19 sept 2008

COMO PUEDE EL PJ SER SIMULTÁNEAMENTE TAN DÉBIL Y TAN FUERTE

INTRODUCCIÓN

Abel B. Fernández

http://www.reconstruccion2005.com.ar/0809/introduccion.htm





Septiembre 2008

“El peronismo es el hecho maldito del país burgués” La frase de John William Cooke fue pronunciada en una Argentina diferente, a propósito de un peronismo diferente, antes de la Renovación de los ´80, antes de Menem y antes de Kirchner. Sin embargo, conserva una cierta vigencia, por lo menos en el plano cultural. Ha sido repetida, con mezclas diferentes de fastidio y de orgullo, por no peronistas y por peronistas de posiciones muy distintas a las de Cooke.

Una cosa es segura: sigue siendo el hecho maldito de los analistas y de los intelectuales, que no pueden ponerse de acuerdo entre ellos ni con la realidad. Cada vez que alguno llega a una definición o un esquema que le satisface, aparece un hecho, una figura o un conflicto que lo contradice. Entonces llegan a una solución fruto de la desesperación: Eso que está allí, gobernando o peleando por el poder, privatizando o estatizando, levantando viejas banderas o nuevas consignas, no es el peronismo. Hasta he oído a viejos peronistas decir, con amargura, que el peronismo terminó el 1º de julio de 1974, con la muerte de Perón. Y a algunos otros, no tan veteranos pero más ideologizados, que en realidad terminó el 22 de agosto de 1952, con el renunciamiento de Evita.

Yo mismo, hace algo menos de 3 años, frente a la decadencia del P.J. y la preferencia que Kirchner mostraba en ese momento por lo “trasversal”, especulé en El hijo de Reco, en “Después del peronismo”, qué nuevas formas podía tomar lo que se llamaba antes el movimiento nacional. En teoría, todo puede discutirse. Pero queda en pie la conveniencia de conocer eso que está ahí, lo que los hombres y mujeres que lo forman llaman peronismo, que marcó con su presencia más de 60 años de historia argentina y que aún hoy es una fuerza política nacional mayoritaria (o la primera minoría, si alguien quiere ser exquisito). Digo conocer, entender un poco mejor. La tarea de definir “Qué es el peronismo” me parece superior a mi capacidad. Y asume que hay una especie de esencia peroniana, o por lo menos una historia concluida; un hegeliano de izquierda como J. P. Feinmann no debería cometer ese error.

Creo que nos complica la convicción que tenemos los argentinos según la cual lo que nos pasa a nosotros es muy distinto de lo que sucede al resto del mundo. ¿Hay una buena definición del socialismo, por ejemplo, que abarque a Mitterrand, Stalin, Salvador Allende, Tony Blair y Hugo Chávez? Y los cinco han llamado a sus gobiernos “socialistas” en algún momento.

A mí se me ocurre que podemos encararlo mejor si pensamos en el peronismo como una identidad forjada por una historia común, una de las formas de ser argentino (otra es ser antiperonista, claro). Después de todo, los peronistas nos reconocemos entre nosotros por una forma de hablar y de sentir, antes que por definiciones. Y en el plano teórico, su fundador, Perón, insistió en la diferencia entre doctrina – lo que él elaboró – e ideología, a la que veía como un corsé que se quería imponer a la realidad. Y para la doctrina, incluyó la cláusula de su necesaria actualización.

Sin creer que estoy en condiciones de hacer aportes a la doctrina, en “El hijo de Reco” y en mi blog he tratado de analizar – desde mi experiencia personal y algunas lecturas de la historia - las transformaciones pasadas, y las posibles futuras, de eso que llamamos peronismo. Y apuntar algunas deudas que tenemos con nuestra patria, porque – debo decirlo – además de los logros, algunas macanas hemos cometido.

Pero ahora quiero señalar que ha sido justamente en blogs donde encontré en estos años planteos y discusiones – entre océanos de palabrería trivial, es cierto - que enriquecen y critican, que contribuyen, en la forma desordenada y contradictoria que siempre se dan estos procesos en la realidad, a esa actualización doctrinaria que Perón planteaba. Mi intención es subir a esta página alguno de esos aportes, para alargar algo la vigencia de lo que se escribe en los blogs. Fue en el de mi amigo Manolo (http://deshonestidadintelectual.blogspot.com/), muy conocido en ese mundo bloguero y del que quiero recuperar algunos de sus trabajos, si no lo hace en un libro, que encontré referencias a este artículo. Y me decidí a comenzar con él estas nuevas “Reflexiones”.

¿Por qué con éste? Porque el artículo trae datos de dos encuestas de ¡1997! (¿Otro peronismo? El punto es que no): 1) una encuesta de 112 unidades básicas, y 2) una encuesta de 611 militantes partidarios. Se llevaron a cabo en la Capital Federal, con predominio de clase media, y en las municipalidades del Gran Buenos Aires de La Matanza y Quilmes, de clase baja y trabajadora, más visitas a algunas unidades básicas en la ciudad de Tucumán. Es un trabajo serio y a fondo, en el estilo de las universidades yanquis (las de primer nivel). El investigador es Steven Levitsky, Profesor Asociado de Estudios Sociales y Gobierno en la Universidad de Harvard. Lo suyo son los partidos y regímenes políticos, y organizaciones informales, especializándose en América Latina, en particular Argentina y Perú. Es autor de “Transforming Labor-Based Parties in Latin America: Argentine Peronism in Comparative Perspective”, Cambridge University Press, 2003. En castellano: “La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelista”, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005 (De paso ¿se fijaron como está traducido el título? “Clientelismo” no estaba en el original inglés...).

Quiero aclarar algo: el profesor Levitsky no descubrió ningún hecho que no sepa cualquiera que haya militado por más de un año en el Partido Justicialista o en los sindicatos peronistas: “La organización peronista consiste en una densa colección de redes personales (que operan desde sindicatos, clubes, ONGs y a menudo desde la casa de los militantes) que están en gran medida desconectadas (y son autónomas) de la burocracia partidaria. Aunque estas redes no pueden ser encontradas en los estatutos y archivos del partido, proveen al PJ de una extensa conexión con las clases bajas y trabajadoras de la sociedad”. Pero saber no es lo mismo que conocer intelectualmente. Y los peronistas les han faltado durante mucho tiempo – salvo clásicos demasiado repetidos – herramientas intelectuales para reevaluar su realidad (Y los críticas antiperonistas tampoco se han destacado por su rigor científico).

Este artículo está disponible en castellano desde hace algunos años; lo publicó Argirópolis, un proyecto de las Universidades Nacionales de Quilmes, La Plata y del Litoral y Página 12. Pero no tuvo mucha repercusión en las discusiones políticas locales (el proyecto es demasiado progre para el gusto peronista, y el artículo suena demasiado peronista para el gusto progre). Como es un poco largo para Internet, lo subiré en partes. Recomiendo leerlo. Y leer también las llamadas (65) que el autor hace sólo en esta primera parte: agregan datos muy sabrosos. Es un aporte a responder a una pregunta concreta. En las palabras de Levitsky ¿Cómo puede el PJ ser simultáneamente tan débil y tan fuerte?

No hay comentarios: