalmente, cuando quieran.

Hay mucho trabajo que se está realizando en este momento. Esto implicó un replanteo fuerte a la forma de planificar la institución y de definir las prioridades.

Hay un último punto. Hay un enfoque muy fuerte hacia el desarrollo. Nos hemos autoimpuesto la obligación de negociar sí o sí con las provincias y con los municipios.

Para los que no conocen todo, el INTA tiene en este momento cuarenta y siete estaciones experimentales, diecisiete centros de investigación y más de trescientas cincuenta agencias de extensión, que se venían cerrando hasta el año 2003.

Hemos abierto muchas nuevas, con buena infraestructura. De hecho, de la inversión que se realizará próximamente, más del 30 por ciento de los 170 millones de dólares que pensamos invertir, se destinarán al área de extensión a generar nuevas agencias, con vivienda y con recursos de informática.

Se realizará una fuerte inversión en el ámbito de las comunicaciones en el INTA. Hoy por hoy se está terminando una licitación por la cual todos los puntos del INTA están conectados en red, con banda ancha. Con lo cual, tenemos la posibilidad desde cualquier punto del país, desde La Quiaca a Tierra del Fuego, de generar procesos de teleconferencias al mejor nivel.
 Hay muchísimo para charlar. No me quiero extender más en esto para no quitarle tiempo al resto de la información que quiero comentar. En otra oportunidad podremos volver.

En este contexto, en octubre del año pasado le propusimos a la Secretaría de Agricultura –y lo hicimos— trabajar sobre lo que podría llamarse los techos productivos que Argentina podría tener para el año 2015. El trabajo lo hemos hecho totalmente con técnicos del INTA y de la Secretaría de Agricultura. Los techos productivos tenían un correlato con el Plan Estratégico Territorial, que desde la Subsecretaría de Planificación se estaba conformando. Veníamos trabajando con muchos otros organismos: Ciencia y Técnica, Secretaría de Agricultura, Secretaría de Medio Ambiente. Pero nos faltaba este dato.

Nos planteamos este trabajo con el objetivo de alcanzar el máximo posible de producción que pudiésemos tener, pero en un contexto de sustentabilidad ambiental y de equidad social. ¿Por qué digo esto? Porque en los 90, que tuvimos un altísimo crecimiento de producción –nadie lo discute—, no fue hecho en términos muy sustentables y sí con mucha inequidad social.

Como el gobierno está planteando un modelo que va, justamente, hacia la inclusión social, obviamente nosotros teníamos que preparar un trabajo en ese contexto.

Estas tres patas, sustentabilidad, competitividad y equidad social, son muy fáciles de decir y no tan fáciles de hacer, sobre todo si se hacen sin molestar.

En ese contexto, entre varias alternativas, la de máxima es que Argentina puede llegar al año 2015 con 148 millones de toneladas, sustentables y con equidad social.

¿Qué quiere decir esto? 148 millones es un número que, obviamente, impacta porque hoy estamos en alrededor de 100 millones. Entones, pasar a casi 150 millones es un dato, y en muy poco tiempo.

¿Por qué se puede y se debe hacer esto? Porque está pensado en un sistema donde debemos incorporar muy fuertemente la rotación de cultivos. Podemos decir que las 97 millones de toneladas que hoy se están produciendo no son sustentables. No hay sustentabilidad ambiental en las 97 millones de toneladas.

En esto quiero ser muy claro. A veces se plantea el tema de la siembra directa.

Obviamente, es una herramienta tecnológica espectacular que, además, la estamos exportando.

Después me voy a referir a eso.

Pero la herramienta sola no resuelve el problema si, a su vez, no respetamos la rotación de cultivos que hace falta.

La siembra directa basa, entre otras cosas, su futuro en un balance cada vez más positivo de carbono en la tierra. Esto no se está dando.

¿Por qué doy un dato. Tomando información de la zona que constituye el núcleo sojero más importante, que es Casilda y un millón de hectáreas a su alrededor —podríamos tranquilamente extrapolar ese estudio a alrededor de 3 millones de hectáreas—, más del 65 por ciento del área sembrada prácticamente no se fertiliza.

Además, en casi un 80 por ciento de ese 65 por ciento se hace soja sobre soja, con siembra directa.
Hago una comparación con lo que me enseñaron en los años 70, cuando estudié en la facultad, de que el enemigo público número uno era el maíz en esta misma región, que se llevó muchos centímetros del mejor suelo del mundo.

Hoy, gracias a que tenemos la siembra directa, tal vez no se nos esté llevando suelo, pero sí materia orgánica y nutrientes.

Menos del 10 por ciento en esa área a la que hago referencia hace una adecuada rotación de cultivo y fertiliza, aunque no al nivel que debería, pero puede decirse que adecuadamente. En cuanto a nutrientes, el balance sigue siendo negativo en los nutrientes, a pesar de que se fertiliza Entonces, acá viene un punto que creo que es tremendamente importante. Si esto, a su vez —y tenemos datos, obviamente—, lo llevamos al NOA, con el nuevo avance de la sojización en esa región, el 90 por ciento está haciendo soja sobre soja.

Hay solo un 10 por ciento de maíz.

Por lo tanto, en suelos más frágiles la sustentabilidad es mucho más comprometedora. Porque, además, con la deforestación que se hizo nos hemos arrimado, en muchos casos, a zonas realmente muy comprometedoras.
La tecnología tiene sus ventajas y se puede resolver eso. Pero hay que generar procesos de rotaciones totalmente adecuados.

Considero que más allá de todos los números que podamos expresar, de los mayores o menores datos que podamos tener, la realidad es que, por lo que explicó Javier y por toda la información que podemos tener, la rentabilidad es muy buena. Acá no se está discutiendo rentabilidad… Mejor digo, se está discutiendo rentabilidad, pero no es que estamos perdiendo plata. Acá nadie está perdiendo plata.

Entonces, ¿por qué no se fertiliza? Quiero que reflexionemos claramente en este sentido.

Acá hay una renta de doble piso.

Está la renta del propietario de la tierra, que hoy está cobrando, en las mejores zonas, 600 dólares por hectárea, y la renta del que produce —el contratista, etcétera—.

La Argentina es, quizás, el único país del mundo que tiene este sistema de producción, donde, en promedio nacional, el 60 por ciento se hace por arrendamiento. Ningún país del mundo supera el 30 por ciento en este sentido. Y en esta zona de la que yo hablaba, de alrededor de Casilda, el 80 por ciento se hace por arrendamiento.

Claro, el propietario quiere cobrar los 600 dólares, y está en todo su derecho. Quien trabaja la tierra, a su vez, quiere ganar 300 dólares, que es más o menos la rentabilidad que se quiere obtener. Entonces, estamos hablando de 900 dólares de renta por hectárea. Esta es la discusión de fondo.

¿Y por qué no se fertiliza o se fertiliza mucho menos? Porque a los valores de la cosecha anterior, 300 dólares es aproximadamente es el costo de lo que uno debería fertilizar.

Obviamente, si fertilizo pierdo renta. ¿Entonces qué hago?

Pierdo un poco de rendimiento, total la Pampa Húmeda argentina todavía aguanta, tiene todavía carbón y nutrientes que podemos seguir extrayendo sin reponer.

Y la renta de corto plazo hace, tanto para el que la produce como para el dueño de la tierra, que tampoco se fija en esto… Y, ojo, no es que esto nosotros no lo hayamos dicho en el INTA; no es que lo descubrimos hoy por este debate.

Esto lo venimos trabajando fuertemente desde hace más de diez años, alertando sobre los balances de carbono y nutrientes de quien arrienda el campo, que es quien se debería preocupar por esto.

Pero también el suelo es un bien de la Nación y de la patria, por lo que debemos generar alguna política para revertir esta situación.


Vayamos a la hipótesis de máxima: no tenemos retenciones. ¿Ustedes creen que quien alquila el campo se conformará con 600 dólares? ¿No va a pedir 800 ó 1000 dólares de renta?

Hasta ahora esto se ha ido trasladando al aumento del cobro del arrendamiento.

Reitero que esto tiene que ver con aspectos tecnológicos. Esto no es sustentable… No es sustentable.

Entonces, lo de la renta extraordinaria viene por este lado. Quien arrienda el campo, a su vez no tiene que reinvertir absolutamente nada para volver a cobrar el arrendamiento al otro año, lo cual sí debe hacer quien hace de contratista, porque tiene que invertir todos los años para poder sacar esos 200 ó 300 dólares que pretende.

A nuestro entender, éste es uno de los grandes problemas. Cuando uno analiza la estructura de costos, tanto que se dice que el glifosato aumentó el 100 ó el 200 por ciento, al igual que muchos de los agroquímicos, en realidad sumados los fertilizantes y los agroquímicos en general, ese costo no supera el 20 por ciento.

Si a su vez le saco el fertilizante, el costo de los agroquímicos no es tan grande, lo que no quiere decir que no se pueda tocar eso también, y lo hemos charlado con Guillermo Moreno muchas veces.

Pero cuando uno analiza la estructura de costos, que es la que me interesa para meter más o menos tecnología, el 36 ó el 40 por ciento —depende de las zonas de que se trate— es de arrendamiento. Entonces, contra eso hay que hacer algo. No sé si con la ley arrendamiento solo va a alcanzar, pero algo hay que hacer.

El tema es que el Estado es quien debe intervenir fuertemente en este proceso.

Hay algo más, que no es menor. Los técnicos míos me dicen que la soja en este contexto —y digo así porque la soja no es mala per se, sino que depende del contexto en el cual se esté produciendo el proceso— es “lechicida”, “vaquicida”, “triguicida”, “maízcida”, etcétera.

La soja avanza porque es el parámetro de la economía agropecuaria, como hasta hace no mucho tiempo era el kilo de carne y mucho más atrás en el tiempo era el kilo de lana. Hoy son los quintales de soja. Todo el proceso económico surge y se referencia en quintales de soja. Quedan muy pocas zonas donde no se referencia todavía el alquiler en quintales de soja. Una es el área de donde vengo, el sudeste de la provincia de Buenos Aires, que todavía se sigue manejando en quintales de trigo. Pero lo va corriendo la soja, porque a medida que empieza a haber un poquito más de soja, también comienzan a confundirse los tantos.

Entonces, en ese contexto hay que poner límites a este proceso.

Fíjense ustedes que con las retenciones en estos días ya han bajado los arrendamientos de los campos. O sea que el efecto de las retenciones no ha sido tan malo, porque, además, era un efecto buscado.

Obviamente que esta ley sola no alcanza para resolver todos los problemas. Como dijo Javier hace un rato, hay muchísima política agropecuaria que debemos hacer, porque las cosas son muy complejas. Lo que podemos hacer para resolver problemas, a veces, para la Pampa Húmeda –por ejemplo—, puede no causar el mismo efecto, a lo mejor, en el NOA o en el NEA.

Pero, reitero, hay que poner un límite. El Estado debe intervenir.

En estos días he escuchado demasiadas cosas, muchísimas de las cuales con muy poco fundamento y mintiendo. Hay que ser claros: se miente, porque cuando se habla de que los pequeños productores, en función de esta ley, desaparecerán, es una gran mentira.

A su vez, esto viene acompañado por un límite que se le va a poner a los fideicomisos agropecuarios que, obviamente, por un tema impositivo, tenían más posibilidades de arrendar más caro. Pero, reitero, aunque desaparezcan esos fideicomisos, si no hacemos algo con la renta de la tierra tampoco lo vamos a resolver.

Porque la pelea igual se va a dar por los pequeños contratistas y pequeños productores. Alguien que tiene 100 hectáreas pero, a su vez, arrienda 500, 600 ó 1000 hectáreas deja de ser un pequeño productor. En eso tenemos que ser claros.

Nosotros, que trabajamos con los pequeños, medianos y grandes productores, sabemos quién es pequeño. Son 150 mil, a quienes después se va referir Catalano. El resto de los productores también hay que defenderlos y darles.

Por eso creo que con lo que se ha modificado en la Cámara de Diputados, por ejemplo, le devuelve a un productor —como lo planteaba recién De Urquiza con los números— mucho dinero. La ONCCA le va a devolver a los productores que tengan 100 hectáreas más de 15 mil dólares.

Tenemos que clarificar muy bien quién es pequeño, quién es mediano y quién es grande y cuáles son los intereses que se mueven alrededor de todo esto.

Para terminar, —porque me están apurando—, digo, para que quede muy claro, que este modelo económico necesita de un Estado interventor; no hay forma de que así no ocurra.

El modelo —no soy el más calificado para definirlo— tiene tres: tipo de cambio competitivo, superávits gemelos e inclusión social a través de la generación de empleo, que se ha dado, y en forma muy importante.

La presidenta dijo que necesitábamos una nueva independencia a través de un proceso de desarrollo nacional. No hay forma de cumplirlo —y no ha habido otra forma en la historia de nuestro país— sin un Estado interventor. Cuando se dice que hay que bajar o sacar las retenciones, lo único que se logrará es transferir la inflación internacional a todo el sistema.

Es probable que cuando los productores hagan sus números digan: “Si a nosotros nos ponen en el uno a uno de vuelta, con los precios internacionales actuales, esa concentración económica que ya está dada se fomente, puede ser viable”.

Pero lo que no va a ser viable es el resto del país. Las fábricas de maquinarias agrícolas se recuperaron después de 2002 y 2003 y hoy exportan y transfieren tecnología al exterior que a veces no aplicamos en forma completa acá. Es una herramienta espectacular para que el país produzca mucho más agroindustria, sostenida en la industria que vende al mercado interno.

Hay un espacio enorme para avanzar en otros procesos industriales. Porque las 148 millones de toneladas de cereales que producimos también las acompañamos con más leche, con más carne vacuna, de cerdo y de aves. Eso sí genera desarrollo en el interior del país. Son valores muy adecuados. Eso lo estamos trabajando desde el área de extensión, en las zonas más conflictivas de la Pampa Húmeda.

Hace pocos días hemos tenido charlas sobre este tema con Eric Calcagno, cuando estaba cumpliendo funciones en la SePyME. Hay Muchísimo trabajo para hacer. Pero, obviamente, hay que definir claramente que la transferencia de recursos de estas rentas, y por todo lo que se ha debatido en estos últimos días en todo el país, tienen que generar una posibilidad, no la única, de transferir recursos al resto de la economía. No hay otra forma de desarrollar un país.

En ese contexto es que nosotros “bancamos” este tema, porque no hay forma de que se genere un proceso de desarrollo con inclusión social en serio si nosotros no desacoplamos los precios internacionales del mercado interno. Reitero, el precio de referencia en todos los cultivos y en toda la producción es la soja.

El otro día, cuando pactábamos con los tamberos, nos pedían que los hiciéramos competitivos con la soja, porque un tambero que está en un área agrícola tiene que pagar los 600 dólares de alquiler. Y eso le implica un 25 por ciento mínimo de sus costos.

¿Dónde está la solución? Le tenemos que poner un precio a la leche, que de ninguna manera se puede sostener internamente si queremos ir a la competencia con la soja Ahora, reitero, todo está enmarcado en mantener esta renta de doble piso. Creo que por ahí está la cosa y con eso quiero concluir. Muchas gracias.

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